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La revolución panameña

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 29 octubre, 2008


Hablando Claro
La revolución panameña

Vilma Ibarra


A una tica como yo le resulta extremadamente difícil comprender el ímpetu, el dinamismo y la celeridad con que nuestros vecinos del sur están llevando adelante la imperiosa tarea de lograr un mayor desarrollo de las inversiones y las obras que acompañan el gigantesco proyecto de ampliación del Canal de Panamá, que se prevé estará listo en 2014 y que por su envergadura no solo arrastra en desafío a las empresas marítimas y portuarias públicas y privadas del país, sino que hace eco de olas en una férrea batalla de competitividad y modernización en países como Colombia, Jamaica y Puerto Rico.

Ustedes pensarán que no tiene nada de raro que Panamá apueste su futuro a ese rubro de desarrollo. Es lógico, después de todo son los privilegiados poseedores del derecho de paso del mundo.
Pero el tema va mucho más allá del arrastre inercial de su política gubernamental. El tema es que los panameños no se durmieron en los laureles. Podrían haberse quedado muy tranquilos al recibir el Canal el 31 de diciembre de 1999. Pero no lo hicieron. Estos ocho años se doblaron las mangas ambicionando demostrarle al mundo y demostrarse a sí mismos que era capaces no solo de mantener sino de mejorar por mucho la justa herencia que por derecho propio les pertenecía.
Hoy son el cuarto puerto más competitivo de América Latina codeándose con los monstruos de Chile, Brasil y Argentina. Tienen claras sus metas de conectividad en infraestructura y transporte. Tienen una estrategia logística y multimodal. Por eso en los últimos años invirtieron $600 millones en los puertos concesionados, pero además tienen en desarrollo cinco puertos nuevos, 13 proyectos para mejorar muelles y atracaderos y no sé cuántos proyectos más que atraen todos los días inversiones de países y conglomerados empresariales de múltiples banderas. Aquello es una verdadera revolución y sus efectos se notan en todas partes.

Por eso los panameños no están situados en la crisis financiera internacional. Están muy ocupados para eso. Están consensuando intereses país desde que decidieron hacer el referéndum para la ampliación de su ya de por sí imponente paso interoceánico y están convencidos de que hacen lo correcto, sobre todo cuando reciben buenas noticias. Como la calificación A2 para las inversiones canaleras que les otorgó recientemente Moodys, por encima incluso de la calificación techo país A3.
A lo que también están determinados, es a resolver lo que ellos mismos califican como su talón de Aquiles. Saben que no podrán hacer frente al inmenso poderío que tienen en sus manos sin muchos más y mejor formados recursos humanos, técnicos y profesionales, que son buscados afanosamente en programas de atracción de las aulas colegiales.

¿Que por qué me cuesta entender todo esto? Porque nosotros vivimos en otras revoluciones. Porque cuando el gobierno nuestro presentó después de dos años de empeños una propuesta para la modernización de nuestros dos puertitos caribeños que están rezagadísimos, el presidente sindical dijo que deseaba no tener manos para no recibir la carta. Aunque por supuesto no se las cortó.
Y ahora que los empleados quieren conocer en qué consisten las millonarias indemnizaciones y pensiones adelantadas que recibirían, convocará a una reunión de asociados. Para eso por supuesto, habrá que cerrar los dos puertitos todo un día y hay que avisarles a las navieras que no vengan a Costa Rica. Claro que podrían irse… definitivamente a Panamá o a Cartagena, y si no, pronto también podrían escoger como nuevo destino a El Salvador, que ya está corriendo para dar en concesión los puertos de Acajutla y Cutuco.

Por eso yo propongo que en la asamblea sindical de marras, además de conocer la propuesta del gobierno tico, los sindicalistas compartan algo de lo que está sucediendo en el resto de América Latina. Aunque para no hacer la agenda interminable, sería suficiente con que se enteraran de lo que está pasando en Panamá. Es facilísimo. Les recomiendo solo un sitio: www.revistapauta.net

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