¡Cuidado: Voy a ir a pensar!
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 16 mayo, 2012
¡Cuidado: Voy a ir a pensar!
“¿Y ahora, con qué nos va a salir este jefe?” Detrás del notorio avance de un equipo, de un clima de trabajo positivo y de un alto compromiso con objetivos, hay personas que dedican tiempo para pensar a fondo. Las organizaciones equilibradas son dirigidas por líderes reflexivos, prudentes e inspiradores del pensamiento crítico en sus semejantes. Eso explica el éxito que repiten, una y otra vez.
Identifique los tres errores más graves cometidos en su equipo en los últimos tres meses y que afectaron la estabilidad interna y el rendimiento. ¿Verdad que se hubieran evitado, si tan solo los tomadores de decisiones hubieran recapacitado dos veces los asuntos antes de ponerlos en práctica? La pasión por el activismo se confunde con capacidad de ejecución y lleva a algunos a crear ambientes estresantes sin algo tan elemental como la autocrítica o la innovación.
Recapacite cuándo fue la última vez que su equipo analizó lo siguiente: ¿Es esto un verdadero equipo? ¿Hay mejores maneras de lograr lo que pretendemos? ¿Somos consistentes entre formas de trabajo y valores? ¿Cómo impactan nuestras decisiones la vida de otras personas? ¿Qué deberíamos dejar de hacer porque ya no es necesario? ¿Cómo nos veríamos si hiciéramos lo que jamás hemos intentando? ¿Estamos aprendiendo y tomando decisiones con inteligencia o con impaciencia? ¿Es ésta nuestra mejor versión de equipo?
La repetición de errores y de fracasos es más frecuente ante la falsa creencia de que es obligatorio tener respuestas inmediatas para todo. Es peligroso notar que hay dirigentes que desactivan el hábito del pensamiento, de la consulta de criterios a otros, y del cuestionamiento de ideas propias para mejorarlas. Insólitamente, varios cuestionadores de paradigmas son vistos como peligrosos agitadores que hay que marginar.
Hacer pausas durante el día, convertirnos en observadores de nosotros mismos y ser más orientados a plantear preguntas que a vender respuestas, son prácticas muy aconsejables. ¿Qué hay de malo en advertirle a nuestro equipo que estaremos en soledad un par de horas dedicadas a cavilar y que, por favor, no nos interrumpan?
Sorpréndase y sorprenda a sus compañeros, duplique el tiempo que dedica a la reflexión y se dará cuenta de que mucho de lo que ahora le impide pensar no es más que una excusa para no hacerlo. Recuerde el viejo refrán: ¡Quien despierta el pensamiento jamás se vuelve a dormir! Lo mismo sucede en las organizaciones. ¿Es así en la suya?
“¿Y ahora, con qué nos va a salir este jefe?” Detrás del notorio avance de un equipo, de un clima de trabajo positivo y de un alto compromiso con objetivos, hay personas que dedican tiempo para pensar a fondo. Las organizaciones equilibradas son dirigidas por líderes reflexivos, prudentes e inspiradores del pensamiento crítico en sus semejantes. Eso explica el éxito que repiten, una y otra vez.
Identifique los tres errores más graves cometidos en su equipo en los últimos tres meses y que afectaron la estabilidad interna y el rendimiento. ¿Verdad que se hubieran evitado, si tan solo los tomadores de decisiones hubieran recapacitado dos veces los asuntos antes de ponerlos en práctica? La pasión por el activismo se confunde con capacidad de ejecución y lleva a algunos a crear ambientes estresantes sin algo tan elemental como la autocrítica o la innovación.
Recapacite cuándo fue la última vez que su equipo analizó lo siguiente: ¿Es esto un verdadero equipo? ¿Hay mejores maneras de lograr lo que pretendemos? ¿Somos consistentes entre formas de trabajo y valores? ¿Cómo impactan nuestras decisiones la vida de otras personas? ¿Qué deberíamos dejar de hacer porque ya no es necesario? ¿Cómo nos veríamos si hiciéramos lo que jamás hemos intentando? ¿Estamos aprendiendo y tomando decisiones con inteligencia o con impaciencia? ¿Es ésta nuestra mejor versión de equipo?
La repetición de errores y de fracasos es más frecuente ante la falsa creencia de que es obligatorio tener respuestas inmediatas para todo. Es peligroso notar que hay dirigentes que desactivan el hábito del pensamiento, de la consulta de criterios a otros, y del cuestionamiento de ideas propias para mejorarlas. Insólitamente, varios cuestionadores de paradigmas son vistos como peligrosos agitadores que hay que marginar.
Hacer pausas durante el día, convertirnos en observadores de nosotros mismos y ser más orientados a plantear preguntas que a vender respuestas, son prácticas muy aconsejables. ¿Qué hay de malo en advertirle a nuestro equipo que estaremos en soledad un par de horas dedicadas a cavilar y que, por favor, no nos interrumpan?
Sorpréndase y sorprenda a sus compañeros, duplique el tiempo que dedica a la reflexión y se dará cuenta de que mucho de lo que ahora le impide pensar no es más que una excusa para no hacerlo. Recuerde el viejo refrán: ¡Quien despierta el pensamiento jamás se vuelve a dormir! Lo mismo sucede en las organizaciones. ¿Es así en la suya?