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“No tenemos plata”, dicen adultos mayores

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 22 noviembre, 2017


“No tenemos plata”, dicen adultos mayores

“No tengo dinero. Esa es mi realidad”. Esta es la respuesta de la mayoría de los adultos mayores cuando se les pregunta lo que es el problema principal de su vida. Al contrario de lo que popularmente se cree, la mayoría de los 540 mil habitantes que han cumplido 60 años o más de edad están bien de salud.

La verdad es que Costa Rica se ha convertido en “víctima” de sus exitosos programas sociales. A merced de un esfuerzo impresionante se ha reducido significativamente la mortalidad, pero nadie planificó pensando en los recursos que se requerirían para que vivieran confortablemente estos “sobrevivientes”.

Como resultado los costarricenses llegan a la tercera edad en relativamente buenas condiciones de salud. Pero su situación financiera es otra.

Al dar a tantos una mejor calidad de vida, se ha asegurado que vivan más. Son producto de una sociedad que ofrece agua potable universalmente y donde hay atención médica, normalmente aceptable, para todos los habitantes. Han recibido educación y saben cómo cuidarse; con excepción de los que viven en pobreza extrema, comen los tres tiempos diarios.

Muchos de los que no tienen dinero, trabajaron; cotizaron a la Caja y pagaron sus impuestos. Pero nunca ganaron lo suficiente para acumular ahorros que pudieran ayudarles a vivir mejor ahora que no trabajan. Quizás son dueños de su casa, pero ahora no poseen los recursos para mantenerla. La mayoría no pasa hambre, pero su dieta es bastante limitada en cuanto a variedad y cantidad.

Ahora se anuncia que las pensiones serán menores y para obtenerlas habrá que trabajar más años; se aumentan las cuotas para tratar de mantener a flote por unos años más el IVM. Mientras tanto, muchos adultos mayores, especialmente los que están solos (la pareja fallecida), pasan a vivir con alguna hija y se convierten en dependientes de su familia.

Si fuera el país uno donde la mayoría viviera en fincas y que dependiera de la agricultura, esta solución sería una alternativa viable. Cuando había gallinas en el patio poniendo huevos todos los días y una vaca que daba leche, una persona más que requiriera alimentación no era problema. Pero ya no es así y la presencia del adulto mayor en muchos hogares crea hacinamiento y carestía. Se crean pleitos y los niños, cada uno con su cuarto, resienten cuando llega abuelito y tienen que compartir un solo aposento.

El sistema de pensiones no puede resolver este problema económico, más aún cuando en 2037 uno de cada cinco habitantes será un adulto mayor; tampoco es probable que la gente ahorre más.

La única solución es la de eliminar una “edad de pensionarse”. Tendrá que trabajar todo el mundo hasta que su salud lo permita. En el futuro será normal ver a ticos de entre 75 y 80 años trabajando y aportando; ya no existirán sistemas de pensión que permiten a personas dejar de trabajar y vivir de un pago permanente por 25 a 35 años, como es ahora.

cdenton@cidgallup.com

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