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COLUMNISTAS


A once meses de las elecciones generales

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 05 marzo, 2021


Sinceramente

A lo largo de muchas décadas cada cuatro años los costarricenses hemos concurrido el primer domingo de febrero a votar en las urnas para elegir autoridades políticas en el país. Es la herramienta democrática que nos permite reemplazar a quienes nos dirigen por otras personas que lo harán los siguientes años.

Estamos más o menos a once meses de que esa elección nacional tenga efecto. Las cosas no han calentado. No conocen los costarricenses quiénes serán los candidatos a dichos puestos. Algunos precandidatos han estado presentando sus nombres y sus ideas, pero con muy baja intensidad. Del PAC solo conocen los costarricenses las pretensiones de un ministro de este gobierno que renunció para poder presentar su candidatura. Del Frente Amplio muchos sospechan que el candidato será el actual diputado José María Villalta Florez-Estrada sin que haya habido confirmación alguna. En el PUSC el actual diputado Pedro Miguel Muñoz pareciera que quiere ser. El costo enorme de inscripción de una persona para ser candidato en dicho partido generará una exclusión de personas y grupos que quizás no tengan los recursos para sufragarlo. En el Partido Republicano Social Cristiano don Rodrigo Chaves Robles ha propuesto su nombre para encabezar una coalición. En el PLN han surgido muchos presuntos precandidatos. Desde un expresidente, diputados, un ex ministro y un ex secretario general entre otros pareciera que desean someter sus nombres. En dicho partido el costo de inscripción de candidatura es significativo, aunque menor al del PUSC. Hay toda una discusión alrededor de la conveniencia de una convención abierta y una mayor discusión sobre si escoger el candidato por vía democrática. Los argumentos de que es gastar mucho, que se generarán divisiones y otros, sitúan a los expresidentes como los grandes electores. La idea puede ser afortunada en torno al costo y a las heridas, pero muchas personas recuerdan cuando los cafetaleros se reunían en el Club Internacional y entre ellos decidían quien sería presidente de Costa Rica. Muchas personas consideran un tanto inconveniente que sean tres estimables personas las que reunidas tomen la decisión por todo un partido, siendo que los electores son todos iguales y la democracia asigna un voto a cada ciudadano. La discusión ha generado una cierta parálisis. Las declaraciones del ministro de salud respecto de la pandemia y las convenciones cuando se reabrieron las actividades económicas y se suprimieron las restricciones de circulación han sido recibidas con un cierto rechazo y dudas profundas de segundas intenciones.

Los males de la libertad los resuelve la misma libertad. Los problemas de la democracia no los resuelve la supresión de la democracia sino la ampliación de la misma. Más libres, más democráticos, más participativos es el espíritu de nuestros días, no hacia la inversa.

¿Para qué elegimos? No elegimos solamente para reponer autoridades sino para llevar al poder a las personas que pueden y saben resolver nuestros problemas. ¿No deberíamos entonces conocer y discutir más y mejor nuestra problemática? Es claro que así debería de ser, pero en las últimas dos elecciones no hubo una discusión seria de los problemas, sino que prevaleció una estrategia de polarización social y de exaltación sentimental y emotiva por asuntos como la Santa Virgen María, si se puede o no hablar en lenguas, que si unos eran chavistas o que si los otros eran fanáticos religiosos. En fin, que el país concurrió no a una sino a dos rondas para poder definir quiénes serían las autoridades sin haber discutido problemas ni si las personas que serían electas tenían la capacidad y la experiencia probadas para enfrentar y resolver las dificultades del país. Se eligió a uno por rechazo de otro. Nadie votó por las soluciones de los problemas nacionales.

Es claro que el ser humano es racional pero también es emotivo. Es claro que en todo proceso de elección los sentimientos y las imágenes son determinantes para tomas decisiones. Lo que ha sido desastroso para el país es decidir haciendo a un lado la razón, el argumento, las ideas y los conceptos de manera plena. Hemos elegidos por imágenes, hemos elegidos por corazonadas y simpatías. Hemos terminado de elegir espejismos publicitarios y luego hemos esperado que los espejismos electos tengan las destrezas para entender, enfrentar y resolver los problemas. Los electores hemos sido y somos responsables de las escogencias siempre, pero en estas dos ocasiones la responsabilidad se hizo a un lado y el fanatismo y la irracionalidad prevalecieron.

La pobreza ha aumentado de manera dramática. Las divisiones económicas han crecido como nunca antes. El desempleo ha generado que una enorme masa de costarricenses haya probado lo que es el hambre y la desesperación. Más de uno de cada cinco costarricenses vive en pobreza y cerca de un siete por ciento en miseria. Nadie razona, todos repiten corruptos, ladrones. Hay déficit fiscal de acuerdo a muchos porque los políticos se roban el dinero. Han encontrado un estereotipo sencillo y un chivo expiatorio fácil de comprender. Encontraron que nuestros problemas son el robo y los políticos ladrones y en lógica si suprimimos el robo y a los ladrones desaparecerán nuestros problemas. Ojalá fuera así de simple.

El déficit este año llegará a once mil millones de dólares. No dudo que el robo, los negociados y la defraudación junto a la elusión sean responsables de una merma del ingreso y un aumento del gasto, pero los pluses llegan ya al 4 por ciento del PIB y las pensiones de hacienda llegan al 3,6 por ciento. Si a estos dos disparadores sumamos el servicio de la deuda estos tres rubros totalizan la quinta parte de la producción del país. Es insostenible el pago de los tres rubros y graves decisiones habrán de tomarse.

¿Quién habla de la reforma del estado? ¿Quién habla de la reforma legal del origen del gasto público? Ningún precandidato lo hace y eluden el tema. Están a la espera de que surja una emoción, se genere un odio o se proyecte una imagen que les libre de ponerle el pecho a los verdaderos problemas de Costa Rica y de elaborar sus soluciones.

Las campañas son para conocer a las personas en sus capacidades, destrezas y trayectorias. Se escogen para que los mejores lleguen a solucionar los problemas. Pero los costarricenses no lo hemos estado haciendo así.

El insulto y la descalificación han reemplazado al argumento. La mentira y las noticias falsas han sustituido las cifras y los razonamientos. Se empujan simpáticos no se destacan capaces. Se denigra la seriedad y se glorifica el desparpajo.

Estamos a meses, deberíamos comenzar a analizar problemas, personas con destrezas y sus soluciones a esos problemas. Eso implica esfuerzo y muchos no quieren esforzarse. Muchos no desean ni votar como si eso no agravara nuestros problemas.

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