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Confesar

Sebastián Rodríguez | Viernes 25 enero, 2013


En el ámbito profesional, la capacidad para admitir e identificar un error propio es una gran fortaleza. Nuestra capacidad de admitir un error y aprender de él es la clave del desarrollo y aprendizaje


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Cuando era más joven practicaba el ciclismo con mucho entusiasmo, y a los 13 años, con un grupo de amigos viajamos en bici desde un pueblo en Vermont hasta llegar a la ciudad de Montreal en Canadá. En esa época, Lance Armstrong estaba en la cima del deporte del ciclismo y, lógicamente, para todos nosotros era un héroe.
Durante muchos años fue acusado de dopaje por periodistas, otros ciclistas y las autoridades, entre otros. Lance siempre logró evitar que comprobaran las acusaciones. Finalmente, después de más de una década de mentiras, confesó.
En su libro Every Second Counts (Cada Segundo Cuenta) Lance escribió la siguiente frase acerca de la posibilidad de que la gente pensara que era culpable:
“Todo por lo que había trabajado tan duro, mi carrera, mi reputación, lo que había hecho como un atleta, todo lo que tenía podía perderlo, todas las cosas que se pierden cuando la gente piensa que usted ya no es una buena persona”.
Efectivamente, sus palabras se han vuelto su realidad. En unos pocos meses perdió millones de dólares en patrocinios, le quitaron las medallas y títulos que había ganado, y quizás para él lo más difícil, lo obligaron a que renunciara como líder de su fundación que lucha contra el cáncer Livestrong.
Pero en realidad, esto no es otro artículo más criticándolo y hablando de las consecuencias de sus acciones. Lo que pienso que debe destacarse de todo lo sucedido es el hecho de que admitió el error y confesó.
En mi experiencia, una de las cosas más difíciles de hacer es admitir un error. Dependiendo de la magnitud del error, me parece que varía la dificultad de confesarlo, entre más grande es, más difícil.
En este caso, fueron muchos errores a través de muchos años y al final concluyó con una confesión televisiva en el show de Oprah.
La verdad es que para la mayoría de nosotros nuestros errores no los documenta la prensa pues no estarían interesados en la confesión. Pero eso no le resta la importancia de admitir un error.
Todos cometemos errores. Incluso, me atrevo a decir que cometer errores nos vincula como humanos a través de culturas, etnias y creencias.
Pero, por otro lado, nuestra capacidad de admitir un error y aprender de él es la clave del desarrollo y aprendizaje.
En el ámbito profesional, la capacidad para admitir e identificar un error propio es una gran fortaleza.
Todo buen líder puede identificar cuáles son los miembros del equipo que no tienen miedo de enfrentar los errores, conversarlos abiertamente y discutir las medidas para corregirlos.
En la vida personal, a muchos nos cuesta todavía más admitir un error. Parte de poder pedir perdón es entender y admitir los errores.
Lance ya no es un héroe como fue en mi juventud, pero no ha perdido mi respeto, porque yo también he cometido errores en mi vida y sé lo difícil que es confesar.

Sebastián Rodríguez Álvarez

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