Una obra social imperecedera
| Jueves 16 abril, 2009
Una obra social imperecedera
Se cumple este 16 de abril, el 35 aniversario en que la Asamblea Legislativa, como expresión de la voluntad popular, otorgó el título de Benemérito de la Patria al Dr. Rafael Angel Calderón Guardia.
El benemeritazgo es un acto soberano del parlamento, propio de nuestra institucionalidad y convivencia democrática, que hoy en día se otorga una vez al año, por medio del cual se le rinden los máximos honores a ciudadanos distinguidos que han hecho aportes invaluables a la patria.
Pero el reconocimiento que se le hizo hace 35 años a quien el pueblo calificó como Reformador Social, y solamente ha habido un ciudadano con ese título en nuestra historia, según la voluntad popular, tiene mucho de singular por la persona a quien se le hizo la distinción, por su gran obra como estadista, como profesional y como persona, y también por las particularidades de la época en que le tocó gobernar.
Por primera vez se le confería el título de Benemérito de la Patria a un conciudadano que, 26 años antes, había sido declarado “Traidor a la Patria”, condenado al destierro, sometido a crueles y repugnantes vejámenes, borrado casi de la historia nacional.
Diez años permaneció el doctor en el exilio, y su regreso a la patria, el 8 de junio de 1958 provocó la más nutrida y contundente demostración de afecto popular que se desbordó por las principales calles de la capital, según las crónicas de la época, solo comparable con lo que fueron sus honras fúnebres, el 9 de junio de 1970.
Al Dr. Calderón Guardia le correspondió gobernar el país de 1940 a 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, y en condiciones internas de crisis fiscal y crisis económica. No obstante, esos no fueron óbices para detener el desarrollo nacional, y menos para gobernar a favor de los más desposeídos.
La Administración Calderón Guardia atendió como nunca antes problemas concretos de la población como la vivienda, con la llamada “ley de casas baratas”, o la alimentación creando el Consejo Nacional de Producción, con otras acciones que, respondiendo a necesidades del momento, se levantaron como verdaderas acciones de Estado, y que todavía perduran en el tiempo.
Nos referimos a la creación de la Universidad de Costa Rica, que rompió con más de 50 años de oscurantismo educativo en el país, a la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social, las Garantías Sociales, el Código de Trabajo y la solución del diferendo limítrofe con Panamá, entre otras grandes realizaciones.
Precisamente con ocasión de su fallecimiento, hace ya 39 años, por los medios de prensa, amigos y adversarios del presidente le rindieron honores, pero no con las tradicionales expresiones de duelo, a menudo ausentes de verdadero contenido, sino rindiéndole tributo a su obra de Gobierno, a su condición de reformador social, a su calidad humana y profesional, a su alto sentido humanista.
Y es que el doctor Calderón Guardia, actuando más como estadista que como gobernante, supo complementar una visión si se quiere liberal en el campo económico, con un compromiso profundo en el campo social, que le dio al país progreso y atención a los más necesitados, en medio de un convulso ambiente nacional e internacional.
A la par de tener claros sus objetivos, definido el derrotero hacia una gran reforma social, como lo logró, el presidente Calderón amalgamó una importante alianza con la Iglesia católica y con el Partido Comunista para hacer avanzar su obra de transformación social.
Las leyes sociales que se impulsaban en el despacho presidencial, encontraban resonancia y apoyo en los púlpitos y en las calles.
Hoy, cuando la discusión de los políticos gira en torno a la construcción de una “visión país”, y se buscan los mecanismos y las vías para marchar hacia ese objetivo, el pensamiento y la acción del presidente Calderón Guardia, que fue un verdadero estratega político, se convierten en fuente de consulta obligatoria.
Rolando Laclé Castro
Ex diputado, Ex presidente de la Asamblea Legislativa.
(cédula 1-428-955)
Se cumple este 16 de abril, el 35 aniversario en que la Asamblea Legislativa, como expresión de la voluntad popular, otorgó el título de Benemérito de la Patria al Dr. Rafael Angel Calderón Guardia.
El benemeritazgo es un acto soberano del parlamento, propio de nuestra institucionalidad y convivencia democrática, que hoy en día se otorga una vez al año, por medio del cual se le rinden los máximos honores a ciudadanos distinguidos que han hecho aportes invaluables a la patria.
Pero el reconocimiento que se le hizo hace 35 años a quien el pueblo calificó como Reformador Social, y solamente ha habido un ciudadano con ese título en nuestra historia, según la voluntad popular, tiene mucho de singular por la persona a quien se le hizo la distinción, por su gran obra como estadista, como profesional y como persona, y también por las particularidades de la época en que le tocó gobernar.
Por primera vez se le confería el título de Benemérito de la Patria a un conciudadano que, 26 años antes, había sido declarado “Traidor a la Patria”, condenado al destierro, sometido a crueles y repugnantes vejámenes, borrado casi de la historia nacional.
Diez años permaneció el doctor en el exilio, y su regreso a la patria, el 8 de junio de 1958 provocó la más nutrida y contundente demostración de afecto popular que se desbordó por las principales calles de la capital, según las crónicas de la época, solo comparable con lo que fueron sus honras fúnebres, el 9 de junio de 1970.
Al Dr. Calderón Guardia le correspondió gobernar el país de 1940 a 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, y en condiciones internas de crisis fiscal y crisis económica. No obstante, esos no fueron óbices para detener el desarrollo nacional, y menos para gobernar a favor de los más desposeídos.
La Administración Calderón Guardia atendió como nunca antes problemas concretos de la población como la vivienda, con la llamada “ley de casas baratas”, o la alimentación creando el Consejo Nacional de Producción, con otras acciones que, respondiendo a necesidades del momento, se levantaron como verdaderas acciones de Estado, y que todavía perduran en el tiempo.
Nos referimos a la creación de la Universidad de Costa Rica, que rompió con más de 50 años de oscurantismo educativo en el país, a la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social, las Garantías Sociales, el Código de Trabajo y la solución del diferendo limítrofe con Panamá, entre otras grandes realizaciones.
Precisamente con ocasión de su fallecimiento, hace ya 39 años, por los medios de prensa, amigos y adversarios del presidente le rindieron honores, pero no con las tradicionales expresiones de duelo, a menudo ausentes de verdadero contenido, sino rindiéndole tributo a su obra de Gobierno, a su condición de reformador social, a su calidad humana y profesional, a su alto sentido humanista.
Y es que el doctor Calderón Guardia, actuando más como estadista que como gobernante, supo complementar una visión si se quiere liberal en el campo económico, con un compromiso profundo en el campo social, que le dio al país progreso y atención a los más necesitados, en medio de un convulso ambiente nacional e internacional.
A la par de tener claros sus objetivos, definido el derrotero hacia una gran reforma social, como lo logró, el presidente Calderón amalgamó una importante alianza con la Iglesia católica y con el Partido Comunista para hacer avanzar su obra de transformación social.
Las leyes sociales que se impulsaban en el despacho presidencial, encontraban resonancia y apoyo en los púlpitos y en las calles.
Hoy, cuando la discusión de los políticos gira en torno a la construcción de una “visión país”, y se buscan los mecanismos y las vías para marchar hacia ese objetivo, el pensamiento y la acción del presidente Calderón Guardia, que fue un verdadero estratega político, se convierten en fuente de consulta obligatoria.
Rolando Laclé Castro
Ex diputado, Ex presidente de la Asamblea Legislativa.
(cédula 1-428-955)