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COLUMNISTAS


El populismo energético y el fracaso de la política energética nacional

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 17 octubre, 2022


La energía ha estado teniendo un papel cada vez más importante en los discursos y decisiones de los políticos, por lo que en gran medida las decisiones energéticas del país han venido siendo influenciadas por factores políticos.

Como parte de la discusión política, ha surgido también el populismo energético que ha conducido a diversas propuestas de política energética populista que, por acción y por inacción, han incidido en el desarrollo energético nacional.

Las políticas populistas no han considerado plenamente varios factores claves, como los factores científicos, técnicos, económicos, financieros, ambientales y sociales, por lo que han venido creando distorsiones muy significativas entre la situación energética actual y la situación que el país debiera de tener para potenciar el desarrollo económico y el progreso social.

Estas políticas han creado también importantes deficiencias y una falta de integralidad en la evolución del abastecimiento energético nacional.

Adicionalmente, muchas de las iniciativas legales que se han dado, y que se siguen dando de manera aislada y parcial, han creado un marco legal desarticulado del sector energía, lo cual agrava la situación.

Como parte de la entronización creciente del populismo en el desarrollo energético nacional, se ha promovido sin el suficiente sustento técnico y económico ciertas fuentes de energía y se ha demonizado, obstaculizado y bloqueado otras fuentes nacionales, lo que ha llevado al país a un continuo empobrecimiento energético y, consecuentemente, a cubrir el creciente faltante de energía nacional con aumentos permanentes de las importaciones petroleras y a una creciente y peligrosa dependencia petrolera del exterior.

Desgraciadamente, el populismo ha venido teniendo una injerencia cada vez mayor en la política energética del país y en los planes nacionales de energía.

La fallida política energética nacional, en gran medida causada por decisiones políticas erradas y no arraigadas en la realidad, tiene grandes implicaciones negativas para la economía nacional y para toda la sociedad.

Gran parte de lo que se ha señalado en la política energética y en los planes nacionales de energía no solamente no ha tenido ningún impacto relevante en la realidad, sino que además se ha creado un continuo deterioro.

En general, el populismo energético se basa en una combinación de diversas promesas energéticas desproporcionadas y no apegadas a la realidad que apelan a los sentimientos de las personas.

Las promesas y los planes energéticos populistas luego no se cumplen porque no están arraigados en la realidad y no están basados en criterios y estudios científicos, técnicos, económicos, financieros, sociales y ambientales. No tienen tampoco las capacidades de ejecutoria que se requieren para lograr lo que dicen que quieren lograr.

El populismo energético ha venido incidiendo de manera directa, indirecta y progresiva para imponerle al país una política energética desarraigada de la realidad y basada en dogmas y sesgos ideológicos.

Todo ha venido teniendo un impacto determinante en la política energética nacional, la cual explicita e implícitamente establece cuáles son las fuentes de energía que se impulsarán en el país, cuáles se obstaculizarán y cuáles se bloquearán.

Las políticas populistas buscan también imponer una especie de “dictadura energética” para que el Estado permita realizar sólo aquellos desarrollos energéticos y estructuras sectoriales e institucionales que estas políticas visualizan.

Todo esto termina imposibilitando otros desarrollos del potencial energético nacional que el país requiere para fortalecer el crecimiento económico y el progreso social.

Con esta forma de actuar, por acción y por inacción, el populismo energético ha contribuido fuertemente al deterioro del abastecimiento de energía y al empobrecimiento energético del país que, como señalé anteriormente, ha provocado un aumento desmedido de las importaciones petroleras.

Las políticas populistas han deteriorado también la competitividad energética nacional y las capacidades nacionales para lograr un mayor desarrollo económico y social, lo cual es contrario a lo que están haciendo los países con los que competimos en el comercio internacional y por atraer la necesaria inversión externa.

Otro aspecto que se adiciona a los efectos nocivos del populismo energético es que los monopolios y oligopolios energéticos que existen actualmente en el país tienden a concentrarse en el statu quo energético actual, el cual es dominado por las energías tradicionales, y obstaculizan la competencia con las nuevas fuentes de energía que están surgiendo en el mundo producto de los continuos adelantos tecnológicos.

La realidad que muestran los datos oficiales evidencia que existe un serio deterioro y retroceso progresivo del abastecimiento energético nacional.

Los datos oficiales muestran la cruda realidad de los resultados del fracaso de la política energética nacional y del retroceso sostenido de muchos de los factores claves del abastecimiento energético nacional, como los siguientes:

• Por acción y por omisión, y contrario a lo que se predica, se ha venido creando un creciente y continuo desabastecimiento de las fuentes nacionales de energía que ha estado obligando al país a cubrir este faltante de energía nacional con crecientes importaciones petroleras.

Esta situación es la causante del deterioro continuo de muchos de los serios problemas energéticos que se indican abajo.

• Aumento continuo de la dependencia nacional de los caros y volátiles derivados de petróleo importados, la cual representa actualmente el 64,3% del consumo energético nacional.

• Aumento de la sustitución y del desplazamiento de las fuentes renovables nacionales por los derivados de petróleo importados.

Sólo en el período 2015-2019, el abastecimiento nacional con fuentes renovables nacionales bajó un 4% y el abastecimiento con derivados de petróleo importados aumentó un 3%.

