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COLUMNISTAS


La difícil realidad del conflicto árabe-israelí

Natiuska Traña natiuskatp@gmail.com | Lunes 30 octubre, 2023


El conflicto árabe-israelí es un tema que ha perdurado a lo largo de décadas y ha afectado profundamente a la región de Oriente Medio. A lo largo de los años, se ha intentado encontrar una solución pacífica a esta disputa, pero uno de los aspectos más desafiantes de este conflicto es la presencia de grupos terroristas que han saboteado los esfuerzos de paz y han hecho que la resolución del conflicto sea aún más complicada.

Primero, definamos el terrorismo. La Real Academia Española (RAE), lo define como: “Conjunto de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Dicha definición en la realidad, puede variar según la perspectiva y el contexto, y ha sido objeto de debate en la comunidad internacional. Sin embargo, se ha coincidido en que se puede definir como, el uso de la violencia, la intimidación o la coacción con el objetivo de lograr objetivos políticos, religiosos, ideológicos o sociales. A menudo, el terrorismo involucra ataques deliberados y violentos dirigidos a presionar a gobiernos u otras partes, mediante el ataque contra civiles, no combatientes o propiedades con la intención de generar miedo y desestabilizar la sociedad para que cedan a las demandas del grupo terrorista.

El tema, no termina aquí, el terrorismo, muchas veces utiliza entre sus tácticas a los civiles como escudos humanos, y esto no puede ser aceptado como una forma legítima de negociación, ya que pone en riesgo las vidas de civiles que no tienen relación directa con la pugna.

Este conflicto ha sido un punto de inflamación en Oriente Medio durante décadas, sus raíces se remontan inclusive previo a la creación del Estado de Israel en 1948. En la década de 1920, Gran Bretaña emite la Declaración de Balfour, prometiendo al pueblo judío la creación de un estado judío en los territorios del Mandato Británico en Palestina. Ello provoca una reacción violenta de parte de la comunidad árabe, que desató atentados terroristas desde está fecha y por consiguiente el rechazo a la idea de una soberanía judía en cualquier parte del Medio Oriente. Posteriormente a esta declaración, las poblaciones judías en países árabes fueron desplazadas y absorbidas en el naciente Estado de Israel. Desde entonces, el conflicto ha evolucionado y ha involucrado a múltiples actores, como por ejemplo los grupos terroristas como Hamas y la Yihad Islámica. A lo largo de los años, ha habido intentos de encontrar una solución pacífica a través de la negociación y el diálogo, pero el papel de los grupos terroristas ha sido un obstáculo importante en este proceso.

Una de las principales razones por las que es tan difícil encontrar una solución a este conflicto es la presencia de grupos terroristas que operan en la región. Hamas, en particular, ha desempeñado un papel destacado en la lucha palestina contra Israel. Si bien algunos argumentan que estas organizaciones son movimientos de resistencia, la realidad es que han utilizado tácticas de terrorismo que han causado la muerte de civiles en ambos lados del conflicto.

La estrategia de estos grupos se ha caracterizado por el uso de ataques suicidas, cohetes lanzados indiscriminadamente hacia áreas civiles israelíes y el empleo de civiles palestinos como escudos humanos. Estas tácticas inhumanas son moralmente inaceptables y no pueden ser justificadas en nombre de la resistencia o la lucha por la independencia. Utilizar a civiles como escudos humanos es un acto cobarde que pone en peligro sus vidas y viola las normas más fundamentales de la moral y del derecho internacional humanitario.

La comunidad internacional debe ser firme en su condena de estas tácticas y no puede justificar de ninguna manera la estrategia de utilizar civiles como escudos humanos. Los líderes de estos grupos terroristas deben ser considerados responsables de poner en peligro a sus propios ciudadanos al emplear tales tácticas. La vida de un civil no puede ser sacrificada en aras de una causa religiosa, política o ideológica. Todos los individuos, sin importar su origen étnico o nacionalidad, tienen derecho a la protección de su vida y su integridad.

Una de las principales razones por las que no se puede negociar con terroristas, es que hacerlo legitima su comportamiento violento. Cuando los terroristas perciben que su violencia está siendo recompensada con concesiones políticas, se sienten alentados a continuar sus ataques. Además, la negociación con grupos terroristas socava el estado de derecho y la autoridad de los gobiernos legítimos, lo que puede llevar a la anarquía y al debilitamiento de las instituciones democráticas.

La historia nos ha enseñado que las concesiones a los terroristas no conducen a una paz duradera. En lugar de promover la paz y la estabilidad, a menudo llevan a un aumento de la violencia y la inseguridad. Es esencial que los gobiernos y la comunidad internacional se mantengan firmes en su rechazo de cualquier forma de negociación con grupos terroristas. Esto no significa que no se deba buscar una solución pacífica al conflicto árabe-israelí, pero debe hacerse a través de canales legítimos y con actores que respeten el derecho internacional y acepten de antemano el derecho de los judíos a tener un Estado propio y soberano.

Además de la negativa a negociar con terroristas, otro punto importante a destacar en este debate, es la opinión publica que en ocasiones carece del conocimiento profundo del conflicto y se convierte en una división en las poblaciones en quienes apoyan a los judíos y quienes apoyan a los palestinos, generando así más pugna y extendiendo la problemática a otros países donde residen poblaciones judías y palestinas.

La opinión internacional no siempre refleja una comprensión precisa de la complejidad del conflicto árabe-israelí. Este conflicto tiene profundas raíces religiosas, históricas y políticas, y no se presta a soluciones simplistas o unilaterales. Cualquier intento de abordar este conflicto debe ser cuidadosamente considerado y basarse en un análisis completo de sus causas y consecuencias.

La paz duradera en la región solo se logrará cuando todas las partes estén dispuestas a comprometerse y trabajar juntas hacia un acuerdo mutuamente aceptable.

Es importante recordar que en este conflicto hay vidas en juego de ambos lados. Los civiles, ya sean israelíes o palestinos, no deben ser sacrificados en aras de una agenda religiosa, política o ideológica. Cada vida es valiosa y merece protección. Es fundamental que se respeten los derechos humanos de todos los individuos involucrados en el conflicto, y que se eviten acciones que pongan en peligro sus vidas.

Es innegable que este conflicto ha causado un sufrimiento inmenso a las personas de la región, y es imperativo que se trabaje para poner fin a esta violencia y encontrar una solución justa y duradera. Sin embargo, no se puede lograr esto mediante la aceptación de tácticas que ponen en peligro la vida de civiles. La violencia y el terrorismo no pueden ser la base de una resolución sostenible del conflicto.

Solucionar este conflicto, nos pone una tarea enorme como humanidad, ya que es un desafío complejo que requiere un enfoque cuidadoso y equilibrado para encontrar una solución pacífica.

La paz duradera solo se logrará cuando todas las partes estén dispuestas a comprometerse y trabajar juntas para resolver sus diferencias. La vida de los civiles en la región es sagrada y debe ser protegida en todo momento.

Costa Rica siempre ha sido caracterizado por ser un país de paz y la ciudadanía debe abordar un tema tan delicado de manera responsable, humilde e informada, buscando unir y no separar a sus ciudadanos por desinformaciones que pueden afectar a los descendientes de dichos estados que habitan nuestro país. Sigamos siendo un ejemplo de paz y consenso internacional.

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