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Un escudo insuficiente frente a la crisis

Juan Manuel Villasuso jmvilla@racsa.co.cr | Martes 03 febrero, 2009


Dialéctica
Un escudo insuficiente frente a la crisis

Juan Manuel Villasuso

¡Ya era hora! Han pasado diez meses desde que el Presidente habló de las vacas flacas. Nada se hizo. Este gobierno es el último de América Latina en formular una propuesta frente a la crisis. Todos los demás están aplicando medidas concretas desde hace rato.
Ahora desde Zapote se anuncia el Plan Escudo. Escudo: protección y defensa. ¿Lanzas y espadas: lucha y combate? No las veo.
Escudo social. El gobierno busca proteger a los grupos de menores ingresos y a los desempleados: aumento de pensiones, becas, seguros, Avancemos, loncheras, capacitación. Eso está bien. También pretende amparar las ganancias de los sectores empresariales con la depreciación acelerada, menos impuesto sobre la renta. Eso también es aceptable, especialmente para pequeñas y medianas empresas, aunque sus efectos no sean inmediatos.
Escudo para el gobierno: (a) medidas asistenciales para los más débiles; resguardar los indicadores de pobreza y desigualdad, aunque aumente el desempleo; y mantener el apoyo de las bases populares; (b) beneficios fiscales a los empresarios; evitar que las utilidades, más importantes que las ventas, se reduzcan; y retener el financiamiento para la campaña electoral.
Escudo mediático. Estamos preparados para enfrentar la crisis. Gran gobierno. Las cosas se han hecho bien. Hemos sido previsores y responsables pero los problemas nos llegaron de afuera. No nos culpen.
Falso. La solvencia fiscal no alcanza y hoy somos más vulnerables que hace tres años al inicio de esta Administración.
Nuestra economía es ahora más abierta, más expuesta a los choques externos y con menos instrumentos para enfrentar los ciclos de los mercados globales. Somos más dependientes de las exportaciones, el turismo y la inversión extranjera.
Nuestra balanza comercial es ahora más vulnerable, con un déficit sin precedente, que representa más del 60% de las exportaciones y el 9% del PIB; y tiende a aumentar de manera alarmante en los próximos meses.
Nuestro régimen cambiario es ahora más volátil, inestable y manipulable por los especuladores. Eso produce mayor incertidumbre y riesgo para todos. El tipo de cambio fluctúa de manera impredecible y el Banco Central amplía la banda. Cadexco ha pedido volver a las minidevaluaciones.
¿Y dónde están las lanzas y las espadas para luchar contra la crisis, para reactivar la demanda y reanimar la producción? ¿Los empréstitos externos? Llegarán retrasados y este gobierno solo podrá ejecutar el 10%, según el Presidente. Necesarios pero insuficientes y tardíos. Debieron gestionarse hace mucho.
La reducción selectiva de las tasas de interés, dirán algunos. Nueva forma de hacer política monetaria discriminatoria desde los bancos comerciales del Estado y no desde el Banco Central. Podrá aliviar a los actuales deudores, pero ¿quién solicitará nuevo financiamiento si los ingresos están en riesgo, el consumo contraído y la demanda efectiva decayendo?
Plan de emergencia del gobierno. Escudo postergado, sin lanzas ni espadas. Escasa y diferida inversión pública, carencia de estímulos tributarios para los consumidores de menores ingresos, poca imaginación para crear empleos, y cero cambio en la política macroeconómica. Ojalá pueda mejorarse.
Pero el plan también encierra algo muy peligroso y nocivo. Se escuda en la crisis para impulsar un viejo afán de los fanáticos del mercado: la flexibilidad laboral. Resabio del Consenso de Washington que deteriora la seguridad social y precariza el trabajo. Eso no se vale.

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