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Sábado, 3 de mayo de 2025



FORO DE LECTORES


Ajustando el desajuste

José Pablo Rodríguez eterms@gmail.com | Lunes 05 mayo, 2025


JP


José Pablo Rodríguez es experto en Comercio Internacional y Relaciones Gubernamentales.

El origen del Orden Monetario Internacional actual se remonta a las reuniones en Bretton Woods, New Hampshire, en 1944. Aunque generalmente se dice que luego de que el presidente Nixon rompiera la convertibilidad del dólar con el oro se inicia un nuevo orden, la realidad es que los acuerdos de Bretton Woods y la institucionalidad que crearon siguen hoy día más vigentes que nunca. El Fondo Monetario Internacional sigue sirviendo como plataforma para el intercambio entre países en temas relativos a su salud monetaria, potenciales desequilibrios en sus balanzas de pagos y también cumpliendo con su crucial rol en materia de liquidez global por medio de los Derechos Especiales de Giro.

También siguen realizando su trabajo el Banco Mundial, financiando el desarrollo en el mundo y por supuesto, tan vigente como siempre el Banco Internacional de Pagos. Por eso, aunque entiendo por qué lo dicen, resulta sesgada la idea de que Bretton Woods “colapsó” en 1971 con Nixon y de que vivimos en un mundo post-Bretton Woods. Lo que colapsó fue la convertibilidad, dando paso a lo que muchos en su momento nunca pensaron posible, un dólar aún más fuerte que ha logrado mantenerse y expandirse desde 1944 como el primus motor del Orden Monetario Internacional.

¿Y el euro? replicarán de inmediato algunos. Bueno, el euro es sin duda una divisa importante, pero difícilmente alguien se atrevería a decir que trasciende de ser una divisa regional ¿el yuan y la potencial moneda de los BRICS? La importancia del yuan a nivel global muestra una desconexión total con el tamaño de la economía china y eso tiene que ver directamente con el control que requiere el Partido Comunista sobre la economía y que les impide, por razones obvias, mantener una cuenta de capitales abierta. En realidad, la importancia del yuan para el orden monetario global es hoy día y en términos contables, inmaterial. Por su lado, la moneda BRICS sigue siendo una aspiración y aunque nada es imposible, resultará fascinante observar cómo países con intereses políticos y económicos tan diversos logran, si acaso, acordar la cesión de soberanía monetaria necesaria para crear una divisa común.

Es así que el Orden Monetario Internacional cumplió ocho décadas, al inicio con convertibilidad, hoy día simplemente en base al enorme poderío hegemónico de los Estados Unidos. Pero el mundo hoy es muy distinto al mundo de posguerra. En esta columna no hay espacio para hacer un recorrido histórico, pero debido a la coyuntura actual, es de notar que varios países en Asia lograron un desarrollo económico espectacular, pasando luego por la crisis financiera que estalló en 1997, pero manteniéndose como referentes en materia comercial. Milagros económicos en Singapur, Taiwán, Corea del Sur, Japón y más tarde, impulsado fuertemente por su acceso a la OMC, China. Todos siguiendo políticas económicas y comerciales que se apartaron de liberalismo clásico, enfocándose más bien en una fuerte industrialización y proteccionismo, o lo que los economistas llaman neomercantilismo. Estos “milagros económicos” asiáticos han jugado un rol en la problemática monetaria y comercial que estamos viendo hoy día.

No hace falta más que leer publicaciones de los años 70s y 80s para reencontrar las mismas inconformidades que tiene hoy Estados Unidos con China, pero en su lugar era Japón. Profundización de déficits comerciales recurrentes y sistémicos, acumulación de dólares en Japón que luego se utilizaron para invertir en bonos del Tesoro, financiando el desbalance de la cuenta corriente en los Estados Unidos, pero a la vez, impidiendo el necesario ajuste en el mercado japonés que, nunca llegó y que por años dejó a los japoneses sin la posibilidad de incrementar sus compras de bienes externos. Siempre se ha dicho que los asiáticos ahorran mucho por razones culturales y eso es cierto. Sin embargo, esa explicación resulta incompleta. La realidad es que sí hay razones estructurales que no permitían la apreciación del yen e impedían el ajuste en la balanza comercial que teóricamente es esperable y hasta deseable.

