Retórica y realidad (I)
Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 07 octubre, 2019
Mientras que la creciente retórica energética nacional busca mostrar una situación no basada en la rigurosidad de los datos, incluyendo manifestaciones de que el país se convertirá en los próximos años en un “país libre de petróleo”, la realidad, basada en datos oficiales, muestra lo contrario.
Más bien estamos consumiendo cada vez más masivas y crecientes cantidades de derivados de petróleo que además son caros e importados. Las tendencias futuras de consumo no son diferentes.
Esta situación se da porque la retórica, el populismo energético y los planes nacionales de energía se fundamentan en gran medida en dogmas y juicios de valor y no se sustentan en estudios técnicos, económicos y financieros rigurosos y profundos y en el desarrollo de las necesarias capacidades de ejecución.
Contrario a lo que señala la retórica actual, los datos más recientes sobre la evolución del consumo energético nacional muestran tendencias muy preocupantes desde todo punto de vista. Por ejemplo, en lo económico, los costos son altos y crecientes con una pérdida continua de competitividad que tiene también serias implicaciones sociales (desempleo creciente, mayor pobreza, etc.) y en lo ambiental las emisiones crecientes.
El consumo nacional de los caros derivados de petróleo importados sigue aumentando aceleradamente con un ritmo de crecimiento mucho mayor que las fuentes nacionales renovables de energía, lo que incrementa aún más la ya crítica y alta dependencia petrolera y la ya peligrosa y alta dependencia energética del exterior.
Veamos las tendencias pasadas, actuales y proyectadas del consumo energético del país:
1. Período 2017-2018:
• En el año 2017 el consumo de electricidad fue el 22,1% del consumo energético nacional, mientras que en el 2018 representó un 21,9%; una caída del 0,2%. La biomasa representó en el 2017 el 14,3% mientras que en el 2018 representó un 13,5%, para una caída del 0,8%. Las otras renovables representaron en el 2017 un 4,8% y en el 2018 un 5,5%, para un aumento del 0,7%. En total, las energías renovables nacionales representaron en el 2017 el 36,4% del consumo total de energía, mientras que en el 2018 representaron un 35,5%, para una caída del 0,9%.
• En el 2017, el consumo de derivados de petróleo explorado, producido y refinado en el extranjero fue del 63,5%, mientras que en el 2018 representó el 64,5%, para un aumento de la dependencia petrolera importada del 1,1%. La dependencia petrolera del país en el 2018 fue la más alta de la historia.
2. Período 2010-2018:
• En el año 2010 el consumo de electricidad fue del 19,9% del consumo energético nacional, mientras que en el 2018 representó un 21,9%; con un aumento del 2,1%. La biomasa representó en el 2010 el 19,7% mientras que en el 2018 representó un 13,5%, para una caída del 6,1%. Las otras renovables representaron en el 2010 un 3,5% y en el 2018 un 5,5%, para un aumento del 2,1%. En total, las energías renovables nacionales representaron en el 2010 el 39,5% del consumo total de energía, mientras que en el 2018 representaron un 35,5%, para una caída del 4,1%.
• En el 2010, el consumo de derivados de petróleo explorado, producido y refinado en el extranjero fue del 60,4%, mientras que en el 2018 representó el 64,5%, para un aumento de la dependencia petrolera importada del 4,1%.
3. Proyecciones para el período 2018-2037:
Las proyecciones de consumo de combustibles importados no renovables y de electricidad renovable para el período 2018-2037, de acuerdo con los escenarios medios de RECOPE y del ICE respectivamente, son las siguientes:
• La demanda nacional de derivados de petróleo importados pasaría de 21,23 millones de barriles en el 2018 a 33,49 millones de barriles en el 2037, para un aumento del 57,7%.
• La demanda nacional de electricidad pasaría de 11.216 GWh en el 2018 a 16.345 GWh en el 2037, para un aumento del 45,7%.
Contrario a lo que señala la retórica y el populismo energético que existe en el país, la cruda realidad, basada en datos, nos muestra una tendencia actual y futura muy diferente.
Los datos sobre esta realidad muestran que el país se encuentra en una fuerte ruta hacia una mayor petrolización y hacia una disminución de la participación del consumo de energías renovables nacionales con respecto al petróleo importado.
La información existente sobre el consumo actual de energía no solamente demuestra que la retórica energética vigente es muy diferente a la cruda realidad que muestran los datos, sino que las proyecciones de consumo futuro de energía, hechas respectivamente por RECOPE y por el ICE, muestran igualmente que la demanda futura de derivados de petróleo importados continuará creciendo más rápidamente que el consumo de electricidad renovable nacional.
Contrario a lo que la retórica nacional señala, el crecimiento del consumo petrolero nacional es también mucho mayor que el crecimiento promedio del consumo petrolero mundial.
De acuerdo con los datos de RECOPE, la demanda nacional de derivados de petróleo creció un 2% en el 2018, mientras que según la International Energy Agency (IEA) la demanda mundial de petróleo aumentó un 1,3% en el 2018.
Lo mismo ocurre con las proyecciones nacionales e internacionales de crecimiento futuro del consumo de petróleo. Las estimaciones de RECOPE (escenario medio) señalan que en el futuro la demanda nacional de derivados de petróleo crecería en promedio un 2,3% anual, mientras que en el mundo se estima que crecería en promedio un 1% o menos.
