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Apertura que ayuda a los pobres

Luis Mesalles lmesalles@ecoanalisis.co.cr | Jueves 20 septiembre, 2007


Luego de la fatídica crisis de inicios de los 80, Costa Rica adoptó un modelo de desarrollo económico de apertura comercial y liberalización de mercados. Con esta nueva estrategia se sustituyó el modelo intervencionista de los 60 y 70, en el cual el gobierno se inmiscuía en prácticamente todas las actividades de la economía del país, y que probó ser insostenible en el largo plazo.

Los controles de precios, los subsidios a diversos sectores económicos, la participación del gobierno en la producción y distribución de múltiples productos y servicios, así como la regulación de casi todas las actividades del quehacer económico, eran la norma del modelo intervencionista.

Las decisiones económicas de las personas eran guiadas de acuerdo con lo que el gobierno (y los intereses que lo dominaban) pretendía. La libertad de decisión estaba totalmente restringida. El nivel de gasto de las personas y del gobierno, por lo tanto, iban más allá de las posibilidades de la economía, ya que la asignación de recursos y la producción no eran las más eficientes.

Durante las décadas de los 60 y 70, Costa Rica creció mucho y el nivel de pobreza tendió a la baja. Como se justificaba la intervención del gobierno para ayudar a las personas más pobres y las “oprimidas por las fuerzas del mercado”, el modelo se decía que era “solidario”. Sin embargo, eventualmente, el alto nivel de gasto con poca eficiencia productiva generó una fuerte crisis, que terminó borrando todos los beneficios que se habían logrado. El porcentaje de familias pobres aumentó de casi un 20% que había llegado en 1979 a un 50% en cuestión de dos años.

Luego de la crisis, Costa Rica adoptó una estrategia de apertura de mercados, mediante la cual se eliminó la intervención del gobierno en casi todos los mercados. A nivel de comercio internacional, el país primero empezó a reducir los impuestos de importación de manera unilateral (sólito) y luego por medio de tratados de libre comercio bilaterales (con México, Canadá, Chile, etc.). Hoy en día, somos un país mucho más integrado al comercio mundial, con exportaciones muy variadas (ya no es solo café y banano).

Producto de esta estrategia, el país ha retomado la senda de crecimiento de la producción y de los ingresos (más del 5% anual en promedio), la inflación vuelve a bajar y el déficit fiscal se reduce. Si bien el déficit de cuenta corriente externo sigue persistiendo, ahora no es problema, ya que la entrada de capitales es aún mayor y el nivel de reservas internacionales va en aumento. Estos resultados económicos se han traducido en que el porcentaje de familias pobres haya vuelto a bajar a un 20%.

Se ha criticado mucho, diciendo que este modelo de desarrollo de apertura y liberalización es inhumano y poco solidario con las clases más desprotegidas. Sin embargo, los resultados nos dicen que esta estrategia ha sido favorable para los pobres, ayudando a salir una buena porción de ellos de esa condición. Y lo más importante, se ha hecho de una manera que es sostenible en el largo plazo.

Socio consultor Ecoanálisis

lmesalles@ecoanalisis.co.cr

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