Soros: Europa cayó en una "trampa"
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 24 febrero, 2012
Soros: Europa cayó en una “trampa”
A George Soros habitualmente se lo recuerda como el hombre cuyo fondo de cobertura quebró al Banco de Inglaterra con una apuesta de $10.000 millones a que la libra perdería su tipo de cambio fijo respecto de otras monedas europeas.
Por estos días, el inversionista multimillonario intenta salvar una unión monetaria, no enterrarla. En su libro “Financial Turmoil in Europe and the United States” (Turbulencias financieras en Europa y Estados Unidos), lamenta que el euro se haya convertido en una “crisis existencial” para Europa y atribuye gran parte de la culpa a una persona: Angela Merkel.
La insistencia de la canciller alemana en la disciplina fiscal en momentos de un alto desempleo amenaza con arrojar a la región euro a “una perversa trampa de deuda deflacionaria”, escribe en esta colección de ensayos publicados anteriormente. Su advertencia constituye un oportuno recordatorio de que el último rescate de Grecia no hará desaparecer las fuerzas económicas y políticas que están desgarrando el Viejo Orden.
“A Alemania no se la puede culpar de querer una moneda fuerte y un presupuesto equilibrado”, dice Soros. “Pero sí se la puede culpar de imponer sus predilecciones a otros países que tienen otras necesidades y preferencias –como Procusto, que obligaba a otras personas a yacer en su lecho y los estiraba o les cortaba las piernas para que encajaran en él”.
Los artículos aquí reunidos en su mayoría fueron escritos para The Financial Times y The New York Review of Books. Tomados en su conjunto, constituyen lo que Soros denomina “un experimento en tiempo real”, su intento de los últimos cuatro años de influir en las políticas sobre la marcha. Las autoridades no siguieron sus consejos, afirma, pero sin duda ayudó a moldear el debate.
Soros se ha definido como “un filósofo fracasado”. En realidad, pertenece a una especie más rara: un patólogo con afinidades y psicología de mercado –un hombre que rápidamente ve cómo un malsano crecimiento del crédito aquí se transformará en una nociva burbuja allá. Sus diagnósticos son claros, ya sea que describa la inversión en índices de materias primas o el fallido plan del ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos Henry Paulson de comprar títulos respaldados por hipotecas en apuros.
Suele recomendar tratamientos que sus pacientes rechazan. Un excelente ejemplo es su propuesta de transformar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera en un tesoro común para las naciones que comparten el euro. Políticamente, eso es impracticable, como lo es su sensato consejo de crear bonos europeos conjuntos.
Los dirigentes europeos también han rechazado una propuesta más sutil de Soros: hacer que el FEEF asegure al Banco Central Europeo contra el riesgo crediticio de las compras del BCE de nuevos bonos italianos y españoles a los bancos comerciales. El BCE en cambio inició operaciones de refinanciación de largo plazo, que ofrecen a los bancos préstamos a tres años al 1 por ciento de interés anual.
Los banqueros ven estos préstamos como la respuesta europea a la flexibilización cuantitativa.
Bloomberg
A George Soros habitualmente se lo recuerda como el hombre cuyo fondo de cobertura quebró al Banco de Inglaterra con una apuesta de $10.000 millones a que la libra perdería su tipo de cambio fijo respecto de otras monedas europeas.
Por estos días, el inversionista multimillonario intenta salvar una unión monetaria, no enterrarla. En su libro “Financial Turmoil in Europe and the United States” (Turbulencias financieras en Europa y Estados Unidos), lamenta que el euro se haya convertido en una “crisis existencial” para Europa y atribuye gran parte de la culpa a una persona: Angela Merkel.
La insistencia de la canciller alemana en la disciplina fiscal en momentos de un alto desempleo amenaza con arrojar a la región euro a “una perversa trampa de deuda deflacionaria”, escribe en esta colección de ensayos publicados anteriormente. Su advertencia constituye un oportuno recordatorio de que el último rescate de Grecia no hará desaparecer las fuerzas económicas y políticas que están desgarrando el Viejo Orden.
“A Alemania no se la puede culpar de querer una moneda fuerte y un presupuesto equilibrado”, dice Soros. “Pero sí se la puede culpar de imponer sus predilecciones a otros países que tienen otras necesidades y preferencias –como Procusto, que obligaba a otras personas a yacer en su lecho y los estiraba o les cortaba las piernas para que encajaran en él”.
Los artículos aquí reunidos en su mayoría fueron escritos para The Financial Times y The New York Review of Books. Tomados en su conjunto, constituyen lo que Soros denomina “un experimento en tiempo real”, su intento de los últimos cuatro años de influir en las políticas sobre la marcha. Las autoridades no siguieron sus consejos, afirma, pero sin duda ayudó a moldear el debate.
Soros se ha definido como “un filósofo fracasado”. En realidad, pertenece a una especie más rara: un patólogo con afinidades y psicología de mercado –un hombre que rápidamente ve cómo un malsano crecimiento del crédito aquí se transformará en una nociva burbuja allá. Sus diagnósticos son claros, ya sea que describa la inversión en índices de materias primas o el fallido plan del ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos Henry Paulson de comprar títulos respaldados por hipotecas en apuros.
Suele recomendar tratamientos que sus pacientes rechazan. Un excelente ejemplo es su propuesta de transformar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera en un tesoro común para las naciones que comparten el euro. Políticamente, eso es impracticable, como lo es su sensato consejo de crear bonos europeos conjuntos.
Los dirigentes europeos también han rechazado una propuesta más sutil de Soros: hacer que el FEEF asegure al Banco Central Europeo contra el riesgo crediticio de las compras del BCE de nuevos bonos italianos y españoles a los bancos comerciales. El BCE en cambio inició operaciones de refinanciación de largo plazo, que ofrecen a los bancos préstamos a tres años al 1 por ciento de interés anual.
Los banqueros ven estos préstamos como la respuesta europea a la flexibilización cuantitativa.
Bloomberg