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Puntualidad, respeto a los demás y eficiencia

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 16 septiembre, 2024


Nuestra impuntualidad se conoce despectivamente como hora latina cuando se refiere a nuestra área del mundo y como hora tica para el caso costarricense.

El problema es tan serio que ha ameritado reportajes internacionales y comparaciones muy negativas con la estricta puntualidad de naciones como Japón, los países Europeos y los EEUU y Canadá. Ver por ejemplo en BBC News “La impuntualidad, un condenable mal latino” 7 de abril de 2010.

Es un hábito de mal gusto, irrespetuoso de nuestros semejantes cuyo tiempo es vida y vale oro. Si voy a encontrarme con un cliente o un amigo a las 10 y llego a las 10:15 he afectado la libertad de esa persona de disponer de su tiempo durante esa espera, de disfrutar de su manera de querer vivir ese período. Se había comprometido conmigo en emplear ese tiempo, ese lapso de su vida, y ocasioné con mi atraso que lo perdiera.

La situación es mucho más grave en cuanto mayor sea el atraso. Y no son infrecuentes atrasos de media hora y más.

Claro que tenemos problemas de tráfico, pero es nuestra obligación por respeto a las demás personas tomar esa circunstancia en cuenta a la hora de fijar la cita y al determinar el momento adecuado para trasladarnos a cumplir con el compromiso.

Claro también que hay casos que se dan fuera de nuestro control, y en que debemos excusarnos mutuamente. Pero no pueden ser la regla, ni una situación frecuente.

Además, la impuntualidad colabora a la ineficiencia de nuestras sociedades, tanto en el sector público como en el privado. ¿Cuántos miles de horas se pierden en reuniones que inician media hora después de la hora convenida y aún con mayor atraso?

No soy ni pretendo haber sido la persona más puntual de nuestra sociedad. Pequé al respecto en varias ocasiones por confiar en mi capacidad de poder hacer más cosas de las que realmente podía ejecutar en un lapso. Pero siempre que fallé lo sentí y asumí como una falta por la cual al menos pedí disculpas.

Esta semana que pasó tuve el honor de ser invitado a la ceremonia con la que el Tribunal Supremo de Elecciones celebró los 75 años de su fundación.

Fue un magnífico evento en un merecido festejo de una de las instituciones señeras de nuestro país. Bien conducido, con información relevante; incluyendo una presentación del historiador don Tomás Federico Arias sobre la evolución de la legislación electoral y de sus órganos conductores; un bello y creativo video sobre el funcionamiento actual del TSE, el Registro Civil y sus otras dependencias; y el discurso de fondo de la Presidenta del TSE Doña María Eugenia Zamora, en el exquisito ambiente de nuestro Teatro Nacional; con muy bellos actos culturales a cargo de la Sinfónica Juvenil bajo la conducción del Maestro Carlos Guzmán con tres canciones muy especiales de su autoría.

El discurso de fondo de la Señora Presidenta del TSE fue una enjundiosa visión del valor de la democracia liberal para la vida civilizada y pacífica de personas dignas y libres con oportunidad de construir progreso y bienestar.

Pero no puedo dejar de comentar un detalle porque considero que no debe ser repetido ya que sería conducente a aumentar el defecto de la hora tica, que más bien debemos eliminar para nuestro propio bien.

Recibimos una invitación para el acto a las 6 de la tarde. Cuando se nos pasó a ocupar nuestros asientos nos encontramos con un programa que decía que el acto iniciaba a las 7 de la noche.

No puedo considerar eso como apropiado.

Antes de las 6 pm estábamos esperando el evento. De seis a siete se nos arrebató sin nuestro consentimiento una hora de vida a todos los invitados que como yo recibimos una invitación sin dejarnos saber que era para iniciar el evento una hora más tarde.

Debemos ser puntuales. Padres y maestros debemos dar el ejemplo. Los actos oficiales deben iniciar a la hora para la cual son anunciados.

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