Historia
Marcello Pignataro manogifra@gmail.com | Lunes 19 enero, 2009

Marcello Pignataro

Mañana es, sin lugar a dudas, un día histórico para el mundo. Por más que algunos traten de tapar el sol con un dedo, Estados Unidos sigue siendo referente para el mundo. Más del 30% de las compañías que conforman el famoso Fortune 500 están basadas en ese país y, dentro de las primeras 25 de ese ranking 8 son norteamericanas y las dos primeras son Wal-Mart y Exxon Mobil, para ponerle la cereza al pastel.
Un inmenso porcentaje del comercio mundial se mueve al ritmo del dólar (suba o baje) y cualquier movimiento hecho por Estados Unidos provoca sismos en prácticamente todos los campos: petróleo, acciones, valor de las compañías, etc.
Mañana es un día de cambio, entonces, para el mundo. Barack Obama se convierte no solamente en el primer afroamericano en ocupar la Presidencia del país más poderoso del mundo y, como dicen en las películas, líder del mundo libre, sino en el símbolo de la transición de la guerra como solución a todos los problemas a la búsqueda incesante de la paz; del capitalismo salvaje a un socialismo moderado.
El simple hecho de que Obama haya resultado electo presidente, el pasado 4 de noviembre, motivó el alza en las bolsas de valores de Estados Unidos (que pocos días después hayan vuelto a bajar, no demerita el comentario) y eso lo veo como una buena señal.
El señor Obama ha tenido una enorme virtud: ha sabido elegir adecuada y cuidadosamente su equipo de trabajo. Las rencillas quedaron obviadas entre él y Hillary Clinton, quien será ahora la Secretaria de Estado. El mismo Joseph Biden, quien fuera ácido crítico de Obama, es hoy parte esencial del Gobierno de Estados Unidos (o, mejor dicho, lo será a partir de mañana).
El presidente Bush abandona el poder con un porcentaje de aceptación histórico y muy bajo por parte del pueblo estadounidense (y, me atrevería a decir, por gran parte de la población mundial), con zapatos incluidos. Termina una era de ocho años en el poder por parte de los republicanos que, lo único que se me ocurre, nos dejaron como beneficio un Tratado de Libre Comercio (cosa impensable en un gobierno demócrata) y empieza, con el riesgo de sonar poético, una era de esperanza tanto para el pueblo norteamericano como para quienes somos sus amigos.
El 6 de noviembre de 2012 veremos si la decisión del pueblo estadounidense fue acertada y si da alguna continuidad a la labor realizada o si, por el contrario, se equivocaron.
Espero, por el bien de todos, que la primera sea la opción a elegir.
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