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Horizonte 2020

Carlos Camacho ccamacho@grupocamacho.com | Martes 31 diciembre, 2019


Hoy vemos al horizonte. Dejamos atrás un año de grandes transformaciones que han conllevado no solo el aprendizaje de nueva normativa fiscal, sino la habilidad de reacomodar las actividades de cada quien – desde el profesional hasta el emprendedor, del artesano al empresario – a una nueva forma de relacionarnos en un ambiente fiscal novedoso y nada claro.

En esta época es usual llevar a cabo una serie de propósitos o resoluciones de año nuevo, a las que me permito aportar algunas para todos los agentes económicos. Muchas de estas resoluciones, aunque sean buenas a la individualidad pueden contraponerse al interés colectivo; en particular en materia económica resulta clave decir, que lo que es bueno para una de las partes, puede resultar en indeseables efectos secundarios para la colectividad.

Un buen primer paso para todos los agentes económicos es la cautela. Conducta que se acompaña por el ahorro, para todos los niveles de la vida económica. Esto incluye la economía del hogar y de la de la empresa, la de quien tiene un ingreso fijo salarial o la de quien quien depende de su desempeño liberal de arte, oficio o profesión.

Una conducta apropiada para un año donde las señales de la economía mundial son nubladas aún, sin poder definir si enfrentaremos en este año 2020 o en el próximo una recesión global. Un decrecimiento generalizado en la actividad económica mundial. Por eso hay que “guardar para el invierno”, cosa que para quienes tenemos la bendición de vivir en los trópicos es un lenguaje metafórico.

La conducta de la prudencia en manejo de costos y gastos de los sujetos a nivel individual se manifiesta en la colectividad como una peligrosa desaceleración. Una caída de la actividad económica en su conjunto.

Las empresas y empresarios debemos tener un claro entendimiento de una gestión inteligente de la racionalidad en el manejo de los consumos y las contrataciones. Si bien esto es bueno para las empresas, las consecuencias se manifiestan en un estancamiento del empleo, que a la vez redunda en un menor consumo y esto a su vez en una menor demanda por bienes y servicios en la colectividad, lo que atiza el frío fuego de las tendencias recesivas.

A la vez y como consecuencia de una racional evaluación de los medios materiales que permitan la reducción de las cargas fiscales en personas, empresas y consumidores, tenemos que esta conducta esperable, es coherente con la necesidad de reducir costos a toda costa. El problema es que esto reduce la recaudación fiscal, aspecto que acelera las acciones de las administraciones tributarias para fiscalizar con mayor voracidad; mientras que, para nosotros, los contribuyentes, es fundamental que estemos preparados para enfrentar este embate.

Una de las resoluciones racionales que debemos hacer todos como contribuyentes debe tener un doble propósito: por una parte, mitigar los riesgos que pueden surgir de una eventual fiscalización y por otra, hacer labores de planificación de la forma en que legalmente reduciremos la carga tributaria.

La mitigación de riesgos es fundamental, pues ya hemos escuchado vientos de guerra de parte del Ministerio de Hacienda y hemos visto actos que aumentan la percepción de riesgo subjetivo.

Estos dos propósitos de año nuevo hacen vislumbrar un horizonte distinto para el 2020. Un panorama con una mayor interacción de contribuyentes con sus asesores, tomando acciones necesarias y oportunas para una gestión del riesgo tributario, con sentido económico, que conllevan actos que se deben medir con el prisma del nivel de sofisticación, tanto de la economía como tal como de los instrumentos – locales como internacionales – que acompañan a las administraciones tributarias.

Entramos en una era que se caracterizará por la necesidad de acciones rápidas. Soluciones adecuadas a los nuevos retos que presenta el entorno incierto y el reto de interactuar con consumidores más sofisticados, exigentes, educados y cautelosos. La gestión usual de los emprendedores y empresarios corre el peligro de desatender de forma ágil y oportuna los retos que esto conlleva.

Debemos gestionar lo que en apariencia es lo mismo, pero que dista mucho de serlo, por motivo de la dinámica que nos anima a entrar presurosos a esta nueva década, que sin duda hará del mapa de la economía y sus agentes uno distinto.

Les deseamos lo mejor a todos, para que transitemos con alegría y con entusiasmo las nuevas aventuras que, seguramente serán oportunidades para procurar medios novedosos de cooperación entre empresas, empresarios, profesionales y consultores con el fin de lograr una mezcla de éxitos agregados.


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