Los Cuentos del mulá Nasrudín
Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 24 septiembre, 2009
VERICUETOS
Los Cuentos del mulá Nasrudín
Nasrudín, el “mulá” (maestro) quien habría nacido alrededor del siglo XIII, es esa especie de personaje mítico del Islam que representando los más diversos papeles, es utilizado por la tradición cuentista árabe para transmitir las enseñanzas del sufismo.
Los cuentos de Nasrudín, considerado “El Quijote Islámico” fueron recopilados por Idries Shah, escritor afgano a quien se le atribuye haber introducido la filosofía sufí a Occidente.
En “El mundo de Nasrudín”, Shah colecciona imperdibles cuentos muy cortos, que narran las hazañas de este personaje imaginario, polifacético, que nos representaría a cada uno de nosotros en escritos en los que, a la larga, el protagonista somos siempre los mismísimos lectores. Es imposible desapoderase del personaje que representa Nasrudín y dejar, como dice el prologuista a su edición en español (Del Nuevo Extremo, 2004), de asumir que en los cuentos sufíes lo esencial es que nos acompañan en nuestras propias transiciones uniendo vivencias y teorías de una manera tal que termina por sumergirnos en la sorpresa de la identidad y, por supuesto, en la propia reflexión.
Resulta extraordinaria la vigencia de las vivencias de Nasrudín en sus andanzas cotidianas, esparciendo sabiduría a partir de situaciones mundanas cargadas de realismo y de ese contenido esencial del sufismo que es la enseñanza y la práctica de la corrección en todas las cosas de la vida a partir del ejemplo.
“Una noche, Nasrudín estaba dando un paseo cuando tropezó con un hombre bebido, tumbado en la hierba. Al ponerlo boca arriba, reconoció al borracho, que no era otro que el juez, hombre famoso por pronunciar duras sentencias por faltas morales. Al ver que estaba inconsciente, Nasrudín le quitó sus elegantes babuchas y el manto y siguió su camino.
Fue sólo cuando el juez volvió a su casa, dando traspiés, al día siguiente, cuando se dio cuenta de que le habían robado. Lívido, dijo a la policía que buscaran en cada casa hasta que encontraran al culpable. No pasó mucho tiempo antes de que Nasrudín fuera llevado al tribunal.
- ¿Dónde conseguiste esas babuchas y ese manto? – preguntó el juez.
- Se los cogí a un borracho que encontré tumbado en la cuneta la noche pasada-contestó el mulá-. Desde entonces estoy tratando de devolvérselos, pero no conozco su identidad. ¿No le conocerá Su Señoría por casualidad?
- ¡Por supuesto que no! – replicó el juez, comprendiendo que cualquier otra respuesta hubiera arruinado su reputación.
¡Caso archivado!
(Las babuchas prestadas, en el Mundo de Nasrudín. Ed. Del Nuevo Extremo, 2004).
Esta narración es una de las enseñanzas típicas del personaje, que vigente en el siglo XIII lo es sin duda hoy en día también, muy a propósito de los nuevos líderes y profetas de cartón, los de doble moral y muy especialmente de los nuevos demagogos y populistas que se envuelven en mantos inmaculados por fuera pero escabrosamente indescriptibles por dentro.
Los cuentos de Nasrudín deberían ser lectura obligatoria de cabecera de todos los hombres y las mujeres de hoy, sobre todo de los gobernantes, los políticos y los que detentan posiciones de poder.
Su lectura nocturna, rápida y fluida servirá como somnífero para las conciencias tranquilas pero sin duda, quitará el sueño de las otras.
Un jueves de estos les cuento otro cuento de Nasrudín.
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