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Jueves, 28 de marzo de 2024



EDITORIAL


Ceteris paribus

El ritmo creciente del cambio económico ha privado al analista de su más útil instrumento: el supuesto ceteris paribus

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 10 mayo, 2010


Editorial


La economía siempre ha sido una ciencia intensamente práctica. Su objeto, no siempre realizado con éxito, consiste en analizar un sistema económico y, en último término, predecir la reacción del sistema a un acontecimiento, a una política de gobierno o a un cambio en las fuerzas que operan en su interior.

Los científicos prácticos de la teoría económica se están concentrando actualmente en problemas nuevos como la inflación mundial, la escasez de mercancías y las constantes variaciones de los flujos internacionales de bienes de capital. Pero prevalece la confusión entre los peritos frente al hecho indudable de que sus predicciones no se están cumpliendo; y los desacuerdos entre ellos son un desengaño para los hombres de negocios y los funcionarios gubernamentales, que deben asignar fondos y elegir políticas económicas sobre la base de sus predicciones.

Ni son menos decepcionantes para los mismos economistas. Porque una predicción es esencialmente el enunciado de una teoría con valores concretos en lugar de abstracciones.

Cuando la predicción está seriamente equivocada, sugiere que hay algo mal en la teoría. Y cuando todas las predicciones dan fuera del blanco, esto sugiere que el cuerpo entero del pensamiento económico acumulado en los más de 200 años desde que Adam Smith sentó la base de la teoría económica moderna con su libro “La Riqueza de las Naciones”, es inadecuado para describir y analizar los problemas de nuestros tiempos.

De una manera u otra, los economistas de hoy deben revisar y ampliar este cuerpo de pensamiento, para que pueda aplicarse a un mundo inclinado a la inflación, acosado por las escaseces y mucho más unido económica que políticamente.

El cambio podría llegar en forma dramática, como la revolución keynesiana” de los últimos años del decenio de 1930. Algunos economistas ya han estado buscando un Keynes moderno cuya repentina intuición genere una teoría que explique lo que está pasando en estos momentos, pero la mayoría piensa que la intelección va a llegar paso a paso, conforme vayan acumulando experiencia con los nuevos problemas que están enfrentando. Mientras llega, de cualquiera de las dos formas, los augures estarán volando a ciegas.

Ciertamente el ritmo creciente del cambio económico ha privado al analista de su más útil instrumento: el supuesto ceteris paribus.

Las rápidas transiciones que han afligido el orden económico mundial han sido tan impredecibles, que quien logre hallar los remedios indicados se hará merecedor de ser elevado a los altares










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