Herediano asado en el Puerto
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 26 octubre, 2009
Herediano asado en el Puerto
Bajo un calor infernal un gol de Campos los fumigó
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
A las 10 a.m. los jugadores rojiamarillos fueron cayendo, uno a uno en la olla mágica y en ella, los hirvieron, calentaron, cocinaron y comieron.
Temperatura de infierno, que obligó al árbitro central Randall Poveda a dar espacio para que los actores se hidrataran una vez en cada tiempo y partido incomodísimo para las huestes de Salvador Ragusa, que nunca pudieron armarse y sucumbieron tras aceptar el único gol del partido en el min. 43, una jugada muy rápida que hilvanaron los zurdos Mario Víquez y Franklin Chacón por el carril izquierdo, la bola cayó en el área a pies de Hanswell Ewers; a sus piernas se lanzó desesperado Adrián de Lemos, pero antes llegó la pierna de Chacón, que le puso en bandeja la pelota a la cabeza de Enmanuel Campos, quien remató a la red a puerta descubierta.
Partido árido, muy cortado, de poca acción en los marcos; por ahí una escapada de Jorge Drovandi, bien repelida por los puños de Bryan Zamora; un golazo de Luis Lara a servicio genial de Campos, anulado erróneamente por el silbatero; oportunidad de Ewers a servicio de García y los puños de Zamora para cortar servicios largos de Cancela.
En el cierre de la etapa inicial llegó el gol que se hizo monumental en la segunda parte, a pesar de que Puntarenas la jugó con diez hombres desde el min. 2, cuando fue expulsado Hanswell por propinar codazo al pequeño Andrés Castro.
Antes fue expulsado el técnico local, Carlos Restrepo, quien protestó una descoordinación arbitral, que por poco permite en situación incorrecta el empate en piernas de Patricio Gómez y a pesar de las variantes de Ragusa, fue el Puerto el que estuvo más cerca del gol, durante un bombardeo en el min. 66, donde Orué, Arias y Lula Montero devolvieron tres veces la bola de la raya trágica.
Triunfo bien trabajado y amarrado por un Puntarenas ordenado tácticamente, principal virtud de su técnico, contra un Herediano que no la ve fuera de sus fronteras.
Bajo un calor infernal un gol de Campos los fumigó
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
A las 10 a.m. los jugadores rojiamarillos fueron cayendo, uno a uno en la olla mágica y en ella, los hirvieron, calentaron, cocinaron y comieron.
Temperatura de infierno, que obligó al árbitro central Randall Poveda a dar espacio para que los actores se hidrataran una vez en cada tiempo y partido incomodísimo para las huestes de Salvador Ragusa, que nunca pudieron armarse y sucumbieron tras aceptar el único gol del partido en el min. 43, una jugada muy rápida que hilvanaron los zurdos Mario Víquez y Franklin Chacón por el carril izquierdo, la bola cayó en el área a pies de Hanswell Ewers; a sus piernas se lanzó desesperado Adrián de Lemos, pero antes llegó la pierna de Chacón, que le puso en bandeja la pelota a la cabeza de Enmanuel Campos, quien remató a la red a puerta descubierta.
Partido árido, muy cortado, de poca acción en los marcos; por ahí una escapada de Jorge Drovandi, bien repelida por los puños de Bryan Zamora; un golazo de Luis Lara a servicio genial de Campos, anulado erróneamente por el silbatero; oportunidad de Ewers a servicio de García y los puños de Zamora para cortar servicios largos de Cancela.
En el cierre de la etapa inicial llegó el gol que se hizo monumental en la segunda parte, a pesar de que Puntarenas la jugó con diez hombres desde el min. 2, cuando fue expulsado Hanswell por propinar codazo al pequeño Andrés Castro.
Antes fue expulsado el técnico local, Carlos Restrepo, quien protestó una descoordinación arbitral, que por poco permite en situación incorrecta el empate en piernas de Patricio Gómez y a pesar de las variantes de Ragusa, fue el Puerto el que estuvo más cerca del gol, durante un bombardeo en el min. 66, donde Orué, Arias y Lula Montero devolvieron tres veces la bola de la raya trágica.
Triunfo bien trabajado y amarrado por un Puntarenas ordenado tácticamente, principal virtud de su técnico, contra un Herediano que no la ve fuera de sus fronteras.