Lo barato sale caro
Carlos Camacho ccamacho@grupocamacho.com | Martes 10 enero, 2023
Este viejo y conocido refrán, una paradoja, ciertísima y aplicable al comportamiento del mercado cambiario en los últimos meses en Costa Rica.
Pasamos de casi setecientos colones por dólar al final del mes de junio del 2022 a un tipo de cambio que cerró en la línea de los quinientos noventa para diciembre 2022.
Este fenómeno lo abordamos ya desde las consecuencias tributarias, recordando que quien tiene deudas en dólares debe valorarlas conforme a las reglas del devengo contable y pagar un impuesto de una presumible ganancia por diferencial cambiario como consecuencia de un fenómeno exógeno, de mercado cambiario, en el que el contribuyente tiene poco o nada que ver. Deberá tributar sobre una utilidad no es actual, real ni concreta, por lo que se transgreden los sanos principios de la imposición consagrados en la Constitución.
Más allá de los impuestos, el tipo de cambio a la baja respecto al dólar estadounidense genera dos fenómenos en la economía real con consecuencias poco deseables para el país. Aunque resulte en aparentes beneficios de corto plazo para los consumidores, redundan perjuicios a mediano y largo plazo para todos.
Si combinamos el tipo de cambio bajo, a los niveles actuales, con una tasa de inflación alta en el colón costarricense, tenemos un encarecimiento de las exportaciones nacionales. El sector exportador se vuelve menos competitivo en el mercado internacional y, por tanto, se reducen las exportaciones en el corto, mediano y largo plazo.
La reducción de exportaciones repercute directamente en el nivel de desempleo. De mantenerse por más tiempo el espejismo de un tipo de cambio bajo, este puede generar un nivel de presión importante en las tasas de desempleo para aquellos que laboran directamente en el sector exportador.
Las exportaciones, además, tienen un importante encadenamiento en el resto de los sectores económicos, con incidencia directa en la economía de apoyo al exportador, afectando también los niveles de ingresos y de desempleo en dichos sectores.
Tanto de forma directa como indirecta el tipo de cambio presionado a la baja genera un efecto de menor competitividad en los niveles de empleo, con un desenlace negativo que además de impedir la recuperación de la empleabilidad, reduce la demanda por bienes y servicios.
En las importaciones tenemos un fenómeno parcialmente inverso debido al tipo de cambio bajo. En tesis de principio, enfrentamos importaciones más baratas, es decir, los bienes y servicios comprados en el extranjero resultan, en términos relativos, más baratos para quienes tienen ingresos denominados en colones.
Pero, por bien que suene esto, resulta que se producen dos fenómenos consecuentes:
Por una parte, los niveles de importación aumentan, en detrimento de los bienes y servicios producidos localmente. Un contrasentido para reactivar la economía, que debe resolverse a la brevedad, en particular desde la óptica de estabilidad social y acceso a fuentes de trabajo, como ya mencionamos.
Por otra, los niveles de consumo, en particular de bienes superfluos tienden a aumentar para quienes tienen colones costarricenses, se baja entonces el nivel de ahorro y se aumenta, a su vez, las presiones inflacionarias internas, ante el aumento de demanda agregada de dichos bienes.
Un aspecto positivo que debemos remarcar, con independencia del sector de la economía, es el efecto del tipo de cambio bajo, como el del cierre del 2022, en los precios de los derivados del petróleo y sus encadenamientos tanto para quienes exportan, atienden turismo o gestionan importaciones, así como quienes se dedican a los sectores primarios de la economía de consumo local.
La baja en combustibles es fundamental para controlar la inflación interna, por lo que es paradójicamente bueno para la economía el tener el tipo de cambio bajo si nos referimos, en concreto, al efecto en el transporte público y privado de bienes y de personas.
Esto debería notarse en los niveles generales de precios, lo que es apenas perceptible, porque algunos muy pocos hacen fiesta con los precios de bienes y servicios de consumo.
El dólar bajo hace que el turismo sea más caro para los extranjeros, quienes aportan una cantidad significativa de divisas a la economía, para la mejora de la balanza comercial costarricense.
El turismo, en particular el internacional, apenas está recuperándose de una temporada cero y la falta de estímulo al turismo internacional para visitar nuestro país ayuda poco en la recuperación. Además, encarece el resto de los encadenamientos que se derivan de las actividades turísticas, como las de gastronomía, artesanía, transporte interno y una importante lista de servicios de apoyo y complemento al turismo extranjero.
Paradójicamente nuestro país es un destino históricamente caro para hacer turismo y, encarecido por un tipo de cambio bajo, cuando el turista extranjero llega a cambiar sus dólares a colones o compra directamente, encuentra una mayor inflación en los productos y servicios locales, una menor tasa de conversión de sus recursos para satisfacer su experiencia vacacional en nuestro país.
El turismo local, por su parte, con colones en sus manos se hace más accesible, si encuentran lugar, el disfrutar de sus vacaciones en el país. Aún así, paradójicamente, los destinos transfronterizos resultan más baratos en dólares y, por tanto, más accesibles para que nuestros compatriotas. Esto expolicía los altos niveles del país tanto a destinos tradicionales como a algunos más exóticos, como los sudamericanos o los europeos, que, a su vez, han tenido una baja sensible en el tipo de cambio del euro respecto del dólar americano.
Tener un tipo de cambio bajo puede hacer que algunas cosas, al menos en el corto plazo, salgan más baratas sin embargo, se da la paradoja de que los beneficiarios no directos debamos pagarlas caras, ya que los flujos de comercio exterior y turismo tendrán una baja por exportaciones menores, importaciones mayores y turismo menor. Lo que resulta en una balanza comercial y cuenta corriente con tendencia deficitaria, desaprovechando lo que en países que han entendido la necesidad de no exportar inflación, puesto que esta no es atractiva, han optado por devaluar sus monedas locales, incluidas las del propio Banco Central Europeo.
Para entender este fenómeno debemos echar mano a aquella falacia denominada de la composición que dice que lo que es bueno para uno o unos grupos, no lo es bueno para la colectividad, falacia de la lógica que esperamos el equipo económico de la administración Chaves alinee a efectos de no mantenernos en una condición de pérdida de competitividad, empleo, generación de riqueza real y mejora de la condición de bienestar resultado de la reactivación de la economía.
La caja de equilibrios de la economía es siempre una gran paradoja donde, indudablemente, lo barato siempre, no se sabe cuándo, va a salir caro. Este es el caso que enfrentamos al mantener durante 2022 en el segundo semestre una política del miedo al alza del tipo de cambio.
Conviene abandonar las acciones y reacciones basadas en traumas, también cuidar de los agentes económicos que especulan al comprar hoy dólares para su acumulación ante la inminente corrección del mercado cambiario, donde quien ha comprado dólares baratos indudablemente se verá, por factores externos, “enriquecido” en colones.
También conviene recomendar a quienes generan sus ingresos en colones costarricenses, para aprovechar en esta etapa para convertir sus deudas en dólares a colones, aprovechando la coyuntura que no tiene fundamento de duradera para mejorar sus niveles de riesgo en su endeudamiento personal.
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