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¡Despotismo es mejor que libertad y democracia!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 16 junio, 2017


En defensa de la democracia publiqué hace ocho días un artículo mostrando cómo la pérdida de la libertad, la confiscación de nuestra propiedad que tanto nos ha costado construir, la ausencia del derecho que nos ampara a todos de la arbitrariedad del Estado y de otros individuos, de nuestra capacidad de pensar libremente, de decir lo que queremos y actuar de manera legítima conduciendo nuestros asuntos en absoluta libertad no resuelve los problemas sino que los empeora. Renunciar a la libertad nos hunde en problemas

Sinceramente

¡Despotismo es mejor que libertad y democracia!

En defensa de la democracia publiqué hace ocho días un artículo mostrando cómo la pérdida de la libertad, la confiscación de nuestra propiedad que tanto nos ha costado construir, la ausencia del derecho que nos ampara a todos de la arbitrariedad del Estado y de otros individuos, de nuestra capacidad de pensar libremente, de decir lo que queremos y actuar de manera legítima conduciendo nuestros asuntos en absoluta libertad no resuelve los problemas sino que los empeora. Renunciar a la libertad nos hunde en problemas.

Las reacciones de quienes desean la instauración del despotismo me han dejado reflexionando, ¿qué hicimos mal, qué estamos dejando de hacer, cómo remediar problemas que no existen más que en el imaginario social de quienes lo han construido y se lo creen?
Me comenta un apreciable lector: “Don Bruce la democracia dejó de existir hace 40 y tantos años, desde que el PLN y PUSC se aliaron para corromper el sistema institucional comenzando por el TSE… Poder Judicial… etc. Necesitamos cambios sustanciales y reales no políticos que se amparan al mejor postor… Dejar de seguir vendiendo el país a las transnacionales, darles a las instituciones del Estado el aval para que se enrumben a la globalización pero de una manera real, no permitiendo lo que las empresas quieran hacer con el trabajador costarricense. Un largo etc…”.

La democracia no ha dejado de existir, ni la libertad de elegir y sustituir en el gobierno a quienes el elector considere inconvenientes. La alternabilidad se ha dado, la elección del PAC ha logrado que se interrumpa la solución de continuidad de aquellos partidos señalados. Los electos en sustitución de los partidos que el lector considera indeseables no parece que haya encontrado corrupción institucional en el TSE, ni en el Poder Judicial.

Tengo para mí que el imaginario social de la corrupción institucional simplemente es eso, un imaginario social. Corrupción hay y es comprobable pero no de la manera como es enfocada acá. Todas las instituciones requieren su transformación en el tiempo, a las nuevas circunstancias nacionales, regionales y globales. Ciertamente no es lo mismo la etapa de proteccionismo y del Mercado Común Centroamericano que esta que vivimos de libre comercio y de integración a la globalidad. Retroceder dejaría a miles desempleados, los precios subirían a las nubes, la calidad de lo consumido se vería afectada.

Acusa el lector que se venden las empresas a las transnacionales y bien puede ser, pero eran de sus dueños y los dueños lo son porque pueden si lo desean cerrarlas o venderlas o bien conservarlas. Si las venden es porque está en razón directa de su interés.

Algo me ha dejado pensativo y es la afirmación de que las instituciones deben recibir el aval, me imagino del Estado, para “que se enrumben a la globalización”… ¿Habrá alguna que lo haya solicitado siquiera? Si es la banca estatal ya tiene a BICSA, el ICE, la Caja o AYA no tiene mucho sentido que se transformen en multinacionales si son servicios deficitarios en su mercado natural que es Costa Rica.

Finalmente el apreciado lector clama para que las empresas no hagan con el trabajador lo que quieran. Acá también es claro que las leyes no han cambiado y el Código de Trabajo sigue vigente, y de igual manera un ágil Código Procesal Laboral está por entrar en vigencia. Ninguna de estas razones es remotamente válida para abrazar el despotismo populista y abandonar la democracia.

Otro estimable lector me ha escrito: “Ni un comandante de derecha ni de izquierda, pero tampoco un dictador en democracia y un gobierno corrupto de un partido corrupto, una sociedad de grupos de poder económico que lucran y nadan en sus corrupciones de sus gobiernos para favorecerse y favorecer a un minúsculo grupo de empresarios y empobrecer al mayor número, es decir ni dictadores, ni PLN”.

El apreciado lector no ha percibido que el país está limitado en su gobernanza y en su gobernabilidad por un enjambre de leyes, frenos y contrapesos. Un Poder Ejecutivo administra los asuntos públicos, una Asamblea Legislativa dicta las leyes, un Poder Judicial juzga los delitos y contravenciones, la inconstitucionalidad de las leyes y zanja las discrepancias civiles entre individuos. ¿Dictadura en democracia? No la hemos visto, no la hemos sentido, ni hemos percibido el grosero incumplimiento de las leyes, ni la división de poderes ha dejado de funcionar.

Grupos de poder económico diminutos y corruptos si existieran hay que señalarlos con nombres y apellidos y dar los nombres de las empresas y dejar de construir el imaginario social de que unos se comen la piña y a otros les duele la panza.

Las preferencias políticas las esgrime cada quien y vota libremente conforme a la ley por el partido de su preferencia, en eso estriba la democracia. Acá no vamos a decirle por quién debe votar.

Finalmente otro lector me señala: “Mejor un comandante que un maricas sin poder y mando”. Creo que esta es una expresión de frustración ante la lentitud e inefectividad del Estado. No es asunto de ser heterosexual, o valiente o tener agallas. Este es un asunto de destrezas y habilidades, de elegir al correcto, de encontrar a quien sepa sacarnos de la discutidera eterna y nos coloque en la ruta de la ejecución pronta.
Entre despotismo y democracia siempre, siempre democracia. La patria siempre es primero. Viva Costa Rica.

Profesor
ebruce@larepublica.net
 

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