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COLUMNISTAS


¡Destruirlo todo con tal de ganar!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 23 junio, 2017


Sinceramente

¡Destruirlo todo con tal de ganar!


La construcción de nuestro país no ha sido fácil ni rápida. Hemos decidido nuestra ruta por el ambiente sostenible, el desarrollo humano y la libertad.

Trabajo, ahorro, educación, libertad, autodeterminación y equidad son los valores que nos sostienen, nuestra columna vertebral. Hemos rechazado de plano la dictadura, el despotismo, la economía colectivizada.

No aceptamos el militarismo y abrazamos los procesos ciudadanos de elecciones transparentes y legales. No ha sido fácil, pero ha sido justo. No es perfecto, pero luchamos cada día por mejorar.

Al llegar la independencia abrazamos la democracia y afianzamos ambas. La pequeña propiedad primero, y el cultivo del café después, cambiaron al país para bien. Con Juan Rafael Mora a la cabeza luchamos por nuestra libertad e independencia. Los fieros hijos de los agricultores del valle central nos mantuvieron libres de Walker. Igual decisión deberemos tener hoy para alcanzar nuestro desarrollo.

Tomás Guardia le dio una formidable renovación al Estado costarricense. La secuencia de Jesús Jiménez, Tomás Guardia, Próspero Fernández, Bernardo Soto, Ascensión Esquivel, Cleto González, Ricardo Jiménez y Julio Acosta asentaron el derecho y el respeto a la ley, transformando a Costa Rica en un país encauzado a las mejores metas. Todos ellos eran seres humanos con falencias y problemas de vida privada, pero fueron gigantes que construyeron un país respetuoso del derecho y la institucionalidad.

El ciclo de libertad, derecho, democracia representativa, propiedad privada e independencia dio formidables resultados. De la producción de café se fue de manera lenta y segura desarrollando una agricultura importante. El país fue escogiendo de líderes a personas también más educadas y mucho más conocedoras. La calidad de líderes define a la calidad de los electores, esa calidad es determinante en sacar el país adelante.

Las tensiones sociales y económicas de dos guerras mundiales cambiaron al país. El pensamiento de Rafael Ángel Calderón y de Teodoro Picado, acompañado del de monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez y un nutrido grupo de pensadores y de políticos de sensibilidad, les dieron un giro a las leyes hacia la justicia social, la equidad y la democracia efectiva. Siempre hubo hechos criticables, pero se erigió un país más justo. Siempre fueron, a pesar de las cosas malas, muchas más las buenas.

El restablecimiento del libre sufragio y la llegada de José Figueres, Francisco J. Orlich, Otilio Ulate, Mario Echandi y de José Joaquín Trejos terminó de modernizar a Costa Rica dentro de un modelo de democracia representativa, justicia social y proteccionismo económico dentro del Mercado Común Centroamericano. El país avanzó y creció. Fueron días de satisfacción y de progreso.

Don Daniel Oduber Quirós estructuró el estado empresario y buscó que este empujara el desarrollo a través de emprendimientos estatales que luego serían vendidos a la empresa privada. Errores siempre se produjeron. Nadie era infalible. Las equivocaciones se fueron corrigiendo y el país cambió para bien.

Vivimos la crisis de los precios del petróleo y la división política del país. Don Rodrigo Carazo Odio tuvo la difícil tarea de capitanear el barco entonces. Fueron tiempos llenos de sufrimiento. Aprendimos que una casa dividida por la política no prevalece. Los partidos exaltando entonces diferencias y no objetivos comunes vieron al país polarizarse.

Don Luis Alberto Monge Álvarez logró reconstruir el empleo, estabilizar la moneda y salvar de la quiebra a las empresas del país luego de aquella crisis. Los costarricenses apretaron los dientes y se tragaron las amarguras, fue muy duro pero lo lograron. Costa Rica salió adelante. Muchas cosas se le criticaron a don Luis Alberto, lo importante no fue el pelo en la sopa. Lo importante fue salvar al país.

Óscar Arias Sánchez logró la paz centroamericana, José María Figueres, Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez fueron orientando el país hacia el libre comercio. Ellos comprendieron que un mercado de unos 5 millones de consumidores es insuficiente para generar el empleo que el país requería, que el enfoque hacia el exterior era lo que permitiría vender a unos 7.500 millones de compradores.

Abel Pacheco también hizo lo suyo al negociar el TLC con Estados Unidos. A Óscar Arias tocó la prueba difícil del Referéndum y la puesta en vigor de la agenda complementaria del tratado. También junto a Laura Chinchilla encaminó la apertura hacia Europa, China y Singapur...Tiempos de cambio, tiempos de progreso, tiempos de grandes discusiones y desencuentros.

Enfrentamos ahora la urgente necesidad de un mejor y más funcional modelo de administración pública. Requerimos más y mejores herramientas de gobernabilidad, menos discusión y decisiones más oportunas.

Costa Rica necesita acercar a los ciudadanos a la toma de decisiones en nuestro sistema. Una democracia participativa se observa en el horizonte y gracias a la revolución de las comunicaciones hoy es cada vez más cercana y funcional. La reforma política de la elección de diputados es urgente. Mucho es sujeto de mejoramiento, pero la inmensa mayoría de lo hecho ha sido muy positivo.

No se destruye todo lo que hemos logrado como país por un triunfo electoral como el buscado por los grupos antisistema. No se destruyen libertades, justicia social, equidad, movilidad social o democracia efectiva por ganar una elección. No se destruye el país por derrotar a un adversario. Lo que tanto ha costado no se pone en riesgo. Destruir lo hecho para ganar el poder sería abiertamente inmoral.

No se acusa a todos de corruptos sin pruebas porque eso destruye la institucionalidad. No se destruye la credibilidad de la justicia, tribunales y fiscalía solo porque no hay coincidencia entre los linchamientos y los fallos judiciales. No se eligen los mandatarios en jolgorio sino en reflexión. No se eligen inútiles que detengan al país. No se eligen sinvergüenzas que corrompan a los costarricenses. Jamás se escogen populistas que despedacen a Costa Rica. Acusar a todos generalizando desmoraliza al país. Acusar sin pruebas debilita todas las acusaciones aun las válidas.

A Costa Rica hay que cuidarla, mejorarla, amarla, nunca destruirla. No se destruye el sistema, no se acaba con la historia. Debemos apreciar más lo bueno, defender más lo positivo hecho. La patria siempre es primero. Viva Costa Rica.

Profesor
ebruce@larepublica.net

 

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