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¿Resolver o disolver?

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 29 septiembre, 2010




¿Resolver o disolver?

¿Qué es mejor? ¿Tratar de reparar algo con parches que, una y otra vez, se despegan, o comprender que ha llegado la hora de deshacer lo que no funciona y de construir algo diferente?
Una organización con desempeño errático puede contratar una persona para que le saque de apuros y le lleve a buen puerto, dejando igual el resto de sí misma. Esa perspectiva mesiánica suele terminar mal porque “el frío podría no estar en las cobijas”. Es poco lo que se puede lograr, pese a éxitos pasajeros, si la organización padece males recurrentes que socavan las buenas intenciones de quienes lleguen al rescate.
En idéntico modo, todos podemos tener excelentes objetivos y emprender la marcha hacia ellos. Lo malo es que también solemos cargar creencias limitantes que ejercen su influencia cuando más cerca estamos de alcanzar la meta, boicoteando el esfuerzo, la constancia y la determinación para llegar lejos. Mientras no confrontemos el origen de esas ideas paralizantes nos condenaremos a repetir el ciclo de intentos fallidos.
Así, chocamos varias veces en la misma piedra por la incapacidad de aprender del error, por no confrontar las verdaderas razones de los fracasos y por la insistencia en reintentar lo que no funciona. Al tratar de resolver con superficialidad un problema, las organizaciones son secuestradas por la terca resistencia al cambio de quienes las dirigen.
¿No es mejor ser sensatos y disolver lo que impide progresar? Eso puede implicar sustituir personas problemáticas sin deseos para aprender, transformar procesos internos y modificar a fondo modos de pensar. Incluso, habrá que “disolver” relaciones enfermizas y actitudes que son cárceles obsesivas del talento. Mientras los equipos no se deshagan de lo que les impide ganar, seguirán malgastando caros recursos en reparaciones efímeras.
Disolver es un camino difícil para algunos, pues requiere dejar atrás sentimientos de culpa infundada por cambiar lo que no sirve, evitar el sabotaje a la capacidad que se posee y romper con fuerza el muro del estancamiento. Requiere aceptar que ha llegado el momento de abandonar proyectos mediocres, la repetición de conductas infructuosas y dejar de lado personas que solo restan energía al equipo. ¿Para qué reparar con parches si es obvio que se debe hacer algo radicalmente nuevo?
No confundamos resolver a medias con solucionar a fondo, ni remendar cuando lo que procede es “disolver.”

German Retana
germa.retana@incae.edu







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