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Dos ramonenses: Doña Ligia y Corina

Iris Zamora iriszamora4@gmail.com | Lunes 29 diciembre, 2014


El sistema funciona con uno que otro disidente; como para dar la idea de que sí funciona.


Dos ramonenses: Doña Ligia y Corina

Una fotografía suya en el periódico La Nación, con una blusa de cuadros, en sandalias, se convirtió, en el centro de la crítica de una sociedad de formalismos, de hipocresías, que suele darle importancia al exterior aduciendo que la “mujer del César no solo debe ser buena, sino aparentarlo “y aunque el hábito no hace el monje… lo distingue”.
Ciertamente no es muy común encontrarse a una diputada en sandalias en el Plenario Legislativo, menos aún con posiciones claras a favor del aborto, fertilización in vitro, a favor de las uniones entre personas del mismo sexo, de la eutanasia; todos temas tremendamente polémicos, le suma un tuit en el que, al conocer la decisión de la Setena sobre los estudios de impacto ambiental aprobados a APM Terminals, la condujeron al linchamiento más frenético de los últimos meses.
Cada cierto tiempo los fanáticos y no pocas fanáticas que se atreven a hablar en nombre de “todo el pueblo costarricense”, y reclaman “sangre” para satisfacer su no disimulada adicción al paredón. Suelen vestir de patriotas, dicen creer y defender la libertad, levantan sus voces gritando en manada contra sus oponentes, “¡crucifíquenle!”
Doña Ligia es irreverente, eso no gusta a los que hablan de libertad. No están dispuestos a que alguien sea tan libre. El sistema funciona con uno que otro disidente; como para dar la idea de que sí funciona. Lo cierto es que no perdona a los disidentes con poder. Solo así se explica una, que hasta un periodista se atreve a preguntar a doña Ligia que si el país le da asco, porque no se va de CR… Que un ciudadano poco formado, que algún fanático antisocialista le invite, o le exija a marcharse del país, es hasta comprensible; pero un periodista…
Corina Rodríguez en los años 40 desató el odio de los que deseaban eliminar la novedosa Reforma Social. Defendió la reforma con su verbo incendiario en las calles, como en las calles defendió la libertad del sufragio. Fue de las organizadoras del más grande desfile de protesta que se recuerda, el 15 de mayo de 1943. Fue encarcelada. Pionera en la defensa de los derechos políticos de las mujeres.
No debió gustarles para nada a los conservadores de la época la voz de esa mujer que desafiaba el sistema, las formas, la cultura de la época… tanto le temieron que la expulsaron del país; aunque al regreso continuó con el mismo ímpetu defendiendo sus ideas.
José Figueres, su adversario, con motivo de su muerte escribió en la Prensa Libre el 17 de noviembre de 1982 “… En la memoria de quienes tuvimos la suerte de convivir con ella tantas décadas en el mismo mundo, y la pena de ser combatidos por ella, queriéndola, será siempre la que fue: una gran disconforme, una gran disidente, una gran reformadora. De ti Corina, aprendí a respetar a los disconformes. A los amigos de la utopía, a los que pasan todas las penas de la vida por aspirar a un mundo mejor…”.
¡Qué diferencia entre un patriota auténtico, un defensor de la libertad…!

 

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