Los virus son parte de la trama de la vida
Libia Herrero Uribe libia.herrerouribe@gmail.com | Jueves 23 abril, 2020
En las últimas semanas he leído las más diversas definiciones de ¿qué es un virus? Algunas correctas y otras no. Sentí asombro cuando escuché decir que “los virus son cosas malignas que solo vienen a atacar a los humanos para producir enfermedad y muerte” lo cual no es cierto.
Se cree que existen 10 a la 31 virus en la Tierra, algunos millones más que estrellas en el Universo. Solo en el mar, se estima 10 mil millones por litro de agua, sin embargo, la mayoría de ellos infectan otros microbios, especialmente a las bacterias y a otros organismos que viven en los océanos. La interacción entre ellos tiene un efecto fundamental tanto en la bio-esfera como en los ciclos geoquímicos del planeta. Cada vez que un virus marino se introduce en su célula, ésta se rompe liberando no solamente más virus, sino todo el contenido celular al medio; el cual a su vez está lleno de moléculas fundamentales para la vida, como es el caso del carbono, oxígeno, nitrógeno y nutrientes que se reciclan y quedan disponibles para su utilización por otros seres vivos. Los microorganismos y sus interacciones son la base de todas las cadenas alimenticias y redes ecológicas.
Las enfermedades infecciosas se inician cuando el ser humano deja de ser cazador - recolector y descubre la agricultura, lo que le permitió dejar de ser nómada, empezar a formar comunidades y criar animales para proveerse de alimento y otras necesidades. La domesticación permitió una relación muy estrecha con sus animales que llegaron a ser su fuente de riqueza y sobrevivencia, por lo que ese convivio dio como resultado el intercambio de microrganismos. Estudios genéticos han sugerido que el virus del sarampión está muy relacionado con el virus rinderpest del ganado, así como el virus de la viruela y la tuberculosis que también se adaptaron al humano.
Los virus no se consideran organismos vivos porque no son células: están constituidos de un ácido nucleico (ADN o ARN), rodeado de una capa proteica que los protege y algunos tienen una envoltura de fosfolípidos. Sin embargo, tienen la capacidad de replicarse y formar una progenie idéntica; están sujetos a la selección natural, ya que mutan y varían sus proteínas para adaptarse a las condiciones cambiantes del medio, y por lo tanto cumplen con la finalidad máxima de cualquier ser vivo: “perpetuarse”. Los virus son los agentes más exitosos en transferir genes de una especie y de un género a otro. Son capaces de robarse genes de sus hospederos y utilizarlos luego para burlar sus mecanismos de defensa. Los virus son parte fundamental en la evolución de la vida.
Desde los años setenta ha existido gran preocupación por la aparición de enfermedades emergentes y reemergentes, que impacten severamente la salud de los seres humanos. La aparición del SARS-CoV-2 confirma el temor de los salubristas y la comunidad científica y hoy se encuentra la humanidad en una emergencia sin precedentes ante un virus que se transmite por vía aérea, la más eficiente y el cual es totalmente nuevo para los seres humanos.
La aparición de estas enfermedades se ha debido fundamentalmente a los cambios sociales, económicos y ecológicos que han acontecido en las últimas décadas en las sociedades modernas. La deforestación, los asentamientos humanos en nuevas áreas de los bosques tropicales y la desaparición de los nichos ecológicos hacen que animales y humanos entren en un contacto más estrecho, exponiéndolos al intercambio entre especies y a sus virus. La aparición de los “mercados mojados” donde tienen hacinados a animales de diferentes especies en condiciones deplorables son la fuente de intercambio de virus entre diferentes especies que emergen hacia la especie más numerosa del planeta: los seres humanos. Debemos recordar que los microorganismos se multiplican muy rápidamente, en cuestión de minutos y horas y por lo tanto ocurren mutaciones que les permite adaptarse a nuevos hospederos.
Asimismo, las toneladas de hielo que se derriten en Siberia y en los polos por el cambio climático han permitido la aparición de nuevos secretos que nuestro planeta tenía guardados; como el descubrimiento en 2014 del Pithovirus sericum, un virus viable de una ameba que había estado congelada por 30.000 años. ¿Será que nuestro próximo visitante será un virus de nuestros antepasados?
A este ritmo de inconsciencia y arrogancia, creyéndonos superiores, sin darnos cuenta que somos una especie más en la trama de la vida estamos cavando nuestra propia extinción. Ojalá ocurra el cambio necesario, pero que éste sea desde una verdadera conciencia planetaria y no desde el antropocentrismo.
Libia Herrero Uribe
Viróloga
Profesora emérita, UCR