Carácter: Ventaja desde el camerino
| Jueves 28 agosto, 2008
Carácter: Ventaja desde el camerino
Se posee o no se posee; no hay dosis intermedias. Es un indicador de la fuerza mental y moral, de la integridad personal, de la consciencia y de la confianza que los miembros de un equipo poseen y valoran. Se origina en la convicción de la validez de sus objetivos y en la seguridad de contar con la capacidad para alcanzarlos.
El carácter no admite complacencia con los talentos actuales, sino que exige la máxima constancia en la disposición para trabajar horas extras en pulirlos. En el fútbol, el jugador ganador nunca es conformista, por eso exhibe una actitud positiva dentro y fuera de la cancha, es intenso y agresivo en todo lo que hace y jamás da una pelota por perdida. El sabe que los detalles hacen la diferencia y lucha por salir victorioso en cada reto, ya sea un partido o una jugada.
Esa constancia impide bajar los brazos para caer en el conformismo. La adversidad alimenta el orgullo propio. Greely dice que “la fama es pasajera, la popularidad un accidente y las riquezas efímeras; sólo una cosa perdura: el carácter”. Un equipo con carácter es proactivo en todo lo que hace y siempre está dispuesto a responder a las exigencias que los desafíos le presenten.
Una vez que el equipo encuentra su verdadero carácter, se cumple aquello de que ha llegado a la mitad del camino. Lo que sigue es que sus miembros pacten tratarse con respeto, lo cual se evidencia en la puntualidad para cumplir las tareas, el esfuerzo supremo y la lealtad a las normas y jerarquías en la toma de decisiones. Al respeto interno, le sigue el respeto hacia los demás, a todos los externos que se relacionan con el equipo. Goethe afirmó que “cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada.” De allí que, poseer un carácter bien definido, hace que el equipo se “encuentre” consigo mismo e incremente su seguridad a prueba de grietas.
Lo anterior intensifica la unión, ese sentimiento de pertenencia, de “somos uno”, que resalta que el éxito del equipo es el éxito de todos, por lo que cada miembro es solidario en la adversidad y todos se involucran por igual en cada acción dirigida al crecimiento del equipo.
Finalmente, un carácter sólido provoca la pasión por ganar. Todo se vuelve más intenso en el equipo, el reto se disfruta en cada instante, las “vibras” positivas irradian el entorno. Los resultados favorables son el justo premio para un equipo que, lejos de vivir su carácter con arrogancia, lo hace con la siempre sana consejera, la humildad, la base del éxito creciente, pues permite que todos comprendan que se llega a la cumbre siendo leales a la misión del equipo, sirviéndole y no sirviéndose de éste. Así podrán decir: “¡Lo hicimos juntos, con nuestro carácter!”
German Retana
german.retana@incae.edu
Se posee o no se posee; no hay dosis intermedias. Es un indicador de la fuerza mental y moral, de la integridad personal, de la consciencia y de la confianza que los miembros de un equipo poseen y valoran. Se origina en la convicción de la validez de sus objetivos y en la seguridad de contar con la capacidad para alcanzarlos.
El carácter no admite complacencia con los talentos actuales, sino que exige la máxima constancia en la disposición para trabajar horas extras en pulirlos. En el fútbol, el jugador ganador nunca es conformista, por eso exhibe una actitud positiva dentro y fuera de la cancha, es intenso y agresivo en todo lo que hace y jamás da una pelota por perdida. El sabe que los detalles hacen la diferencia y lucha por salir victorioso en cada reto, ya sea un partido o una jugada.
Esa constancia impide bajar los brazos para caer en el conformismo. La adversidad alimenta el orgullo propio. Greely dice que “la fama es pasajera, la popularidad un accidente y las riquezas efímeras; sólo una cosa perdura: el carácter”. Un equipo con carácter es proactivo en todo lo que hace y siempre está dispuesto a responder a las exigencias que los desafíos le presenten.
Una vez que el equipo encuentra su verdadero carácter, se cumple aquello de que ha llegado a la mitad del camino. Lo que sigue es que sus miembros pacten tratarse con respeto, lo cual se evidencia en la puntualidad para cumplir las tareas, el esfuerzo supremo y la lealtad a las normas y jerarquías en la toma de decisiones. Al respeto interno, le sigue el respeto hacia los demás, a todos los externos que se relacionan con el equipo. Goethe afirmó que “cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada.” De allí que, poseer un carácter bien definido, hace que el equipo se “encuentre” consigo mismo e incremente su seguridad a prueba de grietas.
Lo anterior intensifica la unión, ese sentimiento de pertenencia, de “somos uno”, que resalta que el éxito del equipo es el éxito de todos, por lo que cada miembro es solidario en la adversidad y todos se involucran por igual en cada acción dirigida al crecimiento del equipo.
Finalmente, un carácter sólido provoca la pasión por ganar. Todo se vuelve más intenso en el equipo, el reto se disfruta en cada instante, las “vibras” positivas irradian el entorno. Los resultados favorables son el justo premio para un equipo que, lejos de vivir su carácter con arrogancia, lo hace con la siempre sana consejera, la humildad, la base del éxito creciente, pues permite que todos comprendan que se llega a la cumbre siendo leales a la misión del equipo, sirviéndole y no sirviéndose de éste. Así podrán decir: “¡Lo hicimos juntos, con nuestro carácter!”
German Retana
german.retana@incae.edu