La Selección debería probar un 4-2-4
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 17 febrero, 2020
Retomamos el tema de la Selección Nacional, ilusionados, quizá, en que el técnico Ronald González ponga en práctica un plan B, para ver si acaso salimos del letargo.
La Tricolor tiene un cáncer letal que hay que extirparlo. Se trata de la cintura del cuerpo del equipo.
Contamos con uno de los mejores porteros del mundo, Keylor Navas y un señor suplente, Esteban Alvarado.
La zona central de la defensa se la juega y suma muchos minutos junta: Kendall Waston, Óscar Duarte, Pipo González y Francisco Calvo son los habituales, pero hay refuerzos de clase como Keyner Brown, Juan Pablo Vargas, Julio Cascante y otros.
En los carriles defensivos la mano de obra es buena: Gamboa, Fuller, Smith, Salvatierra, Oviedo, Matarrita, Mora, Blanco y otros.
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Los volantes centrales no desentonan: Celso, Allan Cruz, Tejeda, Cubero, ahora está de vuelta Guzmán, el novel Bernald Alfaro, etc.
El tumor está en la zona que pasa entre los volantes ofensivos y la línea delantera. En otras palabras más directas, no hemos hallado al sustituto de Bryan Ruiz.
Primero, se probó con Elías Aguilar, después con Jimmy Marín, ahora con Randall Leal, más otros futbolistas de paso por la zona más vulnerable del equipo, que no han podido ponerlo a caminar.
Entonces, le preguntamos públicamente a Ronald González: ¿Por qué no se olvida del 5-3-2 o del 4-5-1 como jugó ante los Estados Unidos o del 4-4-1-1- y pone a jugar a la Tricolor con un 4-2-4?
Don Ronald, sáltese la media cancha que no funciona, que no genera fútbol y juegue al pelotazo: pare cuatro delanteros altos, fuertes, potentes, buenos cabeceadores, que sepan pivotear y tíreles y tíreles balones, aunque sea a “lo loco”.
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Un cuarteto ofensivo, por ejemplo con Yendrick Ruiz, Jonathan Moya, Álvaro Saborío, Juan Vicente Solís, Mayron George, Yuaycell Wright, tipos así, con ese biotipo, que sean receptores de muchos balones, servidos, lanzados o reventados por la zona defensiva, van a provocar peligro en las retaguardias enemigas.
No importa jugar feo, lo que le urge a la Selección Nacional es poner la bola en territorio enemigo y en zona caliente, para evitar esa frustración de ver un juego sí y al otro también, a un seleccionado que no sabe ni puede transitar con la pelota y que “se distingue” por hacer un remate a puerta cada dos partidos.
No estamos jugando a nada. Juguemos a algo que para eso son y sirven los fogueos.
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