En China durante años los precios de los productos locales han sido sumamente bajos respecto al precio de los productos importados. Desde hace más de dos décadas y a pesar del impresionante crecimiento chino, el tipo de cambio se ha mantenido entre 6 y 8 yuanes por dólar. En otras palabras, China no ha querido tomar la iniciativa de realizar ese ajuste, limitando las posibilidades del pueblo chino de adquirir bienes del exterior y al mejor estilo japonés, invirtió durante años sus superávits en bonos del Tesoro, sobrepasando en algún momento a Japón como principal tenedor extranjero. Luego de los cambios acontecidos con Trump desde su primera Administración, China no solo ha dejado de comprar bonos del Tesoro, también empezó a vender los que tenía. De su pico más alto en el 2015 con $1,2 billones en bonos, hoy día ha bajado gradualmente hasta llegar a cerca de $759 mil millones, su nivel más bajo desde el 2009. En otras palabras, China ha dejado de financiar el desbalance, pero pretende seguir exportando a Estados Unidos tal y como lo había venido haciendo, siempre sin aceptar su responsabilidad en el ajuste.

A pesar de lo anterior, el escenario apocalíptico en el que China inunda el mercado de bonos del Tesoro, generando una crisis en los Estados Unidos, parece poco probable. Por un lado, dicha acción iría en detrimento de su actual estrategia de diversificación de sus reservas, mientras se deshace de forma paulatina de los bonos, limitando pérdidas. Por otro lado, aunque así lo hicieran, la realidad es que la tenencia de China del total de bonos del Tesoro a diciembre del 2024 era solamente de alrededor del 2.1%. Un escenario como el descrito probablemente impregne de mayor volatilidad los mercados financieros en el corto plazo, pero difícilmente tenga efectos más profundos. Dicho lo anterior, la estrategia de venta sistemática de los bonos del Tesoro por parte de China, a mediano y largo plazo, sí podría tener un impacto erosivo de la confianza de la capacidad de pago de deuda que tiene los Estados Unidos. Es por esto que la posición actual de China, no solo de no comprar bonos, sino de venderlos, es un reto importante.

Importante y no fundamental, porque si bien la guerra comercial ha sido el detonante, esta no es la causa principal del problema. Analizando en detalle, si bien el desequilibrio de los Estados Unidos sí se ha intensificado debido a la política comercial de China de los últimos 25 años, el desequilibrio sistémico en su balanza comercial está mucho más relacionado con problemas de orden estructural, llámese tendencias de consumo desmedido + inexistente cultura de ahorro + gasto público fuera de control + Dilema de Triffin (la paradoja de que la moneda de reserva global requiere déficits sostenidos, lo que a la larga erosiona la confianza en esa misma moneda). ¿China ha sido catalizador de esta crisis? Sin duda. ¿China es la causa del desequilibrio de los Estados Unidos? Ha jugado un rol secundario, pero no es la causa principal del problema.

Más que la venta de bonos del Tesoro por parte de China, lo que sí está generando nerviosismo son los $36,2 billones de deuda actuales en Estados Unidos, especialmente el crecimiento desmedido que ha mostrado esa deuda en los últimos años y más aún si se compara con los $5,6 trillones a inicios del milenio. La pregunta que muchos se hacen es ¿Qué tipo de ajuste al desajuste tendremos? ¿Uno caótico o uno "hermoso" tal y como propone Ray Dalio? La forma del ajuste sigue abierta al debate. Lo que no parece estar en discusión es que la tendencia actual de la deuda es insostenible.

José Pablo Rodríguez

Es Bachiller en Relaciones Internacionales de la UNA, Máster en Gerencia y Negociaciones Internacionales de la UNED y tiene una especialización en Liderazgo de Talentos y Equipos de la Universidad de Michigan.

Ha estudiado y trabajado en Asia por más de dos décadas en donde se desempeñó por casi 13 años como Director Regional en Asia de la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER).

Habla fluido el chino mandarín y el inglés







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