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Diálogo, diálogo, diálogo

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 17 febrero, 2010



Hablando Claro
Diálogo, diálogo, diálogo

Desde el Congreso, el Partido Socialista Obrero Español —en el ejercicio de gobierno— acaba de iniciar una ronda de contactos con todos los grupos parlamentarios para explorar las opciones que podrían conducir a la formulación de un Pacto de Estado en materia económica o, en su defecto, a acuerdos puntuales sobre iniciativas y proyectos específicos, necesarios para que España pueda afianzarse en la salida del profundo hoyo de la crisis que le agobia.
No se trata para nada de un ejercicio fácil. Desde la oposición todos los días se lanzan críticas severísimas por la manera en que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha maniobrado en la crisis. Pese a los disensos (o más bien debido a ellos) los actores políticos no renuncian al imperativo del diálogo. Sobre la base de los resultados de estas nuevas deliberaciones se sabrá si finalmente los españoles logran signar un pacto (así sin más, en toda la extensión del término) para encarar su desafío. Por lo pronto, al término de la primera ronda efectuada con los catalanes de Convergencia y Unión (CiU) —que clama por un gran pacto nacional— me quedaron sonando las declaraciones de su líder Duran i Lleida cuando sentenció que hay “momentos históricos” que requieren “un acuerdo de todos” y que ahora “hay que pensar menos en las próximas elecciones y más en las próximas generaciones”.
La democracia como forma de gobierno que aspira a la elaboración de acuerdos básicos pero sustantivos y siempre complejos pretende ser una alternativa a la imposición de las ideas de unos sobre los otros y entraña por ello, el principio básico del reconocimiento del otro, de los otros. La verdadera democracia es siempre una apuesta por el diálogo. Un diálogo en el que el resultado electoral es solo punto de partida. Un diálogo que requiere un ejercicio de profunda humildad que refleje la grandeza del espíritu y la claridad de objetivos e intereses legítimos de los líderes políticos que han recibido el mandato superior de formar esos acuerdos desde el gobierno y la oposición.
Sin prisa pero sin pausa, la presidenta electa de la República comenzó ayer con el líder del Movimiento Libertario Otto Guevara y continuó hoy con el líder de Acción Ciudadana Ottón Solís, un primer acercamiento al que concedió la mayor importancia y que por tanto, observamos con la esperanza de que sean el inicio de muchos encuentros y diálogos con estos y otros grupos políticos y sociales, que logren proyectar junto con un nuevo estilo de gobernar, un verdadero ejercicio democrático deliberativo para construir acuerdos de interés nacional sobre tantísimos retos y desafíos que tenemos por delante.
No habrá nada de fácil en este nuevo comienzo. No podemos echar campanas al vuelo y ciertamente hasta los vientos esperanzadores de estas cálidas mañanas de febrero podrían tornarse en tempestades de desilusión y mayor desencanto democrático si los acercamientos no se traducen en diálogo a profundidad y el diálogo no se traduce en acuerdos concretos. Pero ciertamente es hora de darle una oportunidad al diálogo político. Aprovechándome de las palabras de Duran i Lleida, para la democracia costarricense este es un momento histórico y por lo tanto es hora de que nuestros líderes políticos y sociales dejen de pensar en las pasadas elecciones y centren su atención en estas y las próximas generaciones.

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