Herediano recuperó su honor y la Liga la paz de su afición
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 16 mayo, 2025

Paulo César Wanchope dio descanso a su “nuevo” centro delantero (Mariano Torres) para enfrentar al Herediano, en el juego de vuelta de la semifinal y como es costumbre cuando su capitán no está en la cancha, el Saprissa cambió su rostro y bajó su calidad.
Y esto le sucedió frente al campeón nacional, nómina rota y desmoralizada en el partido de ida, goleados 4-0, pero dispuesta a rescatar su honor en el juego de vuelta, contra viento y marea.
Lógicamente que el Monstruo, con ventaja tan cómoda y prácticamente clasificado para la final de la segunda fase, dosificaría acciones, jugaría en neutro sin urgencia de meter primera y en los 90 minutos de acción, la prioridad sería vivir de la renta y cosecha del contundente resultado de la ida.
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Saprissa sostendría el 4-0 y Herediano jugaría por su honor, dándolo todo en la cancha como si la serie estuviera 0-0.
Su técnico Jafet Soto fue claro después de la paliza recibida. “Ellos nos metieron 4 aquí; nosotros podemos meterles 4 allá”, y con más de media hora para el final del juego, el Team derrotaba al Monstruo 2-0 y se abrían las puertas para la hazaña del monarca.
Recordemos que el Saprissa metió sus dos últimos goles en el cierre del partido de ida en la Cueva (Delgadillo y Sinclair) y ahora al Herediano le quedaban 38 minutos para repetirles la receta. Lo intentaron con un Luis Ronaldo Araya que se lució, así como lo retratamos en nuestra Nota del 2 de mayo reciente. Es un futbolista “diferente”, con un genio endiablado, cara de malo, pero fútbol del bueno. Fue el mejor futbolista del partido, volvió a anotar, rompió la retaguardia morada y fue el líder de un equipo que hizo todo lo que estuvo a su alcance para remontar tan enorme diferencia y salió aplaudido de la cancha.
En la otra semifinal, Alajuelense derrotó por la mínima 1-0 a Puntarenas, partido cerrado, complicadísimo para las huestes de Óscar Ramírez, frenada por la muralla humana que levantó el técnico César Alpízar, apuntado a un 0-0 y quizá jugarse la clasificación desde el punto de penal.
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Y estuvo a pocos minutos de lograrlo: el empate en blanco se hacía gigante, hasta que lo rompió Joshua Navarro en tiempo extra, cerrando una combinación certera de Ronald Matarrita con Bryan Oviedo.
La Catedral se hundía en la presión, se olfateaba repetición de drama y tragedia futbolera, pero con el gol llegó la paz, una pequeña sonrisa del “Macho” y ahora sí: ¡al clásico!
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