Precandidatos y promesas
Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 27 febrero, 2009
Arturo Jofré
Ya tenemos a los aspirantes a la presidencia y a los electores esperando. ¿Esperando qué? Los encargados del marketing político se encargarán de darles todo lo que esperan. ¿Preocupados por la pobreza, por el costo de los productos básicos, por la crisis? Habrá planteamientos y programas sesudos que no dejarán nada, absolutamente nada, sin resolver.
La gente necesita esperanza, por eso el año electoral es una invitación a soñar, a creer que vienen tiempos mejores. Con todo, creo que a fin de cuentas a la mayoría no le importan mucho ni las ofertas ni los programas. De hecho hemos elegido presidentes con y sin programas, con y sin ofertas mágicas. La realidad es tan cambiante y las limitaciones que tiene un gobierno son tan agobiantes, que muchas veces olvidar la oferta es necesario. El siempre admirado Franklin D. Roosevelt, tuvo que hacer oídos sordos a sus ofertas de campaña y no fue a causa de la gran crisis que tenía hundido al país del Norte (porque esta ya llevaba varios años haciendo de las suyas cuando él asumió el cargo).
El marketing político seguirá en lo suyo, ese no es el problema, lo importante es que los candidatos ilusionen con algo diferente y creíble. Por ejemplo, sería bueno no poner la placa o el eslogan antes de la construcción, como es el caso de la lucha contra la pobreza. Este es un problema de tal magnitud y de tanta relevancia para una sociedad con sentido solidario como la nuestra, que un solo gobierno no puede asumirlo. Si le ponen placa y eslogan lo único que se logra es que el gobierno que viene las haga desaparecer. Y ahí todo vuelve a cero… y volver a empezar: nuevas políticas, nuevas prácticas, nuevas ideas, nuevo eslogan. Es increíble la cantidad de instituciones que viven de los pobres y de los damnificados, consumiendo el dinero en burocracias insensibles y descoordinadas. El país necesita saber que habrá voluntad para cambiar la forma como hemos estado enfrentando este problema y lo primero es despolitizarlo desde sus raíces.
La seguridad es otro tema que sobrepasa en mucho a un gobierno. Sociedades completas han caído en manos de la mafia y se ha tenido que sacar al ejército a luchar a las calles. Es cierto que se han hecho avances, pero la magnitud del problema reclama mucho más. Aquí los tres poderes tienen una enorme responsabilidad, pero a fin de cuentas los tres poderes emergen, directa o indirectamente, de las decisiones electorales. Cuesta pensar que la forma de atacar esta guerra contra el narcotráfico y el crimen no nos permita una acción conjunta contundente y continua.
Los partidos políticos tienen mil problemas importantes que resolver en una sociedad, bueno sería que dejaran fuera de su agenda tres de ellos para darles un trato diferente, ya que son asuntos que están poniendo en peligro la estabilidad misma de la sociedad. No es utópico: hay ejemplos sobre esto. Sin duda que esto requiere una gran estatura y liderazgo, que es más complicado que una larga lista de promesas.
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