Mucho temor de mostrar las caras nuevas
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 10 febrero, 2020
La cobertura periodística del campeonato juvenil de Concacaf 1988 en Guatemala, con la sensacional final en Mazatenango, cuando Costa Rica derrotó a México y logró el título, amarró una amistad para toda la vida con el cuerpo técnico y los integrantes del plantel: Juan José Gámez, Manrique Quesada, Edgar Sandoval, Aníbal Giamattei y el núcleo de quienes bautizamos como los “Carasucias”.
Ronald González con 18 años fue el capitán de aquel equipo y ahora, “cincuentón”, es el director técnico de la Selección Nacional. Lo admiro y lo quiero como a un hijo y deseo fervientemente que triunfe al frente de la Tricolor. El nexo, desde luego, no exime el cuestionamiento ni la crítica a su trabajo.
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Sin embargo, en nuestras Notas de la semana pasada, cuando comentamos la presentación de la Selección en el juego que perdió 1-0 con Estados Unidos, enfocamos nuestras baterías al bajo nivel futbolístico de la mano de obra del equipo.
González ha cometido errores, el principal, el temor a desenchufar a los de siempre y darle oportunidad a las caras nuevas de la Tricolor.
Este juego en California resultaba ideal para que Costa Rica presentara a su seleccionado olímpico completo y descartara a figuras como Alvarado, Pipo, Tejeda, Guzmán, Segura, Venegas y Ureña, siete piezas de la nómina titular.
Este juego amistoso era intrascendente, no definía absolutamente nada y daba lo mismo perderlo 1-0, que 6-0, como cayó la selección femenina con las anfitrionas.
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Lo que sucede es que a nuestros entrenadores les da pavor experimentar con jóvenes y que los aplasten. Eso hace peligrar su puesto. En cambio, una derrota mínima, y por penal, permite que se alargue el letargo. Simplemente patear la bola para adelante.
En este caso específico de Ronald, el bajo rendimiento del seleccionado no es exclusividad suya. Él no juega.
Los que juegan en la crítica cintura de la Tricolor son los de siempre: Celso, Cruz, Ruiz, Guzmán, Campbell, Venegas, Aguilar, Marín, Flores y Leal, y son estos los que en muchísimos partidos muestran una incapacidad total para asociarse y construir jugadas ofensivas de tres o cuatro pases seguidos.
Ronald Matarrita no pisó una sola vez la zona defensiva del enemigo.
Ahora, si sumamos seis años de que el mediocampo ofensivo de la Selección Nacional no funciona, no camina y no sirve, ¿no será hora de parar a la Tricolor bajo otro sistema táctico? De esto comentaremos mañana.
gpandolfo@larepublica.net
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