Y lo peor es que, de acuerdo con las proyecciones de RECOPE, la demanda nacional de derivados de petróleo importados va a aumentar un 37,5% al 2039. Y de acuerdo con las proyecciones del ICE, la demanda nacional de electricidad, con fuentes renovables nacionales, va a aumentar un 31,1%.

De esta manera, la ya altísima dependencia de los derivados de petróleo importados del 64,3% del consumo energético nacional continuaría aumentando fuertemente en el futuro en detrimento de las fuentes nacionales de energía.

• Empobrecimiento energético permanente del país que ha conducido a un aumento sostenido de las importaciones petroleras, a pesar de que la naturaleza dotó al territorio nacional de un importante y muy diversificado potencial energético.

• Nula diversificación energética, ya que el abastecimiento energético se ha concentrado en un 80% en únicamente dos fuentes de energía, las cuales son adicionalmente las fuentes más vulnerables a eventos externos fuera de nuestro control (los derivados de petróleo importados con un 64,3% y la hidroelectricidad nacional con un 15,4%).

Los derivados de petróleo importados son altamente vulnerables (en costos, abastecimiento, etc.) a los vaivenes y crisis impredecibles del mercado petrolero internacional.

La hidroelectricidad es la fuente de energía renovable más vulnerable (en costos, abastecimiento, etc.) a la evolución del cambio climático (estaciones secas más intensas, sequías más fuertes, etc.) que está creando estragos en todo el mundo.

Al estar en los trópicos, Costa Rica se encuentra en una de las regiones del planeta más impactadas y más vulnerables al cambio climático.

Esta vulnerabilidad energética aumenta la vulnerabilidad de la economía nacional.

• Disminución de la seguridad energética al aumentar continuamente la enorme concentración del abastecimiento energético nacional en solamente esas dos fuentes que son las más vulnerables a eventos externos fuera de nuestro control.

• Pérdida de competitividad energética que debilita al desarrollo económico y social del país.

• Falta de diversificación energética y concentración del desarrollo energético nacional en las energías tradicionales, lo cual limita la transición energética.

Esto ocurre, en gran medida debido a que la política energética no fomenta la competencia entre las diferentes fuentes de energía, tanto las nuevas como las tradicionales.

Esta es una de las razones por las que el país no solamente no avanza en la transición energética, sino que más bien retrocede, como lo muestran los datos (creciente dependencia petrolera importada, sustitución continua de las fuentes renovables nacionales por los derivados de petróleo importados, etc.).

Mientras todo esto ocurre en el país, en el mundo se fomenta una creciente competencia entre las diferentes fuentes de energía como mecanismo para impulsar la diversificación y la transición energética y para inducir abundantes y diversificados suministros de energía.

De acuerdo con los estudios internacionales, la matriz energética mundial prevista para el 2040 será la más diversificada jamás vista en la historia de la humanidad.

Costa Rica no estará en esa beneficiosa situación en el futuro porque los datos y las tendencias muestran que, si no hay un cambio radical en la política energética, la situación continuará deteriorándose, sin transición energética (y más bien en retroceso) y con una alta concentración en las energías tradicionales más vulnerables a eventos externos fuera de nuestro control, como el petróleo importado en forma de derivados y la hidroelectricidad.

• Bloqueo directo e indirecto de las tres fuentes de energía que están liderando actualmente la transición energética en el mundo: la energía solar, la energía eólica y el gas natural.

• Contrario a lo que ocurre internacionalmente, la producción de fuentes nacionales de energía no es vista por las autoridades como un sector productivo importante de la economía nacional que pone a la disposición la gran y muy variada riqueza energética para generar crecimiento económico y bienestar social.

• Aumento continuo de las emisiones al ambiente del sector energético (incluyendo gases de efecto invernadero que inciden en el cambio climático).

Entre otras cosas, este aumento de las emisiones de gases está provocando un gran retroceso nacional y el incumplimiento de los compromisos internacionales de reducir las emisiones de gases, incluyendo el Acuerdo de París.

El Informe del Estado de la Nación ha señalado también lo siguiente:

- “La matriz energética… conlleva a crecientes emisiones de gases y altos costos en términos de calidad del aire, huella de carbono y factura petrolera, entre otros”.

- “La energía, elemento clave para el desarrollo, mantenía en el 2019 la tendencia de largo plazo de creciente dependencia de los combustibles fósiles”.

• Bajo desempeño económico y social del sector energía con respecto a otros países.

• Evolución del abastecimiento energético nacional con patrones poco sostenibles desde la perspectiva económica, social y ambiental.

Todo lo expuesto en esta columna claramente muestra que, a pesar del discurso populista, Costa Rica no solamente sigue sin ninguna transición energética, sino que más bien está en una ruta de pleno retroceso energético (transición en reversa).

En conclusión, la transición energética nacional no se dará y el abastecimiento energético nacional seguirá retrocediendo y vulnerable económicamente si se continúa con las mismas políticas y las mismas estrategias que ya han demostrado que no tienen ningún efecto en el mundo real y que más bien han venido obstaculizando el potencial que tiene el país de desarrollo económico y social.

Al ser la energía el motor de una economía, el fracaso de la política energética nacional tiene consecuencias muy serias porque limita y obstaculiza los esfuerzos para mejorar el desarrollo económico y social, la calidad de vida y el desarrollo humano.

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