En resumen, los datos provenientes de estudios rigurosos demuestran que la tendencia del crecimiento del consumo petrolero nacional es más elevada que la tendencia de consumo de fuentes nacionales renovables de energía y que la tendencia mundial de consumo petrolero.
Ante esta realidad energética nacional basada en datos, y con el fin de asegurar el abastecimiento energético nacional, RECOPE ha debido continuar desarrollando fuertemente la infraestructura petrolera para importar, transportar, almacenar y distribuir la creciente demanda de derivados de petróleo del país.
Como consecuencia de lo anterior, RECOPE construyó un nuevo puerto petrolero para recibir barcos petroleros de una capacidad mucho mayor a la actual, el cual se espera que entre en operación próximamente, y ha estado aumentado continuamente la capacidad de almacenamiento de combustibles con nuevos tanques en todos los planteles que tiene en el país.
Entre sus planes está también la ampliación de la red de poliductos para transportar derivados de petróleo por tubería en el territorio nacional y el desarrollo de nuevos planteles.
Para estos nuevos desarrollos petroleros, se ha informado que RECOPE busca $400 millones para extender la red de poliductos en 126 kilómetros adicionales para llevarla del plantel de Barranca (Puntarenas) hasta Liberia (Guanacaste), para lo cual construirá también un nuevo plantel con tanques de almacenamiento en esa zona.
El poliducto actual tiene una longitud de 533 kilómetros y tiene planteles de almacenamiento y de distribución de combustibles derivados de petróleo a granel en Moín (Limón), Turrialba (Cartago), El Alto (Cartago), La Garita (Alajuela) y Barranca.
Entre sus planes se encuentra igualmente el desarrollo de una terminal petrolera marina en Puntarenas y el desarrollo de un centro de almacenamiento y distribución de Gas Licuado de Petróleo (GLP) en esa zona.
El GLP se ha convertido en el tercer combustible del país en consumo, detrás del diésel y de la gasolina, y es el que tiene el mayor crecimiento a nivel nacional.
Todo lo anterior indica claramente que la participación del petróleo en el consumo energético nacional continuará aumentando cuando debiera de estar disminuyendo en favor de las fuentes de energía mucho más competitivas, cuyo consumo en el mundo está creciendo aceleradamente por ser de bajo costo y ambientalmente superiores y porque lideran la transición energética mundial, como el gas natural y la energía solar.
Los expertos internacionales proyectan que el gas natural desplazará al petróleo de su primer lugar como la principal fuente de energía en el 2040 por su abundancia y por ser mucho más barato que el petróleo y ambientalmente superior.
Uno de los factores importantes que impulsan las tendencias nacionales de aumento del consumo de los caros derivados de petróleo es el creciente costo de la electricidad proveniente de fuentes renovables de energía.
A pesar de que el petróleo importado es caro, la electricidad nacional es todavía más cara y además continúa con tendencias crecientes en las tarifas eléctricas.
Las cifras mostradas en esta columna sobre la composición y el crecimiento del consumo energético nacional actual y futuro muestran adicionalmente otra preocupante realidad.
En lugar de estarse dando una descarbonización en el país, más bien se está dando una creciente carbonización.
Lo anterior debido a que las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero continúan creciendo aceleradamente impulsadas por el aumento continuo del consumo de petróleo explorado, producido y refinado en el extranjero, y particularmente en los EE.UU., que es de donde provienen el 98% de las importaciones petroleras del país.
Las tendencias actuales y futuras proyectadas del consumo nacional de energía están haciendo que el país se encuentre igualmente en una clara trayectoria de incumplimiento total de los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París en el 2015, el cual se dio dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Para lograr los objetivos relacionados con dichos compromisos internacionales de reducción de las emisiones nacionales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), el Gobierno indicó, sin fundamentarse en estudios profundos y en bases realistas, que iba a reducir significativamente las emisiones “Reduciendo la demanda de energía”, y que iba a llevar a cabo la “Descarbonización del suministro de energía” y la “Sustitución de combustibles para uso final”.
El problema es que, al no fundamentarse en bases realistas y sin realizar el desarrollo de capacidades sobre estas bases, lo que el Gobierno se comprometió internacionalmente no solamente no está ocurriendo, sino que la situación se está empeorando. Peor aún, más bien está ocurriendo totalmente lo contrario al tener emisiones de gases de efecto invernadero y de otros gases creciendo aceleradamente, cuando debiera estar reduciéndolas.
No solamente las emisiones de gases de efecto invernadero no se están reduciendo, aunque fuera a un nivel inferior de la trayectoria de reducción comprometida internacionalmente, sino que además la trayectoria real actual está yendo en un sentido totalmente contrario a lo comprometido, la cual tiene un alto crecimiento de las emisiones nacionales.
Los datos existentes, provenientes de estudios rigurosos y profundos, muestran que la retórica y la realidad son dos mundos diferentes.
En el sector energía, como en todos los otros sectores, la retórica es nociva y más bien es aconsejable seguir siempre las recomendaciones contenidas en la famosa frase de W. Edwards Deming: “En Dios confiamos. Todos los demás deben traer datos”.
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