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Deporte sacó a atleta tica de un abismo plagado de sufrimiento

Karol Mora kamora@larepublica.net | Martes 10 octubre, 2017




Marcela Blanco Echeverría, atleta de 23 años y vecina del Zurquí, cuenta con un amplia hoja de vida deportiva. Comenzó practicando gimnasia, luego se vio atraída por la natación, pasó a nado en aguas abiertas a pesar de su fobia al mar y ahora viste su kimono como atleta de jiu-jitsu brasileño.

A pesar de sufrir una serie de percances y deterioro en su salud, ninguna enfermedad fue una barrera lo suficientemente alta para detenerla.

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A los cinco años, aquella niña enérgica fue diagnosticada con problemas de aprendizaje, sufre de asma, diabetes, gastritis y colitis, además la intervinieron el año pasado por un tumor en la apéndice. También padece una enfermedad sin diagnóstico, la cual los doctores tratan en el Hospital San Juan de Dios en el departamento de hemato-oncología.

Las lesiones también la han acompañado.

“Me he quebrado el tobillo, la tibia y el peroné, me he quebrado la muñeca dos veces, se me han desmontado los hombros y los codos. Tengo un sinfín de lesiones que me repercuten por tenerlas desde que estaba pequeña”, explicó la deportista.

De igual manera sus padres la motivaron para practicar deporte y superar sus enfermedades. Ser inició en la gimnasia olímpica a muy temprana edad.

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En 2004 su familia se mudó a México pero su madre la ingresó en un gimnasio para continuar con su entrenamiento.

“Mis padres siempre me han apoyado pero mi mamá es mi angelito. Con todo esto de mis padecimientos, la excusa del pobrecita no es válida para dejar de entrenar. Yo pude haber dicho, no puedo, estoy enferma o desde la escuela, que dijeron no iba a aprender a leer”, comentó Marcela.

Aunque su etapa como gimnasta se extendió de 1999 a 2006, reconoce que su deporte amado siempre será la gimnasia, donde aprendió la disciplina.

Una lesión la apartó de las barras y vio una nueva oportunidad en la natación. Comenzó a practicarla en piscina olímpica y en aguas abiertas. Su reto principal fue superar la fobia al mar, pero lo consiguió.

“El primer circuito aguas abiertas fue Playa Conchal, era tal la corriente que yo nadaba y nadaba, de hecho no hice el mejor tiempo (risas), terminé supercansada, fue bastante difícil”, indicó la atleta nacional.

Luego encontró el arte del jiu-jitsu brasileño y se colocó el kimono para seguir triunfando y cosechando medallas.

El sábado 21 de octubre competirá en la Villa Olímpica en Desamparados, donde se rifará un premio para participar en el Grand Slam en Brasil, en todos los pesos y categorías.

 


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