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Las próximas diputadas

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 26 febrero, 2014


La participación colectiva de las diputadas como conjunto de mujeres con una agenda parlamentaria de asuntos de las mujeres… no ha podido operar


Pizarrón

Las próximas diputadas

La discusión sobre el número de mujeres electas a la Asamblea Legislativa pareciera secundaria en el ambiente político nacional, más allá de lo que se presiona post electoralmente para que la ley actual de paridad e igualdad, en posibilidad de ser electas se exige modificar para garantizar una efectiva igualdad electiva.
Los partidos políticos están obligados a alternar en sus listas a diputados con hombres y mujeres, o mujeres y hombres, según inicie la lista respectiva por provincia.
Sucede en la práctica que los partidos encabezaron para estas elecciones con hombres, y por ello en el sistema de elección sobresale el número de diputados electos por lo que se rebajó el número de diputadas electas.
Por ello se habla de modificar la ley para que de manera horizontal se establezca que los partidos políticos están obligados a colocar en el primer puesto de diputados, por lo menos en tres provincias, a mujeres.
Esto no va a resolver el problema de la representación femenina, porque en la práctica, aun cuando existiera esa norma, los partidos colocarán a las mujeres en aquellas provincias donde históricamente han elegido menos diputados, salvo que haya mujeres que se distingan en el quehacer político de cada provincia en sus respectivos partidos.
Los hombres pueden ir en cualquier lista provincial porque los diputados se eligen por “la nación”, de manera que un ciudadano de Puntarenas puede ser electo en San José. Igual podría ser para una mujer.
Tampoco es un problema “ético”, el de colocar a una mujer en el primer puesto de una papeleta, cuando en una elección anterior ha encabezado un hombre, como dijo la electa diputada del Frente Amplio por San José.
Con ese criterio, en lugar de Villalta debió haberse colocado una mujer en las elecciones de 2010 en San José, porque en 2006 fue electo un hombre. Y, con mismo criterio en las elecciones de 2014 en su lugar debió haber ido un hombre, con lo cual Patricia Mora no hubiera sido electa. Por el mismo razonamiento de alternabilidad ética, en 2018 en San José le corresponderá, en ese partido, el primer puesto por San José a un hombre, puesto que, en las elecciones de 2010 se eligió una mujer.
El otro punto importante, que ojalá se rompa en este próximo Congreso, es la participación colectiva de las diputadas como conjunto de mujeres con una agenda parlamentaria de asuntos de las mujeres.
Esto no ha podido operar ni siquiera cuando en la Asamblea Legislativa ha habido casi la mitad de mujeres, porque en la práctica cada una de ellas actúan de conformidad a las agendas de sus propios partidos o de los intereses que políticamente representan.
Gloria Valerín cuando fue diputada lo intentó pero no pudo coordinar con todas. Hasta hoy esto sigue siendo una debilidad de las mujeres parlamentarias.
Igual da para los partidos políticos que se elijan mujeres en igualdad o paridad si ellas como tales no tienen la fuerza, la iniciativa de ley propia, para hacerse sentir como mujeres en el parlamento, más allá de sus discursos sobre el debate general en el que las mujeres de las distintas fracciones participan defendiendo lo propio.
No ha habido en la práctica una acción colectiva que haya dado buenos frutos desde esta perspectiva legislativa. Tamaño reto tiene las actuales y futuras diputadas electas.

Vladimir de la Cruz

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