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COLUMNISTAS


Defendamos el pacto social costarricense y el estado de derecho

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 10 julio, 2020


Sinceramente

El país con instituciones sólidas nacidas en el pasado remoto y afianzadas en el ejercicio constante de la libertad y de la legalidad, le ha hecho frente a casi todas sus grandes crisis coyunturales, saliendo airoso de las mismas. Esta pandemia no es una excepción. Sin perjuicio de ello los problemas económicos y fiscales están conduciéndolo hacia el borde mismo del abismo.

Los efectos económicos de la Primera Guerra Mundial llevaron al país a una crisis política y a dos derrocamientos con una intervención extranjera que desembarcó de acorazados y a la sombra de sus grandes cañones tropas de invasión en Puntarenas y Limón.

La Segunda Guerra Mundial generó también una marejada singular de pobreza, paro súbito de nuestras exportaciones, desempleo y caída de la recaudación fiscal que condujeron a grandes transformaciones políticas, alianzas, y finalmente a una confrontación social como la de 1919.

La crisis financiera internacional de 2007 generó una marejada impresionante para el país que sobrevivió aumentando la deuda pública y generando déficits fiscales mayores, para en teoría keynesiana, inflar la demanda y sostener la economía. Sin haberse recuperado el país una segunda crisis mayor lo azota en estos momentos con la pandemia económica que todos vivimos día a día. Las consecuencias políticas del 2007 fueron el relevo del PLN y del PUSC del poder. La crisis y consecuencias políticas de la pandemia económica del 2020 aún están por verse.

Muchas personas en diarios y redes, radios, TV y “streaming” por estrategia electoral atizan la pérdida de confianza en el Gobierno, sus personeros y en el Presidente de Costa Rica. Muchas personas sin dar sugerencia alguna a la resolución de los problemas nacionales casi llegan a llamar a la sedición.

Este no es momento de destruirnos entre nosotros. No es el momento de seguir la senda destructiva que el país siguió en el 1919 o en los 40s. Este es el momento de conversar entre nosotros, no de pelear hasta destruirnos. Este es el momento de llegar a grandes acuerdos y mejores soluciones. Este no es el momento, de llamar a la sedición o al descrédito de los titulares de los poderes públicos, sino de pensar y trabajar juntos por preservar el pacto social que nos ha unido en propósitos y metas a los costarricenses y a respetar y defender el estado de derecho que son las reglas que rigen intercambios y relaciones en nuestra sociedad.

La injusticia, la falta de libertad, la tiranía, todo eso existía desde hacía muchísimos años, pero el régimen zarista en 1917 fue derribado por la crisis económica generada por la guerra mundial. Las consecuencias económicas generadas por le depresión de 1929 generaron en la Europa Central situaciones extremas y claro está las consecuencias políticas para que regímenes como los del Almirante Horthy Regente de Hungría, el dictador fascista Benito Mussolini en Italia y el gran dictador ejemplo del mal en Alemania se establecieran. Todos ellos aseguraron a su pueblo orden en sacrificio de sus libertades y de su estado de derecho. Terminaron perdiendo ambos y sufriendo el flagelo de la dictadura y los dolores consecuentes. Dividieron a sus sociedades profundamente, divisiones que aún hoy tardan en sanar. Recurrieron a la xenofobia, a la exaltación religiosa, al nacionalismo y al amor a la patria para eventualmente traicionar todo y destruir todo.

Costa Rica en ingenuidad escucha y aplaude a quienes están buscando debilitar el pacto social, el entendimiento entre los costarricenses por alcanzar un futuro promisorio común, como si ellos sin proponer nada pudieran lograrlo. Algunos costarricenses celebran que se insulte a las autoridades y se denigre a las instituciones sin criticas serias tan solo profiriendo insultos, y corriendo rumores. Esta pareciera es la nueva forma del mismo monstruo, el populismo de izquierda y de derecha que nos acecha detrás de cada iluminado.

Tenemos muchas figuras cuestionables por supuesto. Tenemos muchos líderes políticos tradicionales a quienes ya se les pasó su tiempo. Tenemos que mejorar leyes y transformar instituciones para actualizarlas a nuestro presente. Sin embargo, nada de ello se logra peleando a muerte. El camino para la transformación del país es conversando, acordando y trabajando en conjunto.

Nunca ningún país ante crecidos problemas logró resolverlos en pleito, división, destrucción de personalidades, frases efectistas o actitudes faraónicas.

El pacto social y su marco de estado de derecho deben de ser preservados con todas las fuerzas de nuestro espíritu y de nuestras acciones. El mejoramiento continuo del país debe ser el resultado del esfuerzo de sus habitantes en paz, concordia, serenidad y diálogo. Es momento de unidad no de pleitos.

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