El poder de las historias para construir una cultura de colaboración
Sylvia González sylvia.gonzalez@cr.gt.com | Lunes 06 mayo, 2024
Una de las ideas fundamentales que comparte el escritor e historiador israelí Yuval Noah Harari en sus libros (Sapiens, Homo Deus, 21 Leeciones para el Siglo 21) es que el homo sapiens logró conquistar el mundo porque logró, a diferencia de otros homínidos que habitaban la tierra, dominar la habilidad de contar historias que pudieran inspirar a otros y hacerlos cooperar. Esta cooperación dio paso al establecimiento de sociedades que, a través de la proliferación de la agricultura, permitieron un crecimiento demográfico exponencial que nos posicionó a los humanos como especie dominante.
La cooperación es la base de cualquier construcción social, incluidas las empresas. Por esto, vale la pena entender el papel que juegan las historias para poder aprovechar su poder para construir organizaciones sólidas, donde sus miembros estén verdaderamente enfocados en el logro de sus metas comunes.
En su libro ¿Cuál es tu historia?, los autores Ryan Mathews y Watts Wacker describen diez funciones diferentes que cumplen las historias en las organizaciones. Los autores señalan que entender estas funciones, nos permite utilizar las historias en el mundo de los negocios para lograr llamar la atención de las personas y movilizarlas para que tomen acciones. Estas diez funciones que detallan Mathews y Wacker sirven tres grandes propósitos:
1. Crear contexto: Para los autores, las historias nos permiten explicar el origen de las cosas, ilustrar el “orden natural” natural, comunicar de manera concisa historias complejas, simplificar y generar perspectiva y finalmente, nos permiten ilustrar las relaciones con la autoridad. Todas estas funciones permiten establecer el contexto: entender de donde viene la organización para comprender por qué las cosas “son como son”. El contexto es el marco de acción sobre el cual podemos estructurar nuestro comportamiento. Un contexto claro nos permite interpretar nuestra realidad. También nos facilita la construcción de una visión coherente de la organización. Cuando la historia está bien alineada con el orden interno y las relaciones de autoridad, y este contexto se transmite de una forma simple y concisa, es posible crear la coherencia necesaria para lograr una visión compartida. Una visión compartida suficientemente consistente, es la brújula que guía los comportamientos de los miembros de una organización.
2. Educar: Transmitir la experiencia y el conocimiento generado a través de la experiencia ha sido tal vez la función más importante de las historias para la humanidad. El poder aprender de las experiencias de otros ha sido vital para primero para la supervivencia y después para el desarrollo científico y tecnológico. Mathews y Wacker señalan que las historias nos permiten comunicar las tradiciones y delinear los tabúes, comunicar posiciones éticas y morales y la transmisión y preservación de los valores, definir las respuestas apropiadas a la vida o modelar comportamientos. Finalmente, los autores describen la función de las historias para definir los premios y detallar el camino a la salvación o a la condenación. Dentro de un contexto organizacional, esta última función es fundamental para entender cuáles son los comportamientos esperados y clarificar las consecuencias (premios y castigos) que acarrea el desviarse de esta expectativa. Podemos pensar que si el contexto es nuestra brújula, las historias que nos “educan” nos permiten delinear el mapa para ir en la dirección que necesitamos ir.
3. Conectar: Las historias nos permiten definir nuestra identidad individual y nuestra identidad grupal. Las historias nos permiten establecer conexiones emocionales que nos vinculan con un grupo y que resultan particularmente poderosas en la medida en que se perciba un alineamiento entre mi individualidad y la identidad grupal. Este propósito de las historias ha sido entendido y aprovechado con éxito por el marketing para construir “tribus” alrededor de un producto. Pensemos en el ejemplo de Apple, que con su eslogan “Think different” (“Piensa diferente”), logró conectar con el consumidor vanguardista, y posicionarse con tremendo éxito en un nicho donde las computadoras personales habían tenido poca preponderancia: el nicho de los artistas y diseñadores.
Sin embargo, las historias, cuando se identifican y transmiten de una forma consciente e intencional, sirven dos propósitos mucho más profundos:
4. Diferenciar: Las historias pueden ayudarnos a definir la identidad de un grupo, lo que facilita atraer miembros que se identifiquen con esta identidad y lograr una conexión a nivel grupal. Las historias también pueden ayudarnos a darle un matiz distinto a este proceso de identificación y es mediante la diferenciación. Las historias nos permiten reconocer lo que nos hace diferentes respecto a otros grupos. El establecimiento de una identidad basada en lo que nos hace únicos con respecto a otros y no únicamente en los elementos que compartimos como grupo, contribuye a generar orgullo de pertenencia y a fortalecer la cohesión grupal. Pensemos que generar una identidad común es la base de la construcción grupal, mientras que la diferenciación es lo que genera orgullo de pertenencia. Esta diferenciación puede resultar particularmente relevante cuando definimos una marca empleadora: la diferenciación es relevante no sólo para atraer sino para fidelizar.
5. Reinventar: Las historias son el mecanismo por el cuál no sólo interpretamos nuestro contexto sino que somos capaces de reinterpretarlo en la medida que reescribamos estas historias. Sobre esta premisa se basan la mayoría de enfoques terapéuticos en psicología, donde el cambio en el comportamiento viene mediado por el cambio en nuestras percepciones, que a su vez cambian en la medida en que cambien las historias que nos contamos. Reinterpretar nuestra historia, personal o como organización, es un medio poderoso para cambiar nuestro comportamiento. Si se pretende lograr un cambio cultural duradero, debemos tener muy claras las historias que sostienen la cultura actual y cómo debemos reescribirlas para lograr la transformación que deseamos.
Contar historias es una parte esencial de lo que nos hace humanos. Las historias nos han permitido colaborar para construir los grupos sociales que nos han garantizado la preservación de nuestra especie y el desarrollo de herramientas que cada vez nos permiten lograr más. En la medida que reconozcamos que los seres humanos somos, como lo reconoce Yuval Harari, animales que cuentan historias y que pensamos en historias y no en números o gráficos, vamos a poder canalizar el poder del storytelling. Este poder no sólo nos permite explicarnos la realidad y transmitir información, sino que es la clave para fomentar una colaboración genuina, basada en un sentimiento de pertenencia a algo más grande, con un propósito que da sentido a nuestras experiencias y escogencias.