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Marcello Pignataro manogifra@gmail.com | Lunes 30 junio, 2008


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Marcello Pignataro
manogifra@gmail.com

El mercado discográfico, tanto local como internacional, ha estado bastante movido y para todos los gustos.

Recientemente adquirí el disco “Villegas”, del grupo nacional del mismo nombre, e integrado por el interminable Bernal Villegas, el genial Abel Guier y el poderoso Carlos Morales. He sido fan de la música de Bernal desde su época de 50 Al Norte (para Modelo para Armar yo estaba fuera del país) y siempre me ha gustado la sencillez con que él maneja sus composiciones. No creo que haya una canción de rock nacional que la gente se conozca mejor que “Dime qué puedo hacer sin ti”.
Con este nuevo disco, Bernal se refresca y nos ofrece una poderosa dosis de rock crudo, básico y a los tobillos —como debe ser, agrego yo. Guitarra, bajo, batería y voz. Los cuatro ingredientes básicos de un buen disco y Villegas se gana un 100 con esta primera producción discográfica.
El mismo día que compré el disco de Villegas, se me apareció otro de un excelente grupo nacional: Miriam Jarquín y Blues Latino. El disco doble “No hay palabras”, basado principalmente en arreglos jazzeados y blueseados de canciones ya conocidas es otra excelente muestra del talento nacional en el aspecto musical.

La voz de Miriam se funde y complementa a la perfección con la instrumentación de los músicos de Blues Latino y lo deja a uno, literalmente, sin palabras. Excelente este trabajo de 2003 que, lamentablemente, hasta ahora logro conocer. Valga el comercial para decir que su producción anterior con Blues Latino es también digna de cualquier colección de buena música.
Finalmente, recibí el disco “Shine a Light” de los Rolling Stones. Complemento de una película de Martin Scorsese, del mismo nombre, el disco revive uno de los dos conciertos dados por el grupo en el Beacon Theatre de Nueva York, a finales de 2006.
Los años no pasan por los Stones —musicalmente hablando; físicamente sí se ven “viejillos”. Con una excelente y adecuada combinación de éxitos viejos y canciones más recientes, el disco —en su edición sencilla, porque hay dos— nos transporta a la primera fila de un día en la vida de uno de los pocos dinosaurios del rock. Un total de 16 canciones nos transportan en el tiempo y nos demuestran que la voz de Mick Jagger no solo sigue intacta, sino que mejor. Keith Richards —a quien la ciencia ya le ha solicitado la donación de su cuerpo cuando muera… si ese día llega— toca con la misma pasión de un “carajillo”, pero con el “feeling” de un veterano. Y Charlie Watts sigue llevando las bases con la maestría de un metrónomo.
Para los lectores a los que les gusta la buena música, ahí les dejo tres recomendaciones “de peso” para sus colecciones. Para los lectores a los que no les gusta mucho la música, les recomiendo que empiecen a adquirir el “vicio”.
La música nos puede llevar a lugares que nunca hemos imaginado. Inténtenlo y verán que no se arrepentirán.

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