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¡La mayor gloria!

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 12 julio, 2010




¡La mayor gloria!
Iniesta conduce a España a la cima del mundo

De manera agónica, como no podía ser de otra manera, en la prórroga, con un gol del mago Andrés Iniesta, España fue recompensada por el fútbol después de casi un siglo y alcanzó la anhelada gloria del título mundial al imponerse a una Holanda rácana y alejada de su fútbol habitual.
La “Roja”, campeona de Europa hace dos años en Viena, se coronó en el Soccer City de Johannesburgo como el mejor equipo del momento y rubricó un trienio de ensueño.
Todo un premio a una generación grandiosa, que llevó al fútbol español a la excelencia y a las más altas cuotas, y todo un castigo para una selección holandesa que distó notablemente de la imagen mostrada hasta ahora y que no fue digna heredera de aquellas generaciones grandes que lideraron Johan Curyff y Marco van Basten, y cayó en su tercera final de un Mundial tras la de Alemania 74 y Argentina 78.
España fue mejor, sin discusión. Pudo haber ganado antes, mucho antes, pero también pudo perder si no surge, de nuevo, su gran capitán, Iker Casillas, para amargarle la noche a su ex compañero Arjen Robben.
España asumió de salida su rol dominador. Llevó las riendas, quizá hasta más de lo esperado ante una Holanda que prácticamente no quiso o no pudo jugar, porque la presión de los pupilos de Del Bosque también se lo impidió.
Lo más extraño fue que el cuadro naranja se dedicó a destruir de manera exagerada, hasta de forma excesivamente brusca, para jugadores que se caracterizan por su calidad.
Pero Holanda consiguió lo que quería. Frenar el juego español. El primer cuarto de hora fue alentador para la “furia roja” que mandó con autoridad y tuvo, en doce minutos, tres claras ocasiones para abrir el marcador, dos de Sergio Ramos y una de Villa.
No encontraron el destino y los de Van Marwijk consiguieron frenar la avalancha de fútbol que se les venía encima cortando el juego constantemente aún a costa de tarjetas que pudieron convertirse, sobre todo una patada de Nigel de Jong en el pecho de Xabi Alonso, en rojas.
Holanda tan solo tenía el recurso de los intentos de internada de Robben y la movilidad de Wesley Sneijder, pero le bastaba para ahogar, con el duro trabajo de contención, y secar la fábrica del fútbol español, dificultar la visión de Xavi y las maniobras de Iniesta pese a la movilidad de Pedro y el desgaste delante de Villa.
Las constantes interrupciones acabaron ofreciendo una primera mitad hasta fea, que se cerró con dos ocasiones de Holanda, en un remate fallido de Mathijsen y en un disparo de Robben que sacó Casillas junto a su palo izquierdo.
Hubiera sido un premio demasiado grande para una timorata Holanda y un castigo exagerado para una España que a partir del cuarto de hora no pudo huir de la trampa de su rival, que continuó por los mismos derroteros tras el descanso.
A la escasez de ideas se le añadía que el partido estaba más tiempo parado que en juego. Y estuvo a punto de aprovecharlo a los 60 minutos Holanda en un balón con el que se hizo Sneijder en el centro del campo, envió en profundidad a Robben, que se quedó solo ante Iker Casillas, pero el guardameta del Real Madrid volvió a convertirse en un “santo” al sacar el remate de su ex compañero.
Decir que el encuentro estaba abierto es decir poco. Se mascaba la tensión. En cualquier momento se podía desnivelar la balanza en uno y otro lado.
Holanda pareció acusar el tremendo desgaste y se replegó atrás ante el acoso del conjunto de Del Bosque, pero los tulipanes no estaban muertos. Disponen de una contra letal y Robben de nuevo se plantó ante Iker. El resultado, el mismo de antes. El capitán español le arrebató el balón y evitó el gol.
Y perdonó España en la prórroga, porque después de un posible penalti de Heitinga a Xavi cuando el barcelonista iba a remachar, Cesc, Iniesta y Jesús Navas tuvieron en sus botas de nuevo la sentencia y no la encontraron.
Se le puso de cara a España la última fase cuando Heitinga fue expulsado a falta de once minutos por ver la segunda amarilla al agarrar a Iniesta cuando el barcelonista se iba en solitario.
Holanda se dedicó a esperar los penaltis con más claridad que hasta entonces, pero ahí surgió, inconmensurable, Iniesta, que fue castigado por infinidad de faltas, para, como hizo con el Barcelona en la Liga de Campeones, dar la mayor alegría de la historia al fútbol español.
Quedaban cuatro minutos, más la prolongación, pero Holanda, sin capacidad, echada toda a perder en la destrucción, fue incapaz de arrebatar la gloria a una España que fue sin discusión mejor y se proclamó más que digna campeona del mundo.

Johannesburgo, Sudáfrica
EFE






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