¡Situaciones por resolver!
| Miércoles 19 septiembre, 2012
¡Situaciones por resolver!
¿Qué cambia cuando su equipo deja de referirse a sus contratiempos o dilemas como “problemas” y los definen como “situaciones por resolver”? En apariencia es una diferencia sutil, pero el impacto en la reacción es notable y relevante.
El lenguaje crea la realidad. “Si las personas definen las cosas como reales, estas son reales en sus consecuencias”, afirma el teorema de Thomas. Al conceptualizar que algo es un “problema”, de inmediato vienen a la mente términos tales como: barrera, obstáculo, afectación, solución difícil, bloqueo, complicación, enredo, diferencia entre lo que deseamos y lo que tenemos. Pero en el fondo, hay cierta reacción negativa y hasta pasiva. El calificativo “problema” nos deja anclados en la búsqueda de razones y culpables. Si nos concentramos en señalar los problemas dentro de un equipo o selección y luego constatamos que todo sigue igual.
Invite a su equipo a hacer el siguiente ejercicio: Cambien el título de problema a algo que enfrentan y denomínenlo “situación por resolver”. De inmediato la actitud se vuelve proactiva, creativa y orientada a la acción. La frase insinúa que tenemos un poder propio para actuar, que el reto está presente y que resolverlo ya es una decisión. También nos hace sentir responsables de hacer que las cosas sucedan y no esperar que otros lo hagan. Si planteamos algo como “situación por resolver” el peso mayor no está en el diagnóstico, sino en las acciones correctivas.
La forma en que usamos el lenguaje es crucial. Para Miguel de Unamuno, “el lenguaje no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo”. La observación de la forma en que definimos los contratiempos nos ayuda a elevar la calidad de diálogo en las relaciones y en el equipo de trabajo. La superficialidad y las reacciones temperamentales no son amigas de las soluciones inteligentes; por eso es que hay organizaciones deportivas adictas a los mismos “problemas” sin romper círculos viciosos por no definirlos en forma diferente.
La ausencia de problemas es ilusoria, lo clave es cómo los definimos. Para Albert Einstein, su formulación es más importante que la solución.
Insistir en que tenemos muchos problemas nos acerca al club de las personas que se declaran “víctimas”, que no asumen responsabilidad por sus situaciones y culpan a los demás por ellas. Si, en cambio, somos proactivos para resolver, seremos miembros de equipos y entidades deportivas protagonistas de sus propias y bien pensadas acciones.
German Retana
german.retana@incae.edu
¿Qué cambia cuando su equipo deja de referirse a sus contratiempos o dilemas como “problemas” y los definen como “situaciones por resolver”? En apariencia es una diferencia sutil, pero el impacto en la reacción es notable y relevante.
El lenguaje crea la realidad. “Si las personas definen las cosas como reales, estas son reales en sus consecuencias”, afirma el teorema de Thomas. Al conceptualizar que algo es un “problema”, de inmediato vienen a la mente términos tales como: barrera, obstáculo, afectación, solución difícil, bloqueo, complicación, enredo, diferencia entre lo que deseamos y lo que tenemos. Pero en el fondo, hay cierta reacción negativa y hasta pasiva. El calificativo “problema” nos deja anclados en la búsqueda de razones y culpables. Si nos concentramos en señalar los problemas dentro de un equipo o selección y luego constatamos que todo sigue igual.
Invite a su equipo a hacer el siguiente ejercicio: Cambien el título de problema a algo que enfrentan y denomínenlo “situación por resolver”. De inmediato la actitud se vuelve proactiva, creativa y orientada a la acción. La frase insinúa que tenemos un poder propio para actuar, que el reto está presente y que resolverlo ya es una decisión. También nos hace sentir responsables de hacer que las cosas sucedan y no esperar que otros lo hagan. Si planteamos algo como “situación por resolver” el peso mayor no está en el diagnóstico, sino en las acciones correctivas.
La forma en que usamos el lenguaje es crucial. Para Miguel de Unamuno, “el lenguaje no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo”. La observación de la forma en que definimos los contratiempos nos ayuda a elevar la calidad de diálogo en las relaciones y en el equipo de trabajo. La superficialidad y las reacciones temperamentales no son amigas de las soluciones inteligentes; por eso es que hay organizaciones deportivas adictas a los mismos “problemas” sin romper círculos viciosos por no definirlos en forma diferente.
La ausencia de problemas es ilusoria, lo clave es cómo los definimos. Para Albert Einstein, su formulación es más importante que la solución.
Insistir en que tenemos muchos problemas nos acerca al club de las personas que se declaran “víctimas”, que no asumen responsabilidad por sus situaciones y culpan a los demás por ellas. Si, en cambio, somos proactivos para resolver, seremos miembros de equipos y entidades deportivas protagonistas de sus propias y bien pensadas acciones.
German Retana
german.retana@incae.edu