Consejos para los aspirantes del futuro
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 24 mayo, 2023

Luis Alberto Monge fue entre muchas otras cosas, un maestro en lo que son las relaciones humanas. Contaba que cuando conocía alguien por primera vez, tomaba la decisión de si esta persona iba a ser amiga o no. Tomaba su tiempo, entablaba una conversación donde mostraba interés genuino (porque lo era) y luego llegaba a una conclusión; si la persona era amiga así quedaba por vida o hasta que demostraba lo contrario.
Construyó como una red en su memoria – conocía historias familiares, logros, problemas, y como interactuaban unas con otras. Por supuesto también conocía la afiliación política de todos los que conocía.
Si otras personas llegaban y “hablaban mal” de la persona que era su amigo, fue el que contaba las cosas negativas que quedaba mal con Monge. Era una fórmula sencilla para operar en el mundo político y por ese tipo de sabiduría es que logró ser muy exitoso como el más joven de los constitucionalistas de 1949 y luego presidente de Costa Rica.
Monge se hizo famoso por algunas de sus frases. Entre ellos:
“En política los celos son más brutales que en el amor.” “En Costa Rica tenemos tres estaciones—la que llueve, la que no llueve y la que tenemos problemas con Nicaragua.” “En política se hacen amigos de mentiras y enemigos de verdad.”
Era un hombre que leía mucho, pero practicaba lo que se conoce como realpolitik. Llegó a la presidencia después de una crisis económica de las peores que ha vivido el país. Dijo en ese entonces “creció la brecha social y tenemos un millón de pobres en el país.” En ese entonces la población total era 2.5 millones. Durante sus cuatro años presidió sobre la reestructuración de la economía – dejó un modelo que aún existe ahora en la tercera década del Siglo XXI.
Hay compendios de los dichos de él, un hombre que comenzó su vida trabajando en un tramo del mercado central de San José. Como fue el caso de otros políticos exitosos, tenía una memoria asombrosa por su capacidad. Ya aprendido el nombre y haber visto y hablado con alguien nunca se olvidaba. Tenía un sistema, pero nunca lo compartió.
Una señora contó de haber conocido a Don Luis Alberto una sola vez en algún lugar de Heredia y seis meses después caminando por la calle 42 de Nueva York por pura casualidad se encontró con él quien la saludó con nombre, le preguntó que estaba haciendo en esa ciudad y demostró que perfectamente se acordaba de lo que hablaron en esa provincia medio año antes. Para los que aspiran a una carrera en ese campo recordar los nombres de las personas es fundamental – después de todo esos son “amigos.”
Monge perdió la elección de 1978 y ganó en 1982. Durante los cuatro años que ganó su adversario en la elección solo pasaba ofreciendo esperanza. No era necesario criticar el gobierno del que le venció; fue tal la magnitud de la debacle económica que las fallas eran conocidas por todos.
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