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Fuera del ombligo-país

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 13 julio, 2012



Fuera del ombligo-país


Más allá de aquella sensación etnocentrista de que Costa Rica es el centro de la Tierra, y de los enfrascados debates nacionales que insisten en observar solo el ombligo-país, vale la pena levantar la mirada y ser conscientes de que el mundo adentrado en el tercer milenio está sufriendo cambios dramáticos, algunos que ni imaginaba ver en toda mi vida.
El primero fue la decisión de improviso que obligó a Estados Unidos a convertirse en una nación más Estatista. Los miles de millones de dólares del pueblo estadounidense utilizados para el “rescate” de compañías norteamericanas, entre ellas bancos e industrias, se unió a la decisión sin precedentes en la historia del capitalismo de ese país, de ejecutar una intervención por parte del Estado, a través de su plan de salvataje económico, pasando por alto las leyes de libre mercado, en especial en el financiero, al tener que comprar “activos basura”, para garantizar que el show continuara en Wall Street.
El segundo es ver a China convertirse en la nación capitalista más grande del mundo. Desde la manera que se quiera ver, China en 60 años ha sufrido todo tipo de cambios pero al final predominó uno. De la revolución campesina de Mao Tse-Tung hasta la conquista de las reformas de Deng Xiao Ping, en la que el unipartidismo llegó finalmente a defender la existencia de empresas privadas, de riqueza personal, y más curiosamente de ese “individualismo económico”, base fundamental del sistema del capital. Hoy China cuenta con clases sociales, entre ellas los adinerados empresarios de yates y veleros en Quingdao sobre los nuevos obreros industrializados que salen de la pobreza en el resto del país. Este lumpen cada vez se parece más al de “los cuellos azules” ingleses, que empiezan su día con tocineta y lo terminan con cerveza.
El tercero, y más significativo por la cercanía, es ver cómo se invirtió la suerte hoy de una Europa en la situación de crisis fiscal como la que vivió América Latina durante la década de 1980. Recortes estatales, el fin de numerosos privilegios de burócratas y otros despilfarros. Ahora, bajo el título de “mercados emergentes” muchos países latinoamericanos crecen a tasas envidiables, generan empleos y son destino de inversiones lejos de los reprimidos mercados europeos. Por supuesto, no todo es de color de rosa en América, pero sí más tranquilizante que el panorama que pinta hoy el Viejo Continente.
Quién podrá decir que el mundo no cambió para 2012.

Luis Alberto Muñoz

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