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COLUMNISTAS


La gran crisis costarricense

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 23 abril, 2021


Sinceramente

Todos los costarricenses percibimos la gran crisis que vive el país. La crisis no es de origen reciente, pero ha ido empeorando conforme se suceden las malas decisiones de los gobernantes. La crisis no es atribuible solamente a un grupo social, o partido político, presidente o grupo de diputados. La crisis tiene muchos diferentes actores y tomadores de decisiones, muchos diferentes protagonistas, pero sobre todo tiene uno enorme que es el pueblo de Costa Rica. El abstencionismo y la indiferencia, la no participación y la actitud de no me importa han agravado mucho la misma.

Esta crisis tiene muchas distintas facetas. Tiene un fuerte componente político ya que la dispersión de partidos y la multiplicidad de dirigentes, cada uno buscando que su solución prevalezca y los reflectores les alumbren sus quince minutos, ha tornado las decisiones en extremo difíciles y en extremo lentas en su dinámica decisoria. Todos dicen, todos buscan que su solución prevalezca, todos se oponen, todos quieren jalar el carro en su dirección y todos quieren lucirse.

La gran crisis política ha derivado, por el lento y torpe actuar de gobernantes y funcionarios, en una crisis del funcionamiento del aparato gubernamental. Lento, pesado, cargado de procedimientos y trámites poco útiles, con un costo altísimo que pesa sobre nosotros, sin ser un verdadero motor de la sociedad y la producción, no ha sufrido las lógicas reformas y ajustes de modernización que el país necesita. El entorno del país cambió, el país mismo es diferente, pero estamos aferrados a un estado diseñado hace décadas. La reforma del estado no es ni debe de ser una transformación del estado social de derecho para debilitarlo o una iniciativa en contra de sindicatos o trabajadores. Es simple y llanamente una actualización de los pesados costos y trabajosos trámites y engranajes que amarran a gobernantes y productores y no los dejan actuar, decidir y alcanzar los objetivos de desarrollo que el país demanda.

La gran crisis costarricense tiene a su vez un componente fiscal. Los costos del aparato estatal crecieron a través del tiempo sin tino ni lógica y cuando los ingresos fiscales no alcanzaron se pidió prestado hasta llegar a niveles de deuda en el gobierno cercanas al 80% de la producción total de un año del país. Esta deuda es ruinosa por su costo, y este mecanismo de pagar gastos corrientes con deuda es el camino a la perdición del país. Está llegando el momento en que no se puede pagar la deuda y los intereses son una proporción tan alta del presupuesto nacional que lo que queda no alcanza para pagar las erogaciones de lo que el país necesita. Así el estado gasta en lo que el país no quiere ni necesita y no gasta ni invierte en lo que el país desea y le urge.

La gran crisis costarricense ha desembocado en una gravísima crisis económica. Los impuestos y cargas parafiscales son tan altas que desalientan el empleo, desalientan producir en Costa Rica, encarecen la producción interna de tal manera que muchos se han ido a países vecinos para producir y exportar los productos que fabricaba y cosechaba el país, pero a costos más competitivos, para traerlos de vuelta a Costa Rica. Vivimos un círculo vicioso de más trámites, más instituciones, más gasto gubernamental, más carga al productor, más costos al empleo y todavía nos preguntamos por qué el país no se desarrolla. Al reducirse el ritmo del crecimiento de la producción nacional han caído el crecimiento de los impuestos y de las cargas sociales por lo que el gobierno y las instituciones han debido tomar más préstamos para seguir gastando normalmente. El gasto crece y crece y lo hace en una proporción mayor al crecimiento de los ingresos.

Al final lo que se ha producido en el país es una crisis social sin precedentes. Quienes creían que el gasto gubernamental sacaría a Costa Rica adelante y quienes han sobre estimulado la economía olvidaron que la sobre estimulación a base de deuda genera intereses y el agotamiento de la capacidad de endeudamiento. Los impuestos nunca han estimulado a nadie. Estamos hacia el final de un mundo, el de pedir prestado para que pudiera el estado seguir gastando igual o más.

Desempleo, aumento de la pobreza, aumento de la miseria, gran desconfianza y un clima general de pesimismo, de suspicacias y de cinismo hacia lo que hacen o dejan de hacer las autoridades a mi juicio caracterizan esta gran crisis. Hambre y desesperación, desesperanza y profunda depresión están llevando al país por una senda peligrosa para todos. Cuando se pierde la esperanza siempre surge la violencia social.

¿Qué dicen los precandidatos de estos problemas fundamentales de país? ¿Qué soluciones proponen para solventar la gran crisis costarricense? ¿Cómo debemos hacer para eliminar el hambre, la miseria, el desempleo, la falta de inversión y la desconfianza?

Es momento de estudiar y de reflexionar seriamente sobre problemas y soluciones. Es momento de escoger a quien tenga el conocimiento y la preparación, la experiencia y la entereza de enfrentar y resolver los problemas. Más allá de banderas y partidos, de fotos y música lo que debemos de escoger son soluciones y personas capaces de llevarlas a cabo.

El país saldrá adelante como siempre lo ha hecho, pero con dolor, con esfuerzo, viviendo limitaciones severas e incurriendo en sacrificios, pero los ciudadanos debemos abandonar el abstencionismo y la indiferencia, involucrarnos en las soluciones y elegir siempre bien. Que esto que estamos viviendo no lo vivamos nunca más.

Emilio R Bruce Profesor



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