Surf, un estilo de vida
Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Lunes 13 junio, 2011
Surf, un estilo de vida
“Cabalgando” olas, muchos jóvenes ticos se encontraron con el resto de su vida…
Playa Hermosa. Crecieron a la orilla del mar soñando, y conocieron el mundo, surfeando. Se montaron sobre una tabla para divertirse, pero han hecho del surfing su forma de vida; para ellos no hay pasado, presente o futuro que no tenga relación con las olas.
Muchos chicos de las playas de nuestro país han conocido el mundo sobre una tabla mágica, que a diferencia de la de Aladino no surca los aires, sino las aguas, y que aunque no siempre cumple todos los deseos, los pone al alcance de todos aquellos que se proponen ser mejores.
¿Surfistas?, ahora son muchos, no tantos empezaron y sería de una tesis nombrarlos a todos, lo mejor es utilizar líderes generacionales que nos puedan hablar sobre este estilo de vida, que conecta a nuestras playas con el mundo.
Dos de ellos son los hermanos Vindas, Lisbeth y Luis, que precisamente son los campeones nacionales de esta temporada.
Lisbeth es la legendaria monarca del Circuito, con el trono que ganó ayer ya suma nueve campeonatos. Con 29 años de edad, ella encabeza generacionalmente, seguida por Nataly Bernold, campeona nacional 2010 y señalada para sustituirla, mientras que a la retaguardia ya se vislumbra una nueva camada de chicas.
“Enfoco mi vida en un balance entre surf, la casa y mi familia; porque ahora no se trata solo de surfear, hay que entrenar mucho”.
Y tiene razón Lisbeth, porque ahora aquellos chicos y chicas que practican el surf en las tardes, en Jacó y otras playas del país; divirtiéndose, aprendiendo, buscándoles los secretos a las olas, ya están muy distanciados de estos otros surfistas que deben entrenar muy fuerte, para crecer en un deporte que en el nivel profesional se mueve de acuerdo con las ganancias y patrocinios.
“Yo no quiero dejar la carrera antes de tiempo, todavía creo que tengo mucho que dar, pero también mucho que quiero encontrar y buscar”, nos dice Lisbeth, quien siente cercano el momento de tener que alejarse un poco para asumir su faceta de madre, porque tanto ella como su esposo, Diego Naranjo, otra de las leyendas nacionales de este deporte, sueñan en compartir el surf con sus hijos.
Detrás de Lisbeth; Nataly y Jordan Hundley, estadounidense que tiene cuatro años en el país y que al parecer va a radicar aquí, y detrás de ellas, Leilani McGonagle, encabezando un semillero de niñas junto a Emily Gussoni, Paula Duarte y otras que vienen abriéndose camino con muy buenas perspectivas.
Leilani, hija de padres ingleses, pero tica de nacimiento, dice que desde que vio a sus amigos en el agua se enamoró del surf.
Esta chica de Pavones, de unos impresionantes ojos verdes, entrena dos o tres horas diarias, se divierte y define el surf como “el sentimiento de estar en el agua; una sensación de amor y paz”.
Su participación en el recién pasado mundial junior en Perú, donde superó en varios heats a rivales de más edad, habla muy bien de ella, y por eso no es de extrañar la claridad y franqueza que expresa esta niña de 12 años de edad, cuando dice que sueña “ser algún día campeona mundial y viajar alrededor del mundo surfeando”.
Del lado masculino, tenemos una serie de chicos, muchos de extracto humilde que deambulaban frente a la playa, sin saber que el futuro lo tenían frente a sus ojos. A estos la creación del Circuito Nacional, en aquel entonces con Antonio Pilurzu y Christophe Commarieu, y actualmente con José Ureña, les abrió las puertas a un deporte y estilo de vida, que los marcaría por el resto de su vida.
Luis Vindas, bicampeón nacional, hermano de Lisbeth, dice sentirse motivado a sus 24 años de edad, sobre todo porque sigue creciendo como surfista y aún le queda camino por recorrer.
Viviendo toda su vida frente a la playa, el surf para este y otros chicos fue como la mejenga vespertina en San José u otras partes del país. Aquellos detrás de una bola, estos detrás de las olas.
“Los que más me motivaba mientras aprendía a surfear era la posibilidad de obtener patrocinios y viajar” y el surf le cumplió ese sueño a Luis, quien dice haber conocido más de 20 países desde 1999.
“Conoces playas, conoces culturas, gente, tiene muchas cosas buenas el surf. Quiero surfear y competir hasta que ya no pueda y siempre trabajar con algo que sea del mismo deporte”.
