¡Con él todo, sin él nada!
| Viernes 16 octubre, 2009
¡Con él todo, sin él nada!
¿Cuál es la llave que abre muchas puertas, incluyendo la de la buena voluntad para contribuir al éxito de un proyecto en su empresa o equipo? ¿A qué se debe el orden en el tránsito de vehículos que observamos en algunos países? ¿Cuál es la base del ambiente de confianza mutua en una organización triunfadora? Sí, usted respondió bien. Y lo hizo porque posee esa llave: el respeto.
La raíz de esa virtud a nivel de un equipo, es el respeto de cada miembro a sí mismo. La fidelidad a sus ideales, conceptos de vida y límites definirán sus actitudes. Quien se respeta provoca que los demás lo respeten, aunque no todo el tiempo sea así. No obstante, pese a las acciones negativas de otros, la tranquilidad interior será siempre su fiel compañera.
A partir del autorrespeto será factible el nacimiento de relaciones constructivas para procurar metas comunes. Los equipos unidos y con camaradería llegan lejos. Eso sí, como afirma el Dalai Lama, “la amistad solo puede tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad”. La apreciación de los demás conduce a la tolerancia de las diferencias y a la valoración de cualidades ajenas que complementan capacidades necesarias para llegar a la cima de la montaña. Si uno solo de los miembros de una organización no comparte este respeto, se convierte en el nudo que detiene la energía constructiva y en el embudo que obstaculiza el crecimiento.
Ahora bien, seamos realistas. Aunque pregonemos y luchemos por consolidar el trabajo en equipo, lo cierto es que en nuestra cultura latina los líderes tienen un gran poder, “si ellos estornudan mucha gente se resfría”. Sus responsabilidades son gigantes, pero la más importante es ser ejemplo real de la vivencia de los valores del equipo. Según el científico G. C. Lichtenberg: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Es imposible avanzar a paso seguro cuando se utiliza la palabra respeto para maquillar el miedo a quienes tienen el poder, cuando la conveniencia sustituye la conciencia y se claudica en los principios.
Esta llave del respeto abre las puertas del cambio, de la verdad, del crecimiento y de la inteligencia. En un ambiente con puertas así fluyen el profesionalismo, la planificación, el orden, la proactiva corrección de errores, el aprendizaje acelerado y la solidez de líderes y equipos, creíbles por la autenticidad de su respeto.
José Martí propugnaba que “sin alteza de ideas nadie puede esperar el respeto común”. Entonces, si los resultados dependen tanto de este respeto, hay que elevar la calidad del pensamiento y de las ideas para usar con responsabilidad esta llave, comprendiendo que con ella todo se puede lograr, y, sin ella… nada.
German Retana
german.retana@incae.edu
¿Cuál es la llave que abre muchas puertas, incluyendo la de la buena voluntad para contribuir al éxito de un proyecto en su empresa o equipo? ¿A qué se debe el orden en el tránsito de vehículos que observamos en algunos países? ¿Cuál es la base del ambiente de confianza mutua en una organización triunfadora? Sí, usted respondió bien. Y lo hizo porque posee esa llave: el respeto.
La raíz de esa virtud a nivel de un equipo, es el respeto de cada miembro a sí mismo. La fidelidad a sus ideales, conceptos de vida y límites definirán sus actitudes. Quien se respeta provoca que los demás lo respeten, aunque no todo el tiempo sea así. No obstante, pese a las acciones negativas de otros, la tranquilidad interior será siempre su fiel compañera.
A partir del autorrespeto será factible el nacimiento de relaciones constructivas para procurar metas comunes. Los equipos unidos y con camaradería llegan lejos. Eso sí, como afirma el Dalai Lama, “la amistad solo puede tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad”. La apreciación de los demás conduce a la tolerancia de las diferencias y a la valoración de cualidades ajenas que complementan capacidades necesarias para llegar a la cima de la montaña. Si uno solo de los miembros de una organización no comparte este respeto, se convierte en el nudo que detiene la energía constructiva y en el embudo que obstaculiza el crecimiento.
Ahora bien, seamos realistas. Aunque pregonemos y luchemos por consolidar el trabajo en equipo, lo cierto es que en nuestra cultura latina los líderes tienen un gran poder, “si ellos estornudan mucha gente se resfría”. Sus responsabilidades son gigantes, pero la más importante es ser ejemplo real de la vivencia de los valores del equipo. Según el científico G. C. Lichtenberg: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Es imposible avanzar a paso seguro cuando se utiliza la palabra respeto para maquillar el miedo a quienes tienen el poder, cuando la conveniencia sustituye la conciencia y se claudica en los principios.
Esta llave del respeto abre las puertas del cambio, de la verdad, del crecimiento y de la inteligencia. En un ambiente con puertas así fluyen el profesionalismo, la planificación, el orden, la proactiva corrección de errores, el aprendizaje acelerado y la solidez de líderes y equipos, creíbles por la autenticidad de su respeto.
José Martí propugnaba que “sin alteza de ideas nadie puede esperar el respeto común”. Entonces, si los resultados dependen tanto de este respeto, hay que elevar la calidad del pensamiento y de las ideas para usar con responsabilidad esta llave, comprendiendo que con ella todo se puede lograr, y, sin ella… nada.
German Retana
german.retana@incae.edu