Ticos viajan a El Salvador por cura del cáncer
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 17 julio, 2013
Desahuciados reciben tratamiento con radiocirugía de precisión
Ticos viajan a El Salvador por cura del cáncer
Equipos de tomoterapia son únicos en el continente
El tratamiento contra el cáncer con tomoterapia en El Salvador se convirtió en la última oportunidad para pacientes en etapas iniciales e incluso avanzadas.
Este equipo es el único en el continente y permite tratar el cáncer con varias sesiones para detener su avance y eliminar las células generadoras de esta enfermedad, con un 72% de probabilidad de que no haya recaída.
Al menos cuatro costarricenses, más de diez hondureños, colombianos y nicaragüenses han encontrado en El Salvador una esperanza para tratarse.
LA REPÚBLICA viajó a este país para conocer las tecnologías en radioterapia recién adquiridas, donde los pacientes llegan con la ilusión de vivir tras un diagnóstico mortal.
El Instituto Internacional del Cáncer en ese país es el primer centro certificado en el área de la radiocirugía en el continente.
Pacientes con cáncer de varios tipos a nivel cerebral, en estómago y seno —principalmente— se acercan para ser atendidos por máquinas como Infinity y Tomoterapia Hi Art.
Estos equipos permiten tratar los tumores en zonas de difícil acceso, que en muchos casos son inoperables por los cirujanos con procedimientos convencionales.
En el caso de la Tomoterapia Hi Art se trata de un equipo similar a un tomógrafo pero tiene el adicional de darle al médico una visión de 360 grados del tumor, lo que permite aplicar directamente la radiación en niveles precisos.
Esto permite que mueran las células cancerígenas de varios tipos, incluyendo la células madre que generan metástasis, por lo que disminuye la posibilidad de una recaída por reaparición del cáncer años después.
Otra ventaja es que al ser tan exacta la radiación en la zona afectada y no sobre otros órganos, permite tratar a pacientes que han sido irradiados con anterioridad.
Actualmente un paciente que recibe radiación con cobalto o aceleradores no puede recibir nuevas dosis en tiempos cortos pues es contraindicado, ya que provocan muerte de los tejidos, pero con este equipo sí es posible.
Este procedimiento es la única esperanza para personas con tumores cerebrales ocultos, pues la máquina permite ubicarlo con imágenes de tercera dimensión, de esta forma se evita dañar otras áreas sanas del cerebro, que pueden provocar ceguera, pérdida del habla y de la movilidad.
Los tumores inoperables son los que se ubican en zonas de peligro donde la extracción o tratamiento de esa área pone en peligro otros órganos vitales como el corazón, cerebro y pulmones.
En la mayoría de estos casos los pacientes son desahuciados pues la bomba de cobalto y los aceleradores lineales no ofrecen una precisión tan exacta que evite el daño de áreas sanas del cuerpo.
La Tomoterapia Hi Art le permite al médico ser guiado por imágenes que detectan el sitio y radiar zonas tan pequeñas como de ocho milímetros sin afectar órganos cercanos.
De igual forma se utiliza en casos de cáncer de seno cuando se busca preservar los tejidos y evitar que la mujer lo pierda, pues el tratamiento convencional es realizar mastectomía doble, es decir mutilar los senos.
Con este equipo los médicos eliminan solo los tejidos mamarios dañados por el cáncer y evitan las quemaduras de las piel que producen tratamientos como el cobalto.
En comparación con el acelerador lineal, la tomoterapia tiene menos efectos secundarios, pues no deja secuelas visibles en la piel, es un proceso ambulatorio y sin anestesia.
La cantidad de sesiones que requiera el paciente depende de la etapa del cáncer, pero no existe un límite de avance que impida recibir el tratamiento.
A nivel mundial solo Estados Unidos y España ofrecen estos tratamientos tan específicos, pero los altos costos entre $50 y $60 mil impiden su acceso general.
Los costarricenses que viajan a El Salvador pagan cerca de $14 mil por el tratamiento en el Instituto Internacional del Cáncer.
Angie Calvo
acalvo@larepublica.net