Entre los que vienen detrás de Luis está Carlos “Cali” Muñoz, un chico de 18 años de edad y que ya se hizo un buen nombre en el surf. El y otros surfistas de su nivel están dentro del grupo de los que se han ido ausentando poco a poco del Circuito Nacional debido a sus compromisos internacionales.
“He estado mucho afuera este año, en Nueva York, México, Perú, pero lo importante es que surgen nuevos surfistas que vienen creciendo en el Circuito y con eso este deporte crece y evoluciona”.
“Cali” reconoce que de niño soñaba con conocer el mundo, solo que no sabía cómo iba a lograrlo, “no surfeaba, pero ahora hago lo que me gusta y el surf me abrió las puertas hacia muchas diferentes perspectivas de la vida”.
Carlos cree en algo muy interesante: “el techo surfeando es infinito”, y es que cada día se puede hacer algo mejor; una maniobra, un heat, un torneo, un título…
El ha estado en Hawái, la capital del surf, donde todos los inviernos de diciembre a marzo, miles de surfistas de todo el mundo llegan a disfrutar de las inmensas olas que ahí se dan.
“Mas que todo son olas para tubo” en las que “Cali” confiesa que “se siente terror, pero si manejas la adrenalina es increíble”. El tiene entre sus planes para este año participar en el Abierto de Estados Unidos.
Junto o detrás de él, vienen otros como Jason Torres, Jair Pérez, Isaac Vega, Anthony Fillingim y Noe Mar McGonagle, hermano de Leilani y que igualmente tiene una proyección y sueños como su hermana, aparte de que dice sentirse “orgullosamente tico”.
El surf, que en algún pasado fue conocido como una práctica de vagos y mochileros, hoy es un deporte consolidado, cuya infraestructura natural les permite a los costarricenses tener del mejor escenario para disfrutarlo.
Muchas empresas comerciales giran alrededor de este deporte, mientras surgen más y más escuelas que pretenden formar legiones de surfistas de todas partes del país, ya no solo de las zonas costeras, sino del área metropolitana, desde donde muchos chicos y chicas viajan constantemente para aprender y practicar y ahora hasta competir (ya tienen su propio Circuito), en un deporte que todos describen como sencillamente… apasionante.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net
“Cabalgando” olas, muchos jóvenes ticos se encontraron con el resto de su vida…
Playa Hermosa. Crecieron a la orilla del mar soñando, y conocieron el mundo, surfeando. Se montaron sobre una tabla para divertirse, pero han hecho del surfing su forma de vida; para ellos no hay pasado, presente o futuro que no tenga relación con las olas.
Muchos chicos de las playas de nuestro país han conocido el mundo sobre una tabla mágica, que a diferencia de la de Aladino no surca los aires, sino las aguas, y que aunque no siempre cumple todos los deseos, los pone al alcance de todos aquellos que se proponen ser mejores.
¿Surfistas?, ahora son muchos, no tantos empezaron y sería de una tesis nombrarlos a todos, lo mejor es utilizar líderes generacionales que nos puedan hablar sobre este estilo de vida, que conecta a nuestras playas con el mundo.
Dos de ellos son los hermanos Vindas, Lisbeth y Luis, que precisamente son los campeones nacionales de esta temporada.
Lisbeth es la legendaria monarca del Circuito, con el trono que ganó ayer ya suma nueve campeonatos. Con 29 años de edad, ella encabeza generacionalmente, seguida por Nataly Bernold, campeona nacional 2010 y señalada para sustituirla, mientras que a la retaguardia ya se vislumbra una nueva camada de chicas.
“Enfoco mi vida en un balance entre surf, la casa y mi familia; porque ahora no se trata solo de surfear, hay que entrenar mucho”.
Y tiene razón Lisbeth, porque ahora aquellos chicos y chicas que practican el surf en las tardes, en Jacó y otras playas del país; divirtiéndose, aprendiendo, buscándoles los secretos a las olas, ya están muy distanciados de estos otros surfistas que deben entrenar muy fuerte, para crecer en un deporte que en el nivel profesional se mueve de acuerdo con las ganancias y patrocinios.
“Yo no quiero dejar la carrera antes de tiempo, todavía creo que tengo mucho que dar, pero también mucho que quiero encontrar y buscar”, nos dice Lisbeth, quien siente cercano el momento de tener que alejarse un poco para asumir su faceta de madre, porque tanto ella como su esposo, Diego Naranjo, otra de las leyendas nacionales de este deporte, sueñan en compartir el surf con sus hijos.
Detrás de Lisbeth; Nataly y Jordan Hundley, estadounidense que tiene cuatro años en el país y que al parecer va a radicar aquí, y detrás de ellas, Leilani McGonagle, encabezando un semillero de niñas junto a Emily Gussoni, Paula Duarte y otras que vienen abriéndose camino con muy buenas perspectivas.
Leilani, hija de padres ingleses, pero tica de nacimiento, dice que desde que vio a sus amigos en el agua se enamoró del surf.
Esta chica de Pavones, de unos impresionantes ojos verdes, entrena dos o tres horas diarias, se divierte y define el surf como “el sentimiento de estar en el agua; una sensación de amor y paz”.
Su participación en el recién pasado mundial junior en Perú, donde superó en varios heats a rivales de más edad, habla muy bien de ella, y por eso no es de extrañar la claridad y franqueza que expresa esta niña de 12 años de edad, cuando dice que sueña “ser algún día campeona mundial y viajar alrededor del mundo surfeando”.
Del lado masculino, tenemos una serie de chicos, muchos de extracto humilde que deambulaban frente a la playa, sin saber que el futuro lo tenían frente a sus ojos. A estos la creación del Circuito Nacional, en aquel entonces con Antonio Pilurzu y Christophe Commarieu, y actualmente con José Ureña, les abrió las puertas a un deporte y estilo de vida, que los marcaría por el resto de su vida.
Luis Vindas, bicampeón nacional, hermano de Lisbeth, dice sentirse motivado a sus 24 años de edad, sobre todo porque sigue creciendo como surfista y aún le queda camino por recorrer.
Viviendo toda su vida frente a la playa, el surf para este y otros chicos fue como la mejenga vespertina en San José u otras partes del país. Aquellos detrás de una bola, estos detrás de las olas.
“Los que más me motivaba mientras aprendía a surfear era la posibilidad de obtener patrocinios y viajar” y el surf le cumplió ese sueño a Luis, quien dice haber conocido más de 20 países desde 1999.
“Conoces playas, conoces culturas, gente, tiene muchas cosas buenas el surf. Quiero surfear y competir hasta que ya no pueda y siempre trabajar con algo que sea del mismo deporte”.
Entre los que vienen detrás de Luis está Carlos “Cali” Muñoz, un chico de 18 años de edad y que ya se hizo un buen nombre en el surf. El y otros surfistas de su nivel están dentro del grupo de los que se han ido ausentando poco a poco del Circuito Nacional debido a sus compromisos internacionales.
“He estado mucho afuera este año, en Nueva York, México, Perú, pero lo importante es que surgen nuevos surfistas que vienen creciendo en el Circuito y con eso este deporte crece y evoluciona”.
“Cali” reconoce que de niño soñaba con conocer el mundo, solo que no sabía cómo iba a lograrlo, “no surfeaba, pero ahora hago lo que me gusta y el surf me abrió las puertas hacia muchas diferentes perspectivas de la vida”.
Carlos cree en algo muy interesante: “el techo surfeando es infinito”, y es que cada día se puede hacer algo mejor; una maniobra, un heat, un torneo, un título…
El ha estado en Hawái, la capital del surf, donde todos los inviernos de diciembre a marzo, miles de surfistas de todo el mundo llegan a disfrutar de las inmensas olas que ahí se dan.
“Mas que todo son olas para tubo” en las que “Cali” confiesa que “se siente terror, pero si manejas la adrenalina es increíble”. El tiene entre sus planes para este año participar en el Abierto de Estados Unidos.
Junto o detrás de él, vienen otros como Jason Torres, Jair Pérez, Isaac Vega, Anthony Fillingim y Noe Mar McGonagle, hermano de Leilani y que igualmente tiene una proyección y sueños como su hermana, aparte de que dice sentirse “orgullosamente tico”.
El surf, que en algún pasado fue conocido como una práctica de vagos y mochileros, hoy es un deporte consolidado, cuya infraestructura natural les permite a los costarricenses tener del mejor escenario para disfrutarlo.
Muchas empresas comerciales giran alrededor de este deporte, mientras surgen más y más escuelas que pretenden formar legiones de surfistas de todas partes del país, ya no solo de las zonas costeras, sino del área metropolitana, desde donde muchos chicos y chicas viajan constantemente para aprender y practicar y ahora hasta competir (ya tienen su propio Circuito), en un deporte que todos describen como sencillamente… apasionante.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net