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Machillo y su metodología cuantitativa

Walter Herrera wherrera@larepublica.net | Jueves 15 junio, 2017


Ante Trinidad, Óscar Ramírez aprovechó los cambios para darle balance a su equipo. Imagenesencostarica.com/La República


La Selección Mayor de Fútbol de Costa Rica obtuvo cuatro de seis puntos, se mantuvo firme en la segunda casilla en la Hexagonal rumbo a Rusia y está cada vez más cerca del objetivo final.

La Tricolor goza de una posición privilegiada y aumentan sus probabilidades de estar en la próxima Copa del Mundo que arrancará exactamente de ayer en un año.

Pero estas cuentas y “numeritos mágicos” que maneja el técnico Óscar Ramírez no son más que perjudicial. El Machillo aseguró en conferencia de prensa, antes de los encuentros con Panamá y Trinidad y Tobago manejar la cifra mágica para estar en la Copa del Mundo.

Ramírez es un investigador nato, de carácter cuantitativo, estos elementos numéricos le dan para definir el problema, que en este caso es tener al menos el tercer lugar para clasificar y direccionar su plan.

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Este método permite predecir comportamientos y en su caso es más importante llegar, sin importar el cómo.

La Sele está a un paso de clasificar, afortunadamente Panamá y Honduras se matan entre ellos y pierden puntos solo para favorecer a los ticos.

Pero deberían preocupar el funcionamiento del equipo y la incapacidad de adaptarse a cambios sobre la marcha.

Son las individualidades de los jugadores, los que juegan en el extranjero principalmente, quienes marcan la diferencia y le salvan el pellejo al Machillo.

Ante Trinidad una genialidad de Ruiz movió la balanza, ante Panamá los llamados a figurar no lo hicieron y anteriormente en Honduras, Waston, de cabeza, tuvo que solucionar en táctica fija lo que no se pudo con balón dominado.

Además, su proyecto es rígido, su tesis no le permite salirse de su zona de confort y es predecible en su accionar.

A la tumba se llevará su línea de cinco defensores y a menos que les exprima el jugo a sus laterales, Costa Rica perderá en generación de fútbol ofensivo.

Ante los trinitenses sufrió la pérdida de ese hombre de marca por ingresar a Marco Ureña como jugador más “ofensivo”, que la mayoría de veces no le quedó otra más que luchar solo contra tres defensores.

Ya para el segundo tiempo el medio campo se quedó sin piernas y fue la víctima en su casa, se vivieron minutos de angustia en nuestro marco y los cambios llegaron a apagar el incendio pero no fue una solución al problema.

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Aunque no todo fue negativo, en esta ocasión las bandas, que son la fortaleza del ataque patrio, acompañaron al solitario jugador en punta, Ureña o Venegas, o combinarse con los extremos como Joel Campbell o un Bryan Ruiz un poco más suelto.

En conjunto y con llegadas a un toque, la Tricolor es un peligro, esas parejas que se forman dejan tendida a cualquier defensiva, pero cuando no está la conexión, Costa Rica es anulada en ataque, como sucedió en la segunda mitad ante un cuadro trinitense que se paró y tuvo el empate con llegadas directas al marco. Para nuestra fortuna, el árbitro no les pitó una falta clarísima de penal y que no contaban con la astucia de Keylor Navas para repeler metralla.

Ahora Costa Rica tendrá dos juegos muy complicados, el 1° de setiembre en Estados Unidos y el 5 del mismo mes recibirá a México.
 


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