De celeste viste el Rey
Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Lunes 25 julio, 2011
De celeste viste el Rey
Uruguay justo y digno campeón de Copa América
Como una forma de demostrar que lo del mundial no fue casualidad, Uruguay se coronó ayer como el nuevo Rey de América, y lo hizo sin dejar la más mínima duda de su superioridad, ante un Paraguay al que esta vez no le salieron las cuentas.
Con un Luis Suárez que terminó de redondear sus números para ser electo el mejor jugador de la Copa América y un Diego Forlán, que tras un año de sequía con su selección, volvió al gol por partida doble, la celeste salió victoriosa del Monumental, con un 3-0, que en este caso sí fue un fiel reflejo del partido.
Los uruguayos sabían que enfrentaban a un equipo con su misma garra, algo más de técnica y al que alargar los juegos les resultó su mejor negocio en esta Copa, y por eso, desde el mismo arranque del juego solo apostaron a la victoria. Marca asfixiante, actitud ofensiva, agresivos en el ataque y guerreros a la hora de recuperar el balón; Paraguay solo vio que le caía un chaparrón encima, y pensó en guarecerse mientras pasaba y se podía acomodar, pero no tuvo tiempo.
En 7 minutos, cinco tiros de esquina; alrededor del meta Justo Villar era difícil respirar, mientras Suárez empezaba a convertirse en la pesadilla de Darío Verón y de sus compañeros.
Por otra parte, Néstor Ortigoza no lograba darle oxígeno a su equipo y en dos minutos el árbitro le perdonaba una doble mano dentro del área.
Esta vez el fútbol fue justo y el camino se despejó temprano, al minuto 11, cuando Suárez remata con la marca de Verón encima, y el botín del paraguayo más bien desvía el esférico hacia un rincón imposible para Villar.
El gol fue un desahogo. Paraguay tenía que inventarse otra historia; esperar y especular ya no era factible. Christian Riveros y Nelson Haedo intentaban salvar la barca, pero los charrúas sacaron el “hacha” y aunque se llenaron de tarjetas amarillas, le quitaron ímpetu a sus rivales.
Al 31, Forlán recibió excelente pase de Suárez (juegan de memoria estos dos), pero Villar tapó en la salida; no obstante, diez minutos después Egidio Arévalo sorprende en la salida a la “tortuga” Ortigoza y cede para Forlán, que la pega como los reyes y pone el 2-0 en el marcador. El tablero entonces anunciaba al campeón y estaba claro que Paraguay tendría que mejorar muchísimo, para cambiar la historia.
La primera opción real de peligro paraguaya llegó al 53’, cuando un Ortigosa, un poquito mejorado, logra conectar con Haedo que la pega muy bien, pero Fernando Muslera apenas la roza y el balón se estrella en el horizontal.
Luego Iván Piris, minutos más tarde, lograría un centro que Riveros no pudo conectar por el centro. Oscar Tabárez movió sus fechas, pero lejos de armarse a la defensiva, introdujo a Edinson Cavani, no solo para poner un obstáculo más en la salida de su rival, sino para amenazarlo con una tercera anotación.
Gerardo Martino, quien no estaba en el banquillo, envió al campo a un habilidoso Hernán Pérez, que hizo lo que quiso por el sector derecho, pero nunca encontró compañía, como para formar una sociedad salvadora para su equipo.
En la agonía del juego un contragolpe; de los pies de Cavani a la cabeza de Suárez y de ahí a Forlán, para que este liquidara el juego. Uruguay reina en América y lo hace, porque fue el mejor.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net
Uruguay justo y digno campeón de Copa América
Como una forma de demostrar que lo del mundial no fue casualidad, Uruguay se coronó ayer como el nuevo Rey de América, y lo hizo sin dejar la más mínima duda de su superioridad, ante un Paraguay al que esta vez no le salieron las cuentas.
Con un Luis Suárez que terminó de redondear sus números para ser electo el mejor jugador de la Copa América y un Diego Forlán, que tras un año de sequía con su selección, volvió al gol por partida doble, la celeste salió victoriosa del Monumental, con un 3-0, que en este caso sí fue un fiel reflejo del partido.
Los uruguayos sabían que enfrentaban a un equipo con su misma garra, algo más de técnica y al que alargar los juegos les resultó su mejor negocio en esta Copa, y por eso, desde el mismo arranque del juego solo apostaron a la victoria. Marca asfixiante, actitud ofensiva, agresivos en el ataque y guerreros a la hora de recuperar el balón; Paraguay solo vio que le caía un chaparrón encima, y pensó en guarecerse mientras pasaba y se podía acomodar, pero no tuvo tiempo.
En 7 minutos, cinco tiros de esquina; alrededor del meta Justo Villar era difícil respirar, mientras Suárez empezaba a convertirse en la pesadilla de Darío Verón y de sus compañeros.
Por otra parte, Néstor Ortigoza no lograba darle oxígeno a su equipo y en dos minutos el árbitro le perdonaba una doble mano dentro del área.
Esta vez el fútbol fue justo y el camino se despejó temprano, al minuto 11, cuando Suárez remata con la marca de Verón encima, y el botín del paraguayo más bien desvía el esférico hacia un rincón imposible para Villar.
El gol fue un desahogo. Paraguay tenía que inventarse otra historia; esperar y especular ya no era factible. Christian Riveros y Nelson Haedo intentaban salvar la barca, pero los charrúas sacaron el “hacha” y aunque se llenaron de tarjetas amarillas, le quitaron ímpetu a sus rivales.
Al 31, Forlán recibió excelente pase de Suárez (juegan de memoria estos dos), pero Villar tapó en la salida; no obstante, diez minutos después Egidio Arévalo sorprende en la salida a la “tortuga” Ortigoza y cede para Forlán, que la pega como los reyes y pone el 2-0 en el marcador. El tablero entonces anunciaba al campeón y estaba claro que Paraguay tendría que mejorar muchísimo, para cambiar la historia.
La primera opción real de peligro paraguaya llegó al 53’, cuando un Ortigosa, un poquito mejorado, logra conectar con Haedo que la pega muy bien, pero Fernando Muslera apenas la roza y el balón se estrella en el horizontal.
Luego Iván Piris, minutos más tarde, lograría un centro que Riveros no pudo conectar por el centro. Oscar Tabárez movió sus fechas, pero lejos de armarse a la defensiva, introdujo a Edinson Cavani, no solo para poner un obstáculo más en la salida de su rival, sino para amenazarlo con una tercera anotación.
Gerardo Martino, quien no estaba en el banquillo, envió al campo a un habilidoso Hernán Pérez, que hizo lo que quiso por el sector derecho, pero nunca encontró compañía, como para formar una sociedad salvadora para su equipo.
En la agonía del juego un contragolpe; de los pies de Cavani a la cabeza de Suárez y de ahí a Forlán, para que este liquidara el juego. Uruguay reina en América y lo hace, porque fue el mejor.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net