Factor humano
| Martes 04 septiembre, 2007
Factor humano
German Retana
german.retana@incae.edu
Bailando por muchos sueños.
Una persona que desea realizar una obra de bien social se une a un “famoso” para intentar ganar los recursos para tal fin, por medio de un concurso de baile. La pareja que gane hará realidad su sueño. Durante varias semanas los concursantes se preparan a profundidad sin abandonar otras responsabilidades personales y, de paso, nos proporcionan aprendizajes para la vida deportiva, empresarial y familiar.
Soñar: Poseer la ilusión de hacer una diferencia en una comunidad o persona dignifica a quienes se aferran al trabajo fuerte para concretarla. Todos podemos tener una visión y luchar por convertirla en realidad. Solidaridad: El “soñador” ilustra sensibilidad hacia el prójimo y el “famoso” la ratifica. El entusiasmo de ambos arrastra el sentimiento de una audiencia televisiva que reactiva la conciencia sobre ese ser solidario que existe en todos nosotros.
Trabajo en equipo: La pareja ajusta con inteligencia y flexibilidad sus talentos; a lo mejor bailan algo que les resulta ajeno a sus preferencias pero van, día a día, acoplándose y preparándose para el gran momento. Tolerancia: Bajo la tensión aparecen las diferencias y saben resolverlas con respeto porque son un equipo.
Servicio sin protagonismo: Los bailarines no están solos; tienen la guía de coreógrafos cuyos nombres y rostros casi no se conocen, pero son los autores de la obra; para ellos el mayor aplauso proviene de su conciencia. Detalle: Las buenas intenciones no bastan, hay que trabajar durísimo en la semana y cuidar con esmero y disciplina cada detalle, pues fallar en ellos puede dar al traste con la causa.
Rendir cuentas: Al terminar su baile, los concursantes se colocan frente a los jueces para recibir sus evaluaciones; allí aparecen los números que nos recuerdan que la calidad, cuando no es medida, se deteriora. A esto se agrega la humildad de aceptar el veredicto para aprender de él y mejorarlo la próxima semana. Asertividad: Cada miembro del jurado expresa, allí mismo, cara a cara, su valoración de la actuación de las parejas. Nos enseñan que debemos ser directos, objetivos y francos, sin temor al desacuerdo de los demás.
Alegría: ¿Quién no disfruta el concurso? No importa cuán difíciles sean los retos y situaciones, la alegría al enfrentarlos revitaliza a sus protagonistas. Esperanza: Aquellos por los que estas parejas se dan tanto no están solos, con el apoyo de las empresas patrocinadoras del programa, el país toma conciencia, la solidaridad aparece y esto anima su esperanza, la leal compañera de los vencedores..
Soñemos, con ojos abiertos, y realicemos en nuestros equipos, familias y empresas estas diez enseñanzas del concurso “Bailando por un Sueño”.
German Retana
german.retana@incae.edu
Bailando por muchos sueños.
Una persona que desea realizar una obra de bien social se une a un “famoso” para intentar ganar los recursos para tal fin, por medio de un concurso de baile. La pareja que gane hará realidad su sueño. Durante varias semanas los concursantes se preparan a profundidad sin abandonar otras responsabilidades personales y, de paso, nos proporcionan aprendizajes para la vida deportiva, empresarial y familiar.
Soñar: Poseer la ilusión de hacer una diferencia en una comunidad o persona dignifica a quienes se aferran al trabajo fuerte para concretarla. Todos podemos tener una visión y luchar por convertirla en realidad. Solidaridad: El “soñador” ilustra sensibilidad hacia el prójimo y el “famoso” la ratifica. El entusiasmo de ambos arrastra el sentimiento de una audiencia televisiva que reactiva la conciencia sobre ese ser solidario que existe en todos nosotros.
Trabajo en equipo: La pareja ajusta con inteligencia y flexibilidad sus talentos; a lo mejor bailan algo que les resulta ajeno a sus preferencias pero van, día a día, acoplándose y preparándose para el gran momento. Tolerancia: Bajo la tensión aparecen las diferencias y saben resolverlas con respeto porque son un equipo.
Servicio sin protagonismo: Los bailarines no están solos; tienen la guía de coreógrafos cuyos nombres y rostros casi no se conocen, pero son los autores de la obra; para ellos el mayor aplauso proviene de su conciencia. Detalle: Las buenas intenciones no bastan, hay que trabajar durísimo en la semana y cuidar con esmero y disciplina cada detalle, pues fallar en ellos puede dar al traste con la causa.
Rendir cuentas: Al terminar su baile, los concursantes se colocan frente a los jueces para recibir sus evaluaciones; allí aparecen los números que nos recuerdan que la calidad, cuando no es medida, se deteriora. A esto se agrega la humildad de aceptar el veredicto para aprender de él y mejorarlo la próxima semana. Asertividad: Cada miembro del jurado expresa, allí mismo, cara a cara, su valoración de la actuación de las parejas. Nos enseñan que debemos ser directos, objetivos y francos, sin temor al desacuerdo de los demás.
Alegría: ¿Quién no disfruta el concurso? No importa cuán difíciles sean los retos y situaciones, la alegría al enfrentarlos revitaliza a sus protagonistas. Esperanza: Aquellos por los que estas parejas se dan tanto no están solos, con el apoyo de las empresas patrocinadoras del programa, el país toma conciencia, la solidaridad aparece y esto anima su esperanza, la leal compañera de los vencedores..
Soñemos, con ojos abiertos, y realicemos en nuestros equipos, familias y empresas estas diez enseñanzas del concurso “Bailando por un Sueño”.