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COLUMNISTAS


La crisis no debe de ser electoralmente politizada

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 24 julio, 2020


Sinceramente

Es de urgente necesidad para el país de todos nosotros que la solución a esta crisis no sea politizada electoralmente por los partidos políticos contendientes. Es urgente e indispensable la construcción entre todos los grupos mayoritarios vigentes de una agenda nacional, un proyecto político de estado en el que participen todos y todos sean escuchados y atendidos, de tal manera que el pacto social, la constitución política y las leyes tenga solución de continuidad.

Uno de los problemas más serios que ha enfrentado el país por muchos años ha sido la estrategia política de algunos de desintegrar la estructura política, la consecuencia directa ha sido que cien grupos han surgido, y de una Costa Rica bipartidista se fundó un país de partiditos y grupos de interés y de presión que buscan lograr todo o nada. Los costarricenses, divididos hasta sus raíces por todos los que creen ser y desean figurar, sostienen posiciones diversas y dogmáticas a ultranza.

Los mensajeros se destruyen para que su mensaje no llegue. Las posiciones valiosas de ciudadanos que no coinciden necesariamente con” nuestro” pensamiento deben de ser destruidas desde la raíz sin más, según esa estrategia seguida.

La polarización ha evitado que la gran familia costarricense actúe como tal. Cien grupos sin interlocutores claros resultan muy complejos en la comunicación, negociación y conversación para coordinar y lograr objetivos sociales válidos.

Los sindicatos y los empleados públicos han sido satanizados. No es posible prescindir de los empleados públicos ni de la necesaria burocracia para administrar los asuntos comunes. En democracia sería impensable que los sindicatos no sean escuchados, no sean atendidos, no sean el balance necesario para un armónico desarrollo institucional.

Es absurdo satanizar a los productores de riqueza, a los emprendedores, a los profesionales independientes, como ladrones y defraudadores, explotadores y despreciables.

Sin empresas ni emprendedores no es posible dar empleo, pagar sueldos, recaudar impuestos ni pagar aportes a las instituciones. Sin empresarios no hay factibilidad ni sostenibilidad del estado ni de sus instituciones. Estos son el otro elemento de equilibrio en una sociedad democrática.

Una sociedad libre y democrática es impensable sin estado y sin empresa libre, sin iniciativa individual ni procesos institucionales para conducir los asuntos públicos. Sin embargo, a ambos grupos se les insulta y se les descalifica. Libran una absurda lucha de poder que a nada conducirá más que a ahondar crisis y sufrimientos.

Una sociedad no puede estar constituida solo por empresarios. Los funcionarios son indispensables y sus dirigentes también lo son. ¿Entonces por qué buscar verlos en todo momento como enemigos y no como lo que son, un elemento social complementario dentro del sistema?

Es de urgente necesidad establecer una agenda nacional en la que todos los grupos participen a pesar de la polarización y de las posiciones encontradas esperables entre ellos. El país no es de un grupo ni la democracia se basa en que un grupo aplaste a otro, que un grupo logre todo y los otros nada.

El país requiere del moderado y fuerte equilibrio del liderazgo benéfico de un gobernante sabio. No es un asunto de simpatía. No es asunto de un “mae pura vida” para presidente. Es asunto de una persona que sepa, pueda y desee ser un buen padre de familia para todos con respeto, con justicia, con equidad, con sentido de humanidad, consideración, legalidad y que sepa unir y no seguir dividiendo y destrozando el tejido social costarricense. El país no puede soslayar esta solución política para 2022.

La solución a los problemas seriecísimos no puede ser objeto de politización electoral. El gobierno debe de convocar a todos los grupos y a los que más saben, para que sean parte del análisis y de las soluciones, no adversarios buscando sangre.

Es deber de todos los costarricenses buscar salvar al país de una catástrofe. Es obligación de todos salvar a los costarricenses, la riqueza creada, a las instituciones, los valores y principios que han inspirado al país desde el Pacto de Concordia en los albores de la independencia y que están presentes en nuestra constitución actual. No es monopolio de un grupo salvar al país o ejercer unilateralmente su opinión o soluciones. La democracia en eso consiste, en que las mayorías toman decisiones siempre con representación de las minorías.

Hay que formar sobre la marcha una agenda nacional, un proyecto país que detenga nuestra posible caída en el abismo de la anarquía, la pobreza extrema y la destrucción de la paz social. Espero que los costarricenses hayan aprendido que no es dividiendo ni rompiendo el tejido social que se logra el progreso de un país.

Si el país quiebra, y los países quiebran, sin haber tomado opinión, consejo y solución a todos, habrá violencia y destrucción. Estamos aún a tiempo.

El país como un todo y nosotros sus ciudadanos y habitantes debemos siempre recordar que para que “yo” esté bien, todos tienen que estar bien en mi entorno. El país es de todos y todos deben ser llamados a contribuir a su progreso y prosperidad.


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