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Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 08 diciembre, 2010


Leí y revisé con interés la publicación que hizo el domingo pasado la revista Proa de La Nación sobre las personas más destacadas de este país en el presente año.

Como es natural y obligatorio en Costa Rica, en la lista figura una cantidad exorbitante de futbolistas, que, naturalmente, olvida que las hazañas futbolísticas duran una semana, se oscurecen el domingo siguiente, y no se proyectan hacia el futuro ni forman parte de la historia. Son actualidad pura. Sin embargo, no podría ni querría oponerme a que nuestros héroes futbolísticos figuren en la lista de personas importantes, aunque sí a que, en compañía de los políticos, la copen.

Lo que sí lamento es que en la lista no aparezcan dos costarricenses que en este año se han distinguido en grande y por cosas (como el arte y la ciencia) más trascendentales que el futbol. Me refiero concretamente a Franklin Chang y a Iride Martínez… Y ¿qué pensar de esos estudiantes ticos que ganan concursos científicos por todas partes del mundo?

Ahora, si la lista que recopilaron fue de las personas a quienes más titulares le dedicó nuestra prensa en el curso de 2010, no hay nada que objetar, salvo la lamentable superficialidad del enfoque. Y perdonen la impertinencia.

Ha aparecido la tercera edición del libro A lo tico, de Alf A. Giebler Simonet, que no puedo concebir, pese al tono extranjero de su nombre, que no sea un tico de tomo y lomo por los cuatro costados.

Algunas personas podrían pensar que es un libro similar a los tres diccionarios de costarriqueñismos que han visto la luz en nuestra patria, pero se equivocarán. Este libro no es una recopilación de las palabras que usamos sino un intento muy bien logrado de estudiar y analizar de donde vienen, cómo las usamos y por qué las usamos.

Y no se limita, como los diccionarios, a palabras con su definición. Indaga su origen, e incluye frases hechas, expresiones compuestas, fórmulas, todo lo que tiene que ver con nuestra manera de hablar.

No conozco un estudio más serio ni más completo sobre nuestra manera de expresarnos, que es, indefectiblemente, un estudio de nuestra manera de ser, de nuestro espíritu y de nuestra manera de pensar. Pues para Giebler Simonet, el habla es un reflejo de la idiosincrasia nacional, lo que convierte su libro en un estupendo, imprescindible estudio sobre lo que los costarricenses somos, pretendemos y vivimos.

Busque el lector este libro y agradézcame mientras viva la recomendación que le estoy haciendo.

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