José Miguel Cubero no debió moverse de la cintura
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 12 diciembre, 2018
Primero, apoyar la decisión de la dirigencia del Alajuelense de mantener a Luis Diego Arnáez como director técnico. Los números lo respaldan.
El equipo quedó primero en la clasificación general, en la siguiente ronda eliminó a San Carlos en semifinales y en la final terminó empatado con Herediano. Perdió la final desde el punto de penal, después de un partidazo.
Despedazar al León, es igual que destrozar al Boca Juniors por caer en la final de la Copa Libertadores.
Ahora, fuera de competencia y antes de entrar a analizar la final entre Saprissa y Herediano, es prudente hacerle a este Alajuelense varios retoques hacia el futuro, misión que de nuevo le ha sido encomendada a Arnáez.
Insistimos en que el sistema preferido del “Flaco”, el 4-3-3, finalmente le costó la posibilidad de la corona.
Aferrarse a sostener la cintura del equipo con tres jugadores, fue un error táctico. La Liga no se hundió por el trabajo monumental de Luis Garrido, un pulmón que le fue a todas. El purasangre catracho tácticamente fue la mejor pieza del equipo. Tuvo que triplicarse para tapar espacios, que los rivales aprovechaban ante la falta de piernas en la formación del León.
En el juego del pasado domingo ante Herediano, este vacío en la medular de la Liga lo aprovechó Jafet Soto con una gran lectura del partido.
Cuando el técnico del Herediano mete a Randall Azofeifa y a Gerardo Lugo en el segundo tiempo, suelta a Allan Cruz para que pase adelante y el mediocampista es el que anota el empate. Enseguida, Lugo se aprovecha de los espacios que regala la Liga en los linderos de su área defensiva, para soltar metralla y obliga a Patrick Pemberton a dos paradones de antología.
A pesar de las lesiones de Luis Sequeira y Kenner Gutiérrez, Luis Diego Arnáez no debió mover a José Miguel Cubero de la cintura, al lado de Garrido. Pudo darle más partidos a Esteban Marín, más minutos a Darío Alfaro al lado de Porfirio López y fortalecer la medular del equipo.
Esa tripleta de Guevara, Garrido y Alex López, en marca resultó muy floja, a pesar del descomunal trabajo de Luis y eso lo resintió en exceso la línea de cuatro en defensa, también medrosa e insegura.
Además, y esto resultó reiterativo, el tridente ofensivo de McDonald, Moya y Rojas, nunca se sintió cómodo los tres juntos.
Se presentaron partidos en que la lógica indicaba el sacrificio de uno de ellos, para fortalecer la cintura del equipo.
gpandolfo@larepublica